martes, 8 de abril de 2014

Piel de papel

Le pregunto a Guille si mencionaría mi nombre en el preciso momento que estuviera a punto de morir. La vida de Guille ha sido muy tranquila; si exceptuamos las cuatro veces que se ha topado con enfrentamientos armados por culpa de su trabajo, de personas que tienen miedo a que sus vecinos les roben sus tierras franja a franja, y pretenden asesinar al mensajero (es topógrafo y si los vecinos tienen enfrentamientos por culpa de las lindes de sus terrenos, a alguien con aparatos topográficos, lo suelen recibir muy mal). Él no sabe utilizar la imaginación, tal vez por eso es tan pésimo mentiroso. Recuerda la última vez que creyó morir. Era medianoche, dormía, y la respiración se le cortó. Un único brote aislado de apnea del sueño causada por el estrés. Es extraño, es su padre no biológico a quien le dan de vez en cuando esos ataques. Recuerda que despertó por culpa de la falta del aire. Incluso despierto, no podía respirar, daba grandes bocanadas y el aire no pasó por su tráquea en los tres primeros intentos. Lo pasó muy mal, recuerda todo con mucha nitidez. En esos momento sólo me preocupaba poder respirar, Rebeca. No me acordaba ni de Dios, responde con sinceridad. Yo sí lo haría, creo. Ya lo hago constantemente. A veces menciono su nombre, como un mantra: cuando algo se me complica, cuando tardo en obtener la respuesta a una pregunta, cuando hay algo que me gusta mucho o algo que me hace enfadar... La culpa de que la hiciera esa pregunta a Guille la tiene Marguerite Duras. Estoy leyendo El Dolor. Tenía que purificarme después de haber tragado, con el mismo masoquismo que hace gala la protagonista, Las Cincuenta Sombras de Grey.

Nunca he aspirado a saber qué tienen los escritores en mente cuando escriben. Los escritores son meros seres necesarios para hacerme llegar las historias que tanto me gustan leer (de algunos es mejor no saber su biografía, para que no enturbien lo que me cuentan). Pero, la mayoría se delatan en cada frase de lo que se lee. De la autora de las Cincuenta Sobras (huy, la dislexia me delata), se puede saber que es una mujer muy necesitada (de inteligencia, mayormente). Si algún aspirante a escritor quiere aprender qué es un personaje de papel, puede descubrirlo en este libro. La escritora quiere que pensemos algo de los personajes, y lo repite hasta la saciedad, pero el comportamiento que nos describe es muy contrario a esas características que pretende. Una mujer, supuestamente inteligente, que se comporta como una idiota, supuestamente culta, que utiliza el lenguaje de una quinceañera, supuestamente capacitada para trabajar en una editorial, pero que no tiene ningún respeto por el lenguaje escrito... En fin.

4 comentarios:

  1. Hace poco estaba hablando con mi jefa (es literal) sobre "trabajos enemistables". Cuando se es médico, cocinero, astronauta, barrendero, con hacer bien el trabajo se tiene. Pero cuando se es abogado, fiscal, juez, arbitro, no importa lo que hagas, le concederás la victoria a un bando para ganarte la enemistad del otro. Jamás pensé que la arquitectura como oficio pudiera tener ese problema.

    Ahora en relación al tema de la existencia de Dios, mi posición oficial es que no tengo posición oficial. Dicho de otro modo, soy de los que dicen: "Juro por Dios que soy ateo".

    Ahora respecto a la pobre autora, no seas tan dura con ella. Como en todas las profesiones, algunos quieren dejar legados, otros destacar, y muchos se conforman con ganar dinero. Para lograr cualquiera de las tres cosas, no hace falta mucho talento, sólo buena publicidad y una estudiada mercadotecnia, aderezado con una pizca de suerte para llegar a las masas. Para muestra un botón: los políticos.

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    1. En uno de los muchos miradores que hay en Granada, en la fachada de una Iglesia, hay escrito: Gracias a Dios, soy ateo. Me parto de risa cada vez que lo leo.

      Tengo una amiga que ni ella misma sabe si es creyente, supersticiosa o agnóstica. Cuando se encuentra ante alguna vicisitud, suele juntar las manos y soltar: Yahveh, Mahoma, Buda, Jesucrito y María Magdalena, ayudadme en este difícil momento. Dice que por si las moscas, por si alguno sí existe de verdad.

      Respecto a la autora de Cincuenta Sombras de Grey, no soy tan cruel, porque a pesar de sus limitaciones, de su incapacidad para escribir y para hacer creíbles a sus personajes, ha conseguido vender 70 millones de copias de su panfleto misógino y masoquista.

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  2. me encanta como escribes

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    1. Muchas gracias. Me abrumas. Sólo pretendo pasar un buen rato dándole a las teclas. Es divertido hacerlo.

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