Recuerdo el primer año que pasé las navidades en Barcelona. El día 28 los periódicos amanecieron plagados de inocentadas. La que más gracia me hizo fue que Messi dejaba el fútbol porque había sido contratado por el Bolshoi. Ese mismo año u otro, que se estaban buscando subvenciones para inclinar la Giralda 10º para que se pareciera a la Torre de Pisa, por el gran éxito turístico que tenía ésta última.
Mis hermanos recuerdan las bromas gastadas en el destacamento de aviación donde vivíamos. Allí las inocentadas solían ser muy crueles. Desde envolverle a alguien la bicicleta pillándosela a un árbol con metros y metros de cinta de embalaje a cubrir el interior de una garita con sesos y sangre de animal (dando la idea de que alguien se había volado la cabeza allí, obligando al soldado que le tocaba guardia en ella, y que, por supuesto, no tenía ni idea de que todo se trataba de una inocentada, a pasar toda la noche fuera del recinto. El día 28 hojeé el periódico con avidez, pero, o la broma era tan sutil que no la pillé, no la había. No sé si será que todos hemos maduramos y nos parecen absurdas las bromas, o que nadie tiene humor para afilar el ingenio, por culpa de esta crisis.
Esperemos que le próximo año no sea tan nefasto. ¡Feliz año nuevo a todos! (en breve toca comerse las uvas -a Guille ya se las pelé y quité los huesos, que no quiero que se atragante y luego ¡Juerga!).
Mis hermanos recuerdan las bromas gastadas en el destacamento de aviación donde vivíamos. Allí las inocentadas solían ser muy crueles. Desde envolverle a alguien la bicicleta pillándosela a un árbol con metros y metros de cinta de embalaje a cubrir el interior de una garita con sesos y sangre de animal (dando la idea de que alguien se había volado la cabeza allí, obligando al soldado que le tocaba guardia en ella, y que, por supuesto, no tenía ni idea de que todo se trataba de una inocentada, a pasar toda la noche fuera del recinto. El día 28 hojeé el periódico con avidez, pero, o la broma era tan sutil que no la pillé, no la había. No sé si será que todos hemos maduramos y nos parecen absurdas las bromas, o que nadie tiene humor para afilar el ingenio, por culpa de esta crisis.
Esperemos que le próximo año no sea tan nefasto. ¡Feliz año nuevo a todos! (en breve toca comerse las uvas -a Guille ya se las pelé y quité los huesos, que no quiero que se atragante y luego ¡Juerga!).