martes, 31 de enero de 2012

Peor, imposible

Mi psicopedagoga quiere que, si sigo con la absurda idea de aprender inglés, escriba al menos 1000 palabras en castellano todos los días (nunca había contado las palabras que escribo, y ahora tampoco lo estoy haciendo, pero escribo siempre que tengo algunos minutos libres -cosa más aburrida debe ser eso de contar hasta mil palabras-). Cuando era pequeña tenía un CD con dictados. La voz del hombre que leía las frases que yo debía escribir (aprovechaba también para mejorar mi caligrafía, que era bastante nefasta, tipo niña de colegio de monjas, ampulosa, con adornos superfluos y enormes º en las is) era  la misma de algunos documentales que veía por la TV. Era una voz muy nítida y clara, perfecta en su pronunciación, algo metálica, bonita; pero como yo la asociaba a la pesadumbre de los dictados interminables -mientras mis compañeras de habitación lo dedicaban a hacerse trenzas o a hablar de chicos- terminé odiándola. 

Ahora es mucho más divertido escribir este blog, que no los interminables dictados de frases absurdas: "La araña aletea airada por sufrir aerofagia". Siempre que leía esa frase, imaginaba a una bolita negra con ocho patas y alas como de mosca que se desplazaba en su vuelo gracias al metano que le servía de propulsión.

En este mismo momento, por ejemplo, estoy escuchando el Réquiem de Mozart mientras en una de las pantallas del mismo ordenador se calcula una estructura y en la otra pantalla, tengo abierta la ventana desde la que escribo esto. Cuando se termine de calcular la estructura, saldré a correr durante una hora, volveré, una ducha rápida, esperaré a que se me seque el pelo mientras respondo algunos correos electrónicos, echo un ojeada a los nuevos comentarios de Solo Arquitectura y si tengo suerte, antes de acostarme podré leer la nueva entrada en el blog de Antonio Muñoz Molina. 

Si tuviera imaginación podría escribir sobre lugares lejanos o me inventaría personajes extraños, sofisticados, llenos de carisma... pero como no tengo ni un ápice, sólo puedo escribir de lo que me ocurre día a día, de lo que veo o de lo que pienso.

Doce palabras por reglón, aproximadamente, 23 reglones, eso son unas míseras 276 palabras... va a ser complicado. Vaya, al final sí que he contado las palabras... aunque a grosso modo.

Al otro extremo del hilo

Hace dos o tres años, mientras corría de madrugada entre Correos y el puerto de Barcelona, me encontré con el rodaje de una película. Supongo que los actores eran famosos (alguna justificación deberían tener para rodar a aquellas horas tan extrañas), pero yo fui incapaz de reconocerlos. Cometí el error de quedarme a ver lo que hacían. En la escena, dos hombres vestidos de época caminaban entre los raíles de la cámara mientras conversaban entre ellos. Repitieron la escena al menos dos docenas de veces. Luego aparecía una chica y se lanzaba a los brazos de uno de ellos. La chica iba, también de época, con un vestido ligero de verano (y estábamos en el mes de octubre -lo recuerdo porque consideré aquella experiencia tan novedosa para mí como un regalo de cumpleaños). Desde la madrugada que me topé con el rodaje, no he sido capaz de disfrutar de igual forma de una película. Veo una escena de dos personas conversando, y los imagino caminando con paso de pato entre los raíles de una cámara, o intento distinguir en unos brazos desnudos las señales del frío, o me fijo en el cielo de la escena: ¿es madrugada? ¿media tarde, aunque supuestamente se acaban de levantar? En el caso de las películas, habría sido más beneficioso no saber cómo se hacen. A pesar de siempre ando intentando averiguar cuál es el origen de las cosas. 

Y los escritores, ¿de dónde nacen sus novelas o sus cuentos? Parece que hay dos clases de escritores, los que tienen en la cabeza toda la trama de la novela (escritores de mapa, los llaman) y los que sólo tienen el cabo de un hilo y se dedican a tirar de él, a la espera de lo que les depare la historia (escritores de brújula -éstos se lo deben de pasar muy bien escribiendo, supongo-).  ¿Pero, dónde está el inicio de las historias que nos cuentan? Hace tiempo, mientras estudiaba, asistí a una conferencia en la que hablaba un escritor: Ignacio Martínez de Pisón (como conferenciante es aún más soporífero que como escritor). Al final de la conferencia permitieron hacer preguntas, y yo le hice esa: ¿De dónde sacan los escritores sus historias? Supongo que la pregunta le pareció poco interesante (puede que se la hagan constantemente). Divagó durante un rato, pero no respondió a lo que yo tenía tanta curiosidad por saber. 

lunes, 30 de enero de 2012

Hay otros mundos, pero están en éste

Hay otros mundos, están en éste, en blanco sobre negro o al otro lado de la pantalla del ordenador. Y nos hacen disfrutar hasta el extremo de que perdemos la percepción del paso del tiempo y olvidamos cualquier problema durante el rato que disfrutamos de esas historias que nos cuentan. Estos últimos días he tenido suerte. 

He vuelto a ver una película de miedo de la que disfruté hará dos o tres años en un cine de verano y de la que no recordaba mucho por que habíamos estado durante toda la función más de cachondeo que atendiendo a la historia que se nos estaba contando. El título es The Host. Es una película coreana -aunque no es la que se podría considerar directamente friki (otras películas de monstruo norteamericanas son mucho más frikis que ésta). Los efectos especiales son muy buenos. El monstruo parece en la misma dimensión que los actores (hay películas en las que las transparencias cantan tanto que producen hilaridad y es imposible sentir miedo por algo que sólo es ridículo). Es más interesante, sin embargo, la historia de los "héroes" que, al contrario de lo que estamos acostumbrados a ver en estas películas, son un poco más como nosotros, capaces de cometer errores, con miedos y torpezas y no son omnipotentes. 



También he tenido suerte con el último libro de Elvira Lindo: Lugares que no quiero compartir con nadie. Me quedan muy pocas hojas para acabarlo. Ha sido una sorpresa. El anterior a este,    Lo que me queda por vivir, me pareció que tenía un final algo precipitado, como si le faltara algo por contar (puede que callara algo por pudor -aunque no tiene pinta de ser del tipo de escritoras que se callen lo que tienen que decir)-. Para leer y disfrutar más de este libro conviene dos cosas:
1º.- Saber que el Antonio que menciona en muchas páginas es Antonio Muñoz Molina -supongo que la mayoría lo sabe, pero siempre hay algún despistado por ahí que puede ignorarlo-. Es mucho más cómica la anécdota del nombre de su perra Lolita si una se imagina a un señor tan serio y circunspecto como Antonio Muñoz Molina acusando a su esposa ante una vieja cascarrabias de haber sido ella quien le puso el nombre del objeto del deseo de un pederasta a su perrita. 
[Mi madre me puso el nombre de Rebeca por la película de Alfred Hitchcock -desconocía que estaba basada en el libro de Daphne du Maurier-, hasta que no se lo hice ver, no se dio cuenta de que me había puesto el nombre de la mala pécora de la historia].
2º.- (Y esto es aún más importante) Tener el ordenador delante para ir buscando los sitios que menciona -al final del libro viene una guía, con las direcciones física y páginas webs de los lugares-. Es divertido ver con los propios ojos algunas descripciones. 

La inquina de un engranaje inhumano

Las tres leyes de la robótica, según Isaac Asimov son:

1.- Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
2.- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
3.- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida que esta protección no entre en conflicto con la Primera y Segunda Ley.

Esta mañana me la he tirado casi por completo intentando hablar con la Agencia Tributaria, con la sección del IVA, en concreto. Si llamas al 901 335533 te responde una máquina. Si quiere hablar con no sé qué, marque uno, si quiere hablar con no sé cuánto, marque dos, si su consulta es referente al IVA marque el tres... Tic-tac, tic-tac, tic-tac... hoy es el último día para pagar el IVA del cuarto trimestre. No me gusta dejar las cosas para el último momento porque es muy posible que lo más inesperado te robe el tiempo y no puedas cumplir con tus obligaciones en el plazo estipulado por ley. Pero tenía una de esas facturas emitidas (por fortuna sin firma) con la sempiterna promesa de ser pagadas de inmediato, pero que son sólo papel mojado. Necesitaba que la página web de la Agencia Tributaria me generara un pdf del modelo 303, mil veces rellenado online y mil veces frustrada su emisión por que, según la página web: "esta aplicación no está disponible". Y mientras tanto, el tiempo avanzando tic-tac, tic-tac, tic-tac... incluso lo escuchaba desgranarse (bueno, es posible que fuera el ruidito del reloj que está  sobre la puerta de salida a la terraza). La respuesta que obtenía del teléfono: "En estos momentos todas nuestras líneas están ocupadas. Por favor, espere"... "En estos momentos todas nuestras líneas están ocupadas. Por favor, espere"... "El tiempo estimado de espera es de dos minutos".... "En estos momentos todas nuestras líneas están ocupadas. Por favor, espere"... Cuatro o cinco después: "En estos momentos todas nuestras líneas están ocupadas. Por favor, inténtelo más tarde"... !Y ME COLGABAN!!! 

Llamé a la Demarcación de Granada, a la de Barcelona, a la de Málaga.... todos me devolvían al maldito 901 335533 donde la maquinita de voz femenina y dulzona volvía a hacerme esperar cinco o seis minutos para colgarme. ¡Qué frustrante!

Al final salí corriendo a comprar un maldito modelo 303 al estanco más cercano y lo rellené con bolígrafo. A las dos menos cuarto, estaba dejándome sangrar por el Impuesto sobre el valor añadido. 

De vuelta a casa, ya mucho más tranquila, volví a intentar hablar con alguien para poner una queja formal... fue remitida al 901 335533. Mañana me pasearé hasta los Jardines del Triunfo e intentaré hablar con alguien 


domingo, 29 de enero de 2012

En busca de la felicidad

Hoy era el cumpleaños de un amigo y para celebrarlo nos ha invitado a un grupo a comer en su casa. Ninguno de los que reuníamos allí éramos del mismo gremio. Estábamos un bombero y su pareja que era enfermera, una profesora y su pareja que trabajaba como dependiente en una floristería, mi amigo que es ebanista y yo, que soy arquitecto. Por supuesto, se habló de muchas cosas. Mientras tomábamos el postre (tarta de tiramisú bañada con cera de vela de cumpleaños, según el cocinero-ebanista-cumpleañero), hubo un concurso que nadie de los presentes, por desgracia, ganó: ¿qué profesión te permite no tener ninguna preocupación? ¿qué profesión te permite levantarte por la mañana -o por la noche-, ir a trabajar y saber que no podrás "cagarla" o ser acusado de un error real o ficticio? Todos giramos la cabeza hacia el dependiente de flores.

- Las flores son como cachorrillos que necesitan de muchos mimos y cuidados y no todas las personas están capacitadas para ello. Compran una maceta, se les muere al cabo de dos semanas y me vienen con el tiesto exigiéndome que les devuelva los cinco euros que les costó un cactus que ha terminado pocho anegado en agua.

El bombero alegó que siempre los acusan de llegar demasiado tarde (aunque sólo hayan transcurrido dos minutos desde la llamada a su aparición). 

La enfermera, durante su última guardia, una paciente con problemas psíquicos le había vomitado encima a posta. Y hace dos años estuvo a punto de cargar con la culpa de haber administrado un medicamento erróneo a un paciente.

El ebanista, su último problema: había construido un armario para el hueco que queda bajo una escalera. Cuando fue a cobrarlo se encontró con el disgusto de los clientes. La puerta estaba descolgada y había rayado el parquet. Estaba convencido de que los hijos de su cliente se habían columpiado en la puerta, pero como eran buenos clientes, no le quedó más remedio que cambiar las bisagras y reparar el parquet.

La profesora aseguró que cuanto más incapacitado estaba un niño para estudiar y más vago demostraba ser, mayor era la oposición de los padres a aceptar las calificaciones de su retoño. A veces, incluso había estado tentada a aprobar a algún inepto, sólo por evitar enfrentarse de nuevo con los padres furibundos. 

Yo: mis clientes parecen obstinados en no hacer caso de las sugerencias y hacerme diseñarles las viviendas más incómodas e inapropiadas posible. 

Llegamos a la conclusión de que siempre que haya que enfrentarse a otro ser humano, el trabajo, tendrá la capacidad de amargar la existencia, aunque sólo sea momentáneamente. 

sábado, 28 de enero de 2012

La muerte paralela


Ahora ya no existe. Donde indica la flecha, no hace mucho tiempo, había una encina enorme rodeada de un sembrado de trigo que ondulaba bajo la más mínima brisa. La sombra de la encina era tan oscura que parecía un agujero insondable desde donde yo la miraba, al otro lado de la alambrada de púas que cercaba mi mundo del exterior. Nunca pude ir hasta aquella encina y conocer sus auténticas dimensiones (aunque seguro que la infancia me las habría falseado haciéndolas gigantescas). No me dejaban salir sola porque temían que un coche me atropellara en aquel camino de tierra (ridículo el temor) que únicamente llevaba a un río de agua salada; y tampoco encontré a nadie que me quisiera acompañar porque parecía que sólo yo sentía curiosidad por el árbol que me parecía tan lejano, aunque ahora la distancia me parece ridícula. 


Tampoco existe el olivo que mi padre plantó pocos días después de mi nacimiento en el patio de nuestra casa. Ya ni siquiera existe la casa. Estaba en bastantes buenas condiciones cuando nosotros vivíamos en ella, no comprendo qué la pudo deteriorar tanto como para tirarla, y no repararla, en tan poco tiempo. 

Cuando mi madre compró la casa en Villanueva del Rosario, intenté conseguir permiso para recuperar el olivo que mi padre plantó para mí. Pero ya no nos quedaban conocidos en ese recinto militar, y fue completamente imposible. Habría sido más persistente si hubiera imaginado que mi olivo iba a tener una vida tan breve.

De cuando el mundo olía a gasolina

Esta mañana mis hermanos me han secuestrado. Necesitaban que les hiciera el dibujo de una estribera, pero tenía que ser in situ, donde estaba la moto, y la moto estaba en mitad del campo, cerca de Loja, en unas viejas escombreras que la gente utiliza para hacer moto cross, tomar el sol y, aunque no sea la hora de comer, hacer barbacoas, en cuyas parrillas van cayendo invariablemente castañas, chuletillas de cordero, chorizos, trozos de morcilla, longanizas... El dibujo, por fortuna porque la batería del portátil estaba medio K.O., salió a la primera. Para entonces eran las 10 y media. Mis hermanos se fueron a hacer la pieza y yo me quedé viendo las motos saltar y hablando con aquella gente que me recordaba a mí y que sólo después de refrescar mis recuerdos con anécdotas y motes, pude corresponderles. 

El Tortuga y el Nervios. Cuando los conocí eran apenas dos adolescentes -aunque yo los recordaba como adultos- con la cara llena de granos y capaces de ruborizarse por cualquier nimiedad, pero a la vez, con un desparpajo asombroso para hablar delante de una cámara o de un micrófono. Participaban en el Campeonato Andaluz. Ninguno era muy bueno, lo hacían más por diversión que por los beneficios económicos que pudieran sacar, que por lo general, ni siquiera eran nulos, eran negativos. Ambos están de acuerdo en que, si no hubiera sido por las motos, habrían terminado yendo por mal camino, como muchos de los que compartieron con ellos la infancia y ahora, los más afortunados, están en Proyecto Hombre, como pacientes, no como trabajadores. Tortuga tiene una tienda de motos por la costa de Málaga y Nervios es pediatra  (cualquiera lo hubiera imaginado). 

Mis hermanos eran los mecánicos de muchos de ellos. No habían aprendido el oficio en ninguna escuela taller ni nadie les había dicho esto se hace así o de esta otra manera. Aprendieron desmontando y montando sus propias motos, y a juzgar por el montón de gente que la requería, eran muy buenos. A mí me solían llevar a los entrenamientos y los campeonatos . Salíamos por la mañana muy temprano y volvíamos, por lo general, cuando ya había anochecido. Si la carrera era lejos, incluso teníamos que dormir en la furgoneta. Entretanto mi madre se quedaba al cuidado de mi madrina, 

No recuerdo momentos de aburrimiento. Aunque debió haberlos porque eran muchas horas. Sí recuerdo la gracia que les producía a muchos el que yo supiera distinguir entre una llave allen y una llave inglesa o una de trinquete, entre un destornillador plano y otro de estrella, o que supiera qué era un chasis y qué un colín. Era un poco mascota de todos ellos. Me mimaban. A la vez también me utilizaban. Para ligar y para conseguir objetos de propaganda de las casas comerciales que iban a los campeonatos a vender. Sus novias me regalaban pendientes o pulseras. Se preocupaban de tenerme bien alimentada, de acompañarme al baño (aunque yo no lo necesitaba) y de que no pasara frío. A veces terminaba sudando bajo una chupa de cuero de algún motero, la bufanda de su novia y el gorro del primero que consideraba que hacía demasiado frío para mí.

Recuerdo aquella época con mucho cariño, aunque me alegra mucho de que ya haya pasado.

A las dos y media la pieza estaba terminada y mis hermanos de regreso, para sorpresa del cliente del Tortuga y orgullo de hermana. 

viernes, 27 de enero de 2012

Divagaciones 11

Advertencia: Es contraproducente leer el último libro de Elvira Lindo, Lugares que no quiero compartir con nadie, en público: produce carcajadas y la gente puede tomarte por loca.

¡Bieeeeen! Ya he conseguido Los Fantasmas de Edimburgo, de Eloy M. Cebrián (próximo libro que caerá). Es denso. Casi 500 páginas con márgenes mucho más estrechos de lo normal.

¿Qué se ve en la imagen? Yo veo a un tío calvo que vierte agua delante de una especie de trineo con el que arrastran la enorme roca. Tenía una monjita que se obstinaba en decir que no se sabía cómo habían construido las pirámides. Que había sido obra de Dios.... en fin, cuanto más recuerdo el internado (era católico -de misa obligatoria todos los miércoles por la mañana para las internas-), más convencida estoy de que es imprescindible separar la enseñanza de la religión -de cualquier religión- 


Aunque los colegios laicos no están libres de la estulticia de sus enseñantes (de algunos, pocos, por fortuna). Mi sobrinilla tiene 10 años y está en 5º. Es una niña que suele sacar sobresalientes y notables. Sólo sacó un bien el año pasado. Ante la pregunta: ¿Es simétrico el cuerpo humano? Ella dijo que no y razonó su respuesta: tenemos un solo corazón que está en lado izquierdo, un solo páncreas, hígado, etc. Menudo disgusto pilló mi sobrinilla. Lo que le preocupaba era que el profesor la tomara por tonta. Le dije que en su historia de lo sucedido con el profesor de Conocimiento del Medio, había un tonto, pero que no era ella. No me creyó. Aseguró que decía aquello sólo para consolarla. Ay, y nunca he sido más sincera.

Bueno, voy a seguir leyendo (intentaré reírme bajito, por los vecinos)

jueves, 26 de enero de 2012

Introspección



Hoy ha sido uno de esos días negativos que una prefiere olvidar. Demasiadas ocupaciones y mucha pérdida de tiempo por culpa de las esperas. Apenas he podido trabajar. Los días que no puedo trabajar o hacer cosas que me gustan, los considero perdidos (supongo que cuando esté en el lecho de muerte, me arrepentiré de todos ellos). También ha habido una retahíla de decepciones. Los laboratorios que nos habían invitado a realizar un anteproyecto para su edificio en El Campus de la Salud, nos ha pedido que esperemos porque no tienen seguro que consigan la subvención. Guille vino hoy temprano; pero sólo para recoger una muda y marcharse a Barcelona volando. Cosas de trabajo. Una pericial que teníamos prácticamente terminada, las partes han llegado a un acuerdo y ya no la necesitan (ahora tendré que comerme el tarro para justificar que no vamos a devolver la previsión de fondos -eufemismo de "adelanto" que hacen las partes-. Y la psicopedagoga me ha sugerido que deje de intentar aprender inglés (sin una justificación real, porque, de momento, no estoy mezclando idiomas). Sería una pena tener que obedecerla porque me hacen muy feliz los pequeños adelantos que noto (ejemplo: haber sabido traducir el título al inglés de la canción del vídeo, porque sólo lo recordaba en español).

Todo este "quejido" lo suelto aquí porque no quiero arrastrarlo conmigo mientras corro.

También han sucedido cosas buenas: Guille quiere que nos vayamos de vacaciones en cuanto el edificio del Campus de la Salud esté más o menos encauzado. Ha sugerido unas vacaciones internacionales. Sé que a él le encantaría ir Al Gran Cañón del Colorado. Yo, sin embargo, prefiero algo mucho menos mundano. Ir a Madrid y asistir a todos los musicales y obras de teatro que den en este momento. Granada es una ciudad muy cómoda en la que vivir, siempre que no tengas ningún inquietud intelectual. Tanto tiempo en las salas de espera, de la ginecóloga, de la psicopedagoga, del Colegio de Arquitectos y del Ayuntamiento, me ha permitido dar "un empujón" al libro que estoy leyendo y el que me entretiene bastante. 


La alacena de sebo


Uf, sólo de ver la imagen del Big Mac de MacDonald, una se siente saciada, llena, inflada, como si fuera un globo a punto de explotar. Ayer comí en el MacDonald que hay cerca de la parada de autobuses en Granada.

Les estoy haciendo el anteproyecto a una pareja joven que planea casarse en cuanto tenga terminada su vivienda. Es bueno, muy bueno, conocer directamente a los clientes. Observarlos, ver cómo hablan entre ellos, intuir si se callan algo. Hay que fingir tener cistitis y levantarse de vez en cuando para dejarlos hablar solos. 

No suelo ir al MacDonald a comer. A Guille no le gusta y a mí me da un poco de asco desde una vez que vi un documental donde un señor se dedicaba a comer durante un mes sólo y exclusivamente lo que podía comprar en esta cadena de restaurante de comida rápida. Encontró un pelo púbico en el helado o el yogurt (no recuerdo). 

Su parcela es estrecha y alargada (como casi todas las parcelas que se pueden comprar hoy día en los pueblos, en el centro de los pueblos, o en el ensanche). Estas parcelas implican que tengas que hacer tres plantas (dos sobre rasante y una bajo rasante) para satisfacer las necesidades que creen tener una de estas parejas jóvenes que planean casarse y tener familia: dos o tres hijos, la suegra viuda, un lavadero independiente de la cocina, trasteros, cochera para dos coches, un salón en el sótano, patio para barbacoa...

Quedamos en el MacDonald por comodidad de ellos y porque a mi me resultaba indiferente el lugar. Que la camarera (¿se pueden llamar camareras a las chicas del MacDonald? -parecen más bien sólo cajeras-) les sirviera sin preguntarles qué querían tomar, me dio idea que eran asiduos del lugar. Su físico no lo desmiente. Cada uno de ellos se tomó un menú parecido al de la foto: hamburguesa doble (enorme) patatas gigantescas, un helado de al menos medio litro, y un vaso de Coca-cola tan desproporcionado, que habría servido para saciar la sed de un camello después de 40 días de travesía por el desierto. 

Quieren semisótano, planta baja, planta alta y un castillete con terraza plana y un lavadero. Son 54 escalones. Ayer la chica le pidió a su novio que se levantara a pedirle que le rellenaran el vaso de coca-cola porque ella estaba muy cansada. Quince metros sin escalones. Hacen buena pareja. Son como dos almacenes de grasa (unos 100 kilos cada uno sin superar el metro setenta).

¿Por qué somos tan cuidadosos con las carencias y defectos propios y ajenos? Debería haberles dicho que no serán felices en una vivienda con tanta escaleras. Si se cansan al recorrer 15 metros, ¿tendrán ganas de hacer la limpieza en una casa que implique subir y bajar constantemente? Ahora son jóvenes y sus cuerpos funcionan. Pero, con un sobre peso como el de ellos, a los 40 años (ahora tienen 20 y poco) seguramente sus piernas comenzarán a dar problemas. Me odiarán por haber satisfecho sus deseos. 

miércoles, 25 de enero de 2012

A veces... veo muertos

Hay un libro de José Saramago que me gusta mucho: El hombre duplicado. Trata de un profesor, Tertuliano Máximo Alfonso (me encantó el nombre -como el de Sierva María, en El amor y otros demonios, de García Márquez-) que viendo un día una película, se reconoce en un actor secundario. Tiene su mismo aspecto. Y se dedica a buscar a ese actor, poco famoso, hasta encontrarlo. 

Esta mañana he saludado a un muerto.  En Barcelona, justo bajo nuestro apartamento, vivía una familia cuyo recuerdo me hace entristecer. Estaba compuesta por el marido, un hombre mayor, pero no lo suficiente para estar jubilado; trabajaba en el aeropuerto de El Prat, en la limpieza. La mujer, con problemas de obesidad (no salía nunca de casa) y una hija con alguna deficiencia intelectual. En los primeros días del mes de marzo de 2010, el hombre murió durante la noche, mientras dormía. La mujer, supongo que no compartían cama, se dio cuenta por la mañana. Jamás he escuchado un grito tan desgarrador como el que nos alertó a los vecinos de que algo malo sucedía. No conozco los pormenores de lo ocurrido en aquel piso porque cuando llegué, al ver que ya se ocupaban de la situación, volví a casa. Sí sé que en un momento dado, con la confusión de la gente entrando y saliendo: policía, médicos, sanitarios, un juez... la hija (siempre que se habla de hija parece que va implícito que se trata de una niña, pero en este caso era una mujer adulta de unos 30 y muchos años) se escapó del piso. Salió en ropa interior. Pocos días después nevaría. Aquél, el cielo estaba despejado y el frío cuajado. A la hija no la echaron en falta hasta por la tarde. La encontraron en la habitación de la depuradora de la piscina, con síntomas de hipotermia. Tuvieron que hospitalizarla. Al funeral del hombre sólo fuimos media docena de vecinos (literal, seis vecinos, ni más ni menos). Los compañeros de trabajo del difunto ni se habían enterado de lo sucedido. La esposa no pudo ni ir al funeral, ni estar al lado de su hija en el hospital. 

Este hombre tenía la cara muy arrugada, como si hace tiempo hubiera sido gordo y al adelgazar su piel no se hubiera hubiera contraído por carecer de elasticidad. El pelo ralo, corte militar, gris; gafas de montura de pasta negra, desproporcionadas, muy grandes, de esas que parecen salidas de una película de los años 80. Tenía los brazos más cortos de lo normal, aunque completamente funcionales. Relajados, parecían dos guiñapos con pinzas retráctiles en sus extremos. Para que sus manos no se perdieran en las profundidades de las mangas de las camisas, a dos tercios del puño, tenía un doblez de la tela.

Esta mañana he creído verlo en la panadería. La única diferencia, que este señor está casi completamente calvo. Hasta lo he saludado antes de darme cuenta de que era imposible que fuera quien yo pensaba que era (por fortuna no me puse en evidencia -sólo fue un "hola" más amigable de lo esperado entre extraños-).

Puede que Saramago tuviera razón, y por el mundo pululen nuestros otros "yo".

martes, 24 de enero de 2012

Huérfanos con padres

Hoy han venido a almorzar mi cuñada, mi sobrina y Loli, una amiga de mi sobrina. Tenían que ir al médico, las tres, pero a horas distintas.

Mi sobrina y su amiga tienen ese parecido que adquieren las personas que están mucho tiempo juntas. Físicamente no se parecen en nada (rubia con los ojos azules, mi sobrina; morena, ojos marrones, la amiga); pero tienen los mismos gestos y tics; la misma forma de sonreír y mirar de reojo cuando están un poco avergonzadas, o la misma forma de soplar el flequillo si se les mete en los ojos. No pregunté, aunque me pareció extraño que no fueran sus padre quienes acompañaran a Loli al médico.

Mientras lavábamos los platos y las niñas jugaban con el ordenador, me explicó mi cuñada que llevan con la niña desde hace tres semanas. Sólo, supuestamente, iba a pasar un fin de semana con ellos, pero la madre se ha desentendido de Loli casi por completo. La llama por teléfono para preguntarle cómo está y si necesita algo, pero siempre pone excusas para no ir a buscarla: el trabajo, una gripe, resaca... El padre, con el que se tiene que quedar fines de semanas alternos, pidió que se la llevaran a Sierra Nevada. Mi cuñada lo hizo. El padre estaba con un grupo de amiguetes. Después del primer saludo, dice que apenas prestó atención a Loli. Mi cuñada ya había salido de Prado Llano cuando se arrepintió de haberla dejado y volvió por ella -el padre no puso impedimento-.

Dice mi cuñada que Loli es muy buena influencia para mi sobrina porque así no se siente sola y tiene con quién jugar. Además, es una niña muy respetuosa, tranquila y agradecida. Lo de agradecida lo he podido constatar: me dio un abrazo cuando se fue y sólo porque les di los bombones que nos regalaron los de la tienda de los kebat.


lunes, 23 de enero de 2012

Divagaciones 10

Cuando esta mañana fui a entregar las películas de DVD al vídeo club, el dueño estaba eufórico. El cierre de Megaupload, al menos él lo achaca a esa consecuencia, ha hecho que este fin de semana haya tenido al menos un 10% más de alquileres de películas.

Hay cascarrabias profesionales. Esta mañana, en el supermercado, me pisaba los talones uno de ellos. Un señor de unos cincuenta y tantos años. En la sección de la pescadería, protestaba de lo mal que olía el pescado; en la sección de la carnicería, de lo repulsivo que resultaban los conejos colgados con las cabezas bocabajo y despellejados; en la cola de la caja, porque un chaval estaba pagando con monedas fraccionarias (el cajero es muy ágil y no tardaron apenas). El señor, cuando el chaval se iba ya, le gritó: "La próxima vez cambia el dinero en el banco". El chaval se volvió para responderle: "¿Y quitarte el placer de refunfuñar? No soy tan cruel". Fue tan rápida la respuesta del muchacho, que solté una carcajada. Fui fulminada por la mirada del señor.

Visita a un nuevo local. (Me agota el empleado de la inmobiliaria: es como si quisiera cabrearme). Más de 300 m² en una planta primera sin ascensor (lo que impediría legalizar la oficina). Sin apenas luz (las pocas ventanas que tiene, dan a un callejón estrecho) y necesitado de: cambio de pavimento, pintura, sanitarios rotos, azulejos rotos, ventanas simples, sin aire acondicionado. Buscábamos: un local de menos de 100 m² en planta baja -en plantas superiores, siempre que el edificio estuviera adaptado para minusválidos, sin necesidad de acometer obras importantes -pintura, retirada de muebles, y cosas semejantes, sí; pero no nada más cuantioso-.  Y, sobre todo, con luz (los locales sin apenas luz, me hacen sentir cansada y deprimen). 

Ya he terminado el libro de Roberto Bolaño: Los sinsabores del verdadero policía. Me equivoqué. Lo he disfrutado. Y esos párrafos que creía un "delirio" involuntario del editor, tenían su razón de ser.

Inicio del libro de Elvira Lindo Lugares que no quiero compartir con nadie. Me gusta mucho la dedicatoria: Para Antonio, porque donde está él está mi casa (un día de estos se la tengo que soltar a Guille como si fuera propia -aunque seguro que se da cuenta que no ha salido de mi cerebro). Antonio Muñoz Molina, en su blog hace tiempo nos dedicó una entrada (a sus lectores) en el que hablaba de lugares perfectos que quería compartir. Me pregunto si este libro tiene algo que ver con esa entrada, si fue al contrario: la entrada con la intención de Elvira Lindo de escribir este libro; o si el paralelismo sólo existe en mi cabeza y ha sido una simple coincidencia.

Qué burra soy: hace tiempo -bueno, no tanto- pensaba que Antonio Muñoz Molina estaba casado con Almudena Grandes.

El dueño del secreto

Dice mi madre: Dale un poco de poder a un tonto, y hará infelices a todos los que tiene a su alrededor. (Consecuencia de haber vivido casi toda su vida entre militares).

El sheriff de Denver que investiga la masacre del Instituto Columbine (donde dos descerebrados mataron a 13 personas y luego se suicidaron), se niega a hacer pública las cintas que los dos asesinos grabaron poco antes de la masacre, con la excusa de que estas cintas pueden servir de inspiración a otros chavales para realizar actos semejantes. Quienes las están solicitando son los padres de los niños que murieron a manos de sus propios compañeros. Necesitan respuestas a sus muchas preguntas (ellos, sólo los padres, los demás, sospecho que es generalizado, nos explicamos qué ocurrió en ese instituto, antes y después de los asesinatos).

¿Por qué las victimas, siempre, en todo momento y bajo cualquier circunstancia, parecen merecer ser las perdedoras?

domingo, 22 de enero de 2012

La incapacidad de Dios para aprender

El martes 16 de abril de 1912 se hunde el Titanic, el viernes 13 de enero de 2012 el Costa Concordia encalla con unas rocas y se produce su hundimiento parcial provocando varias muertes y desapariciones (al día de hoy, aún se desconoce el número exacto de unos y otros). En ambos casos la causa fue la imprudencia del capitán (demasiado rápido para navegar entre hielo y navegar demasiado cerca de las rocas). 




La historia se repite un siglo después pero no parece que se haya aprendido mucho. Más bien, incluso, se ha olvidado. En el caso del Costa Concordia no hubo apenas tripulación poniendo orden para que bajaran primero las mujeres y los niños (puede que las mujeres ya no necesitemos esta "discriminación positiva" porque resistimos tanto como los hombres en situaciones difíciles; tal vez ahora se debería decir: niños y ancianos primero, si es cuestión de proteger a los más débiles). 

Paralelismos:

- Ambos se hundieron por imprudencia del capitán del barco.
- En ambos los botes salvavidas no eran suficientes para rescatar a todos los pasajeros. En el caso del Titanic, porque las normativas de aquella época no lo exigían; en caso de Costa Concordia, porque se dio la orden de abandonar el barco demasiado tarde, cuando éste ya estaba escorado y parte de los botes inservibles. 
- En ambos casos se da demasiado tarde la orden de abandonar el barco. 

Preguntas: 

-Los pasajeros del Costa Concordia tuvieron que desplazarse hasta sus camarotes para buscar sus chalecos salvavidas. En los garajes donde se exigen la utilización de bíes (bocas de incendio equipadas), la distancia entre ellas no debe ser superior a 25 metros. ¿No deberían habilitar en las zonas comunes de los barcos armarios donde se guardaran chalecos salvavidas? 
-Al igual que la azafata te da un cursillo acelerado de qué hacer en caso de un incidente, ¿no deberían hacer lo mismo en los barcos? -sólo he estado en un crucero y la única información que recibí en caso de incidente estaba pegada a la parte posterior de la puerta del camarote, con letra tan diminuta, para que cupiese en cuatro o cinco idiomas, que daba pereza leerlo. 
- Esto no es una pregunta, sería una exigencia si alguien con autoridad me escuchara: ¡Por el amor de Dios, que alguien enseñe a la tripulación de todo barco a actuar en caso de accidente!

¿Se repetirá en el 2112? De hacerlo, ¿se habrá aprendido algo? Bueno, nosotros ya no estaremos ahí para verlo.

Daños colaterales


Hasta hace un rato no me he percato lo que significa para mí realmente el cierre de Megaupload. No, no lo utilizábamos para bajarnos películas o música; pero sí para enviar documentación desde un estudio a otro.

Hace un rato me llamo la aparejadora que tenemos en el estudio de Barcelona. Mañana debería llevar una pericial a los juzgados de lo Contencioso Administrativo de la Via Laietana. Cuando la documentación ocupa más de 25 megas, capacidad límite que suelen tener los correos convencionales, solíamos enviar el archivo por Megaupload (era un método rápido y eficaz). Le mandaba un correo con el enlace y sólo debía pincharlo y esperar a que se descargara. Llevo toda la tarde enviándole el archivo de pdf fragmentado, para que le pueda llegar (ocupa mucho espacio porque las fotografías de la pericial deben ser de gran resolución para que se vean los desperfectos más pequeños de una vivienda -fisuras tipo pelo-). 

Por fortuna tenemos copia de seguridad de todo lo que hemos enviado de esta forma. Aunque, lamento decirlo, confiábamos bastante en que siempre tendríamos esa documentación online, para utilizarla cuando fuera necesario. 

Utilizamos otras páginas de este tipo, principalmente para mandar a imprimir archivo de planos, suelen ser páginas particulares de las fotocopisterías. 

¿No deberían haber avisado? ¡Eh, vosotros, los que utilizáis de forma legal el Megaupload, recuperad vuestros archivos que el chiringuito se cierra!!! Supongo que sólo somos daños colaterales. 

¿Cómo saber qué páginas son legales y cuáles no? ¿Una página que se utiliza de forma fraudulenta será cerrada? ¿Si el facebook es utilizado por pederastas, también se considerará ilegal? ¿Se extrapolará lo ocurrido en el ciberespacio a la vida real? ¿Detendrán a los fabricantes de armas? (una pistola no se crea para cascar nueces; y matar a una persona es un delito mucho más grave que el pirateo).

Sí, he sido demagoga, pero sólo era una forma de desahogarme después de perder toda la tarde enviando la pericial a trocitos: 32 archivos (de los que aún no han llegado a destino ni la mitad). 

sábado, 21 de enero de 2012

Inflada como un buñuelo

"Mis clases" de inglés comienzan a dar resultados. Remotos y rudimentarios, lo sé, pero, qué pasa, se puede sentir una orgullosa de sí mismas, ¿no? Casi todo el tiempo suelo ser consciente de mi auténtica capacidad, así que si, durante cinco minutos me siento "lista", pienso disfrutarlo.

En una película ("friki", japonesa) Paradise Kiss al final salió una canción que me gustaba y con mi rudimentario inglés he sido capaz de identificar de cuál se trataba:



Claro que también podría haberla buscado en los créditos (ups, ya vuelvo a mi estado natural de autoestima). 

El espíritu de Misery

Hoy mi hermano mayor me ha aconsejado una de las últimas películas de Roman Polanski: El escritor fantasma. Como hace poco vi el documental sobre Charles Manson, comencé a hablarle del asesinato de Sharon Tate. No me sorprendió nada que él supiera incluso más que yo, y de memoria. Su   cabeza es como una enorme enciclopedia que guarda todo. Me aconsejó que no intentara comprender qué impulsa a un asesino a matar sin justificación a la primera persona con la que se topa. Estos, en concreto, parece que simplemente tenían la cabeza comida por Charles Manson, quien ni siquiera tuvo que mancharse las manos. Me habla también del asesino de Rebecca Schaeffer (del apellido no se acordaba, sólo del nombre, y he tenido que buscarlo en internet). 


Era una actriz de series televisivas de los años 80. Uno de sus fans la estuvo acosando durante tres años. Por medio de un investigador privado consiguió su dirección. Fue hasta su apartamento y la mató de un disparo en el tórax, al parecer por no considerarse suficientemente correspondido por la actriz. Rebecca tenía 21 años.


Supongo que a la mayoría nos pasa, nos sentimos muy cercanos a un actor que admiramos. Pero sabemos discernir por completo la ficción de la realidad. Estos "fans extremos" niegan el libre albedrío de su actor-fetiche y se ofrecen, como si imponer su amor fuera algo beneficioso y deseado por quienes admiran (El asesino de Rebecca escribía en una de sus cartas: Me casaré contigo y estaremos siempre juntos). ¡Qué miedo dan!

Aunque tampoco hay que ser inmortal para que te maten sin más justificación que las majaderías de un loco. Puedes ser completamente invisible, y toparte con un desequilibrado que ese día en concreto y a esa hora en concreto, le ha dado por pensar que todos hablan mal de él y necesita acallarlos. 

viernes, 20 de enero de 2012

Silencio: shhhhhhhhh

Estoy leyendo...


De momento el de Bolaño. Se me está atragantando un poquito, pero no lo suficiente como para dejarlo. Tiene partes muy buenas, pero otras dan la sensación de que eran papelillos olvidados entre las páginas del manuscrito que han editado por error (espero no encontrarme con la lista de la compra de Bolaño). 

Luego seguiré con el de Elvira Lindo, luego La Realidad Oculta, cuando finalice ese, el último de Alatriste (es tímido y no ha salido en la foto) y por último, el de la Capilla Real. Seguramente tendré que dejar aparcado a alguno porque me están buscando Los Fantasmas de Edimburgo (se está haciendo de rogar este libro -creían tenerlo en el almacén, pero finalmente no era así-)

Entre dos aguas -ley SOPA

Han cerrado Megaupload, era el portal de descargas más utilizado; pero existen una docena de las mismas características, o mejores, incluso. Si pretenden evitar realmente el pirateo, no han conseguido más que poner una tirita en una hemorragia arterial. 

Hace poco tuve que recurrir a los abogados del Colegio de Arquitectos de Barcelona. Un cliente nos había encargado el proyecto básico y de ejecución. Cuando le hicimos el proyecto básico, dijo que no le gustaba y que por razones económicas no iba a seguir con la edificación de su vivienda -unifamiliar, en un pueblo-. Al cabo de unos meses pasamos por la zona y, para nuestra sorpresa, vimos que había iniciado la obra, iba bastante avanzado y estaba utilizando el proyecto básico que, supuestamente, no le gustó y del cual sólo había pagado un 15% del precio total. Lo pusimos en conocimiento de los abogados del Colegio de Arquitectos. Sólo se saldó con una amonestación a mi compañero por utilizar un proyecto que no había realizado él. 

Tengo tres discos duros externos de 500 Gigas cada uno. Cuestan alrededor de 100 €. Los utilizo exclusivamente para hacer copias de seguridad de toda la documentación que vamos acumulando en los diferentes estudios. Documentación de la cual soy exclusivamente la autora. Sin embargo, parte de ese dinero que cuesta los discos duros, va destinado a pagar un canon de copia privada, que se lleva la SGAE. 

Uno de mis grupos favoritos de música ya no existe. No, como ocurre en la mayoría de los casos, porque se hayan distanciado entre ellos o porque haya muerto alguno de sus miembros, si no porque no tenían apenas venta de discos.  


Soy una friki, lo admito. Me gusta ver de vez en cuando (imposible ver seguidos porque terminan saturando) series coreanas. No se venden en ninguna parte de forma legal. Hay que recurrir al pirateo para obtenerlas. 

Nado entre dos aguas. El pirateo me perjudica directamente porque se pierden grupos de música que me gustan mucho y que sobrevivían gracias casi exclusivamente a la venta de CDs. Y si yo soy capaz de enfurecerme porque me han robado un proyecto, comprendo que lo haga un autor que ve colgado en la red, para su utilización gratuita, una película, libro o música... pero, si me cobran un canon porque supuestamente voy a utilizar un aparato de almacenamiento masivo para copiar en él música, películas o libros, ¿no me están dando permiso para hacerlo? Y, ¿tengo que privarme de la posibilidad de ver una película o serie que es minoritaria y que se escapa a cualquier circuito de distribución habitual? 

jueves, 19 de enero de 2012

Los tres cerditos y el soplido del lobo

Me he tirado media tarde hablando con un amigo de Barcelona que estudia Climatología y Meteorología. Está preparando su tesis y necesitaba alguien que le refutara sus ideas (una mosca cojonera) y parece que yo hago bien ese papel. Primero me explicó, con la paciencia y la sencillez de quien conoce muy bien de lo que habla, cómo se forma un huracán (sus manos aleteaban transformadas en corrientes de aire caliente y frío, giraban fingiendo el movimiento del torbellino). ¿Qué puede enfriar la superficie del agua del mar? ¿Qué puede frenar la velocidad de los vientos de un huracán antes, incluso, de que se forme? Me explica ideas que ya se han estudiado, pero que son complicadas de poner en práctica (también caras... pero teniendo en cuenta el montón de pérdidas humanas y económicas que produce un huracán, seguro que termina compensándose cualquier gasto, por grande que sea). Lanzar hidrógeno en la superficie del huracán para enfriarlo, lanzar yoduro de plata para convertir en nieve y lluvia las nubes, lanzar carbono alrededor del huracán (lo que le haría resbalar sobre sí mismo y perder fuerza)... todas son ideas peregrinas, hasta ridículas, teniendo en cuenta lo complicado que sería ponerlas en prácticas y esperar resultados positivos (algunas podrían ser contraproducentes, incluso -por el efecto mariposa-). Al final, después de rebanarnos los sesos durante un rato, él ha llegado a la conclusión de que tiene que seguir pensando y yo de que la única solución está en Japón. Explico: En Japón se producen montones de terremotos, algunos tan potentes que serían devastadores de producirse en cualquier otra parte del mundo. Pero sus viviendas y edificios están preparados para soportar esos movimientos sísmicos tan potentes. Las viviendas y edificios situadas en zonas que son susceptibles de sufrir un huracán, deberían cumplir unas normativas equivalentes a las sismorresistentes, pero correspondientes a la resistencia y protección de sus habitantes durante un huracán de igual o superior potencia a los habidos en la historia reciente en esa zona. Casi todos los huracanes se producen en EEUU y resulta cómico y a la vez trágico ver una bañera anclada al suelo perfectamente, inmune a lo que ha ocurrido a su alrededor, pero sin ningún paramento que la oculte a la vista. Los paramentos de la vivienda correspondiente, están desmigados a su alrededor: maderas, astillas, aislamiento de fibra de vidrio y contrachapado. 


Hay que reconocer la belleza de la naturaleza

Las excusas del mal

A Guille lo han contratado para replantear toda una urbanización en un pueblo de Granada y no viene a comer porque son más de 75 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Cuando comemos juntos, solemos poner música suave -algo de jazz- o algún grupo pop español (nada estridente). Cuando él no está, intento paliar su ausencia viendo documentales. La casualidad ha querido que algunos de los últimos sean sobre asesinos en serie: Charles Mason -quien ni siquiera se manchó las manos, él sólo era el cerebro (o la ausencia de él)-, Andrei Chikatilo (asesinaba adolescentes y niños), el caníbal de Rotenburg (asesinó a su amante -con el consentimiento de éste- y se lo comió -acompañando la carne con patatas princesa)... En estos documentales, en algún momento de la narración, intenta excusar el mal del asesino con alguna justificación. Charles Manson era un músico frustrado que buscaba la fama, Andrei Chikatilo era impotente, el caníbal de Rotenburg tuvo una infancia desdichada porque el padre los abandonó (a él y a la madre) cuando era muy pequeño. Excusas y más excusas, pero no justificaciones. ¿Quién de entre nosotros, no carga sobre sus espaldas con experiencias semejantes o incluso peores a los de estos sujetos?

No me cuesta nada imaginar a una voz en off diciendo: "Tuvo una infancia desdichada. Su padre murió prematuramente, cuando ella contaba sólo seis años de edad. En el colegio sus compañeras se reían de ella llamándola poncho. Vivió en un internado (aquí podrían cambiar internado por reformatorio -la TV y los periodistas tienden a fantasear un poco-) alejada de su familia"... Lo que no cabe en mi imaginación es la posibilidad de hacer daño a un semejante, no de forma voluntaria y aún menos premeditada. ¿Cuáles son los engranajes del mal que mueven la voluntad de alguien como Andrei Chikatilo?

martes, 17 de enero de 2012

Entre dos lenguas


En la entrega de los Globos de Oro ocurrió lo que se puede ver en el vídeo: intentaron (preparado o no) tocar las narices a Antonio Banderas y Salma Hayek por su acento hispano al hablar y le fue devuelto el guante al presentador (incluso por quien recibió el premio). ¿Estuvo bien?... 

Llevo viviendo un año y pico en Granada por trabajo, aunque mi casa está en Barcelona. En Barcelona se habla casi exclusivamente catalán, aunque si te diriges a alguien en castellano, por lo general, te responden en castellano. La gente fuera de Cataluña se queja del proteccionismo que existe con el catalán. Pero hay que entender que es una lengua minoritaria, hablada por menos de 12 millones de personas. Si no se le protegiera, desaparecería. A veces esta excesiva protección lleva a la sinrazón. Te obligan, por ejemplo, a entregar documentos oficiales exclusivamente en catalán. 

¿Ricky Gervais se siente amenazado cuando habla un hispano en su país? Supongo que no. En realidad pienso que debería haber buscado un mejor ayudante de guión porque le hicieron soltar una supuesta broma ofensiva que no tenía puñetera gracia. Seguramente Ricky Gervais (estoy especulando, en realidad) no sabrá hablar castellano (así que su acento y la compresión de lo diga, será imposible de constatar). Una de las cosas que más admiro en las personas (por serme casi imposible de aprender) es que sean capaces de comunicarse con otro idioma diferente al natal. Aunque la salida de Antonio Banderas (supongo que también preparada -esa gente se juega no ser llamada de nuevo para esa clase de eventos si se salen del guión-) estuvo muy bien, debería haber mirado por encima del hombro al presentador y soltado con sorna: "Le dijo la sartén al cazo...", en inglés, por supuesto, para que lo entendiera (aunque seguramente en inglés la frase pierda su sentido irónico).

lunes, 16 de enero de 2012

Siete segundos y... vuelta a empezar

Me estoy volviendo adicta a los documentales. Hoy al medio día tocó El Hombre con 7 segundos de Memoria. El título ya dice de qué se trata. Un director de orquesta, Clive Wearing, hace 20 años fue afectado por el herpes simple (lo que, por lo general, sólo produce una infección en los labios, pero a él se le introdujo en el cerebro -cosa que ocurre 1 c/ 1.000.000-). Confundieron su encefalitis con una gripe. Cuando se dieron cuenta de qué se trataba en realidad, era demasiado tarde -o demasiado pronto-, porque consiguieron salvarle la vida, pero su cerebro estaba afectado, destrozada la parte que se ocupa de la memoria. Es como si se despertara por primera vez después de mucho tiempo cada siete segundos. No retiene nada nuevo en su memoria, no recuerda que su hermana había ido a verlo después de pasar sólo dos minutos de su marcha, o que ha comido con su hijo, a quien es incapaz de reconocer porque en su memoria es aún un niño. "Es cómodo -dice de su situación-. Es como estar muerto y cuando estás muerto no tienes que hacer nada". 

Cuando era pequeña me decían que nuestro cerebro es como una enorme cómoda llena de cajones. En el mío, el cajón de las letras estaba cerrado bajo llave y tenía que ir a la psicopedagoga para que "hiciera un agujero en el cajón y dejara escapar a las palabras". Cuando oigo hablar de cirujano cerebral, en mi imaginación se fija la imagen de un señor con una minúscula llave, metiéndola entre los pliegues de un cerebro. Supongo que tarde o temprano ese "tipo" de cirujanos cerebrales, capaces de abrir cajones cerrados con llave, saldrán de entre las sombras.

domingo, 15 de enero de 2012

La insidiosa mala uva de un cantamañanas

Hoy estuvimos comiendo con mi madre, en su casa. Guille se prestó a lavar los platos -lo llamaría "mi santo" si no temiera que el apelativo le hiciera inclinarse por la castidad- para que ella y yo pudiéramos hablar (aunque lo hacemos todos los días, por teléfono y msn). En casa de mi madre está puesta siempre la TV, con un programa que, creo, es sesión continúa. Una jaula de grillos donde, a grito pelado, un grupito de semi-periodista intentan imponerse hablando de un tema que, por lo general, no tienen ni puñetera idea. Hoy trataban del tema Urdagarín. Jaime Peñafiel, un "lumbreras", un adalid de la estulticia, enrabietado porque, al parecer, la casa real no le da la importancia que "él merece". Este señor aseguró que la situación para la casa real era incluso peor que el 23-F (¡manda huevos!!!). Supongo que hablará de la situación "a toro pasado", porque en realidad, ¿es peor que toda tu familia corra peligro de ser asesinada -con tres niños pequeños-, a que un yerno te salga chorizo? 

viernes, 13 de enero de 2012

Al otro lado del puente

Acabo de encontrarme a una amiga en el Colegio de Arquitectos. Una antigua compañera de la facultad. Al verla en el Colegio supuse que las cosas le habían ido bien ("ir bien"=trabajar para lo que se ha estudiado -ya ni siquiera exigimos unas condiciones de trabajo dignas-). Sólo estaba de paso. Al Colegio había ido a saludar a un amigo. Está trabajando y viviendo en Madrid. Vive con sus padres -a su padre, que trabajaba para una multinacional, lo trasladaron desde Málaga a Madrid- y casi inmediatamente, después de hacer todo el gasto del traslado, lo despidieron. 

Las condiciones de trabajo de mi amiga.
Horario: de 8 am a 5 pm, con una hora para la comida
Seguridad social: No. Tiene contrato de becaria.
Sueldo: 900 € al mes. No tiene pagas extra.
Vacaciones: No. Cuando llega verano la despiden durante un mes y la vuelven a contratar el mes de septiembre.
Derecho a días libres: Sí, todos los que quiera, pero le descuentan de la paga los días que no haya ido a trabajar, más un 20% de penalización, supuestamente para pagar las horas extra a quien la ha tenido que sustituir. 

Uf, una se queda sin palabras. 

Está trabajando para una empresa de publicidad. Creo que ni ella misma tiene muy claro cuál es su cometido. Duelen sus condiciones de trabajo, pero más duele al recordarla trabajando en algunos proyectos que hicimos en común: el entusiasmo que ponía, la precisión con la que trabajaba. Tenía dificultad con las estructuras. Quiso que estudiáramos juntas. Le dije que de acuerdo, a pesar de que me cuesta mucho trabajo concentrarme cuando estudio con alguien o en un lugar público que no sea una biblioteca. Pero se tenía que adaptar a mi horario (yo trabajaba en un bar y algunos días salía a las tantas). De cinco a ocho de la mañana, le propuse. A las cinco menos cinco estaba en la puerta de mi piso. Yo ya estaba despierta, no me costaba ningún trabajo permanecer con los ojos abiertos, pero, intentad levantaros a esa hora para poneros a estudiar... Creo que nunca he conocido a nadie con tanta fuerza de voluntad. 

Dice que está cansada que la gente la intente consolar hablándole del final de la crisis. "¿Y si cuando acabe la crisis, todo sigue igual?"

jueves, 12 de enero de 2012

La cuenta cuentos

He heredado la imaginación de mi abuelita materna (o mejor dicho, la carencia de ella). Nos es muy difícil hablar de algo que no hayamos vivido o visto en primera persona (o, al menos, que nos hayan relatado con detenimiento). 

Cuando era pequeña, me parecía bastante al personaje que hace Kate Winslet en El Lector. No sabía leer, pero exigía historias. Cualquier tipo de historias, aunque fueran insulsas, insignificantes, falaces o aburridas. Y se las mendigaba a todo el que tuviera cerca. A los soldados, mis hermanos, mis padres... y a mi abuela materna, con quien solía pasar largas temporadas en verano. Ella siempre se resistía, le gustaba que le rogara, pero terminaba por ceder, y no paraba de contar. Vivía a las afueras de un pueblo de Sevilla. Paseábamos por el campo y su dedo señalaba una higuera retorcida con el tronco quemado. "¿Sabes qué ocurrió allí? Tres criaturitas dejaron su vida al pie de esa higuera una tarde de verano..." La historia se prolongaba con detalles comunes y datos que, por lo general, me emparentaban de alguna forma remota con los difuntos. Sus personajes nunca tenían nombre y apellidos, sólo motes: la hija del Cantinero-estofado, el marido de la Tres-Huevos, la mujer de El Manzanilla.... Cuando llegaba a la parte esencial de la historia, yo la escuchaba con la respiración contenida y nerviosa, a la espera de la catástrofe que por lo general llegaba sazonada con una porción de mala suerte e infortunio porque, o uno de los fallecidos no debería haber estado en el lugar de la tragedia o una de las difuntas estaba a punto de casarse, con el traje de novia comprado incluso, o hacía poco que el fallecido había recibido una herencia... "Fue de repente. Del cielo comenzaron a caer granizos como puños de gordos. Los desgraciaítos fueron a refugiarse bajo la higuera, muy pegados al tronco porque cada una de esas pelotas de hielo eran capaces de descalabrarlos. Aunque aún faltaba mucho para la noche, parecía que ya había llegado de lo oscuro que se puso el cielo. Fue el primer y último rayo que cayó durante esa tormenta. Salió de entre las nubes negras, ni se dieron cuenta. El hermano, la hermana y el padre, los tres Cara-perdiz, se quedaron frititos como el carbón. Cuando la madre  se enteró, esperó a enterrarlos y luego se tiró por el tajo de Los sin Vida". Por supuesto, las historias de mi abuela siempre tenían moraleja: no debía refugiarme jamás bajo un árbol durante una tormenta... o debía evitar acercarme a un perro si echaba espuma por la boca, por que seguramente tenía la rabia... o no debía dormir en verano a la intemperie porque existen las tormentas secas con rayos que también matan...

Seguramente sus historias de árboles caídos sobre casas, perros rabiosos, esquizofrénicos con alma cándida que pretende curar el dolor de estómago de su progenitor a navajazos, curas disolutos que prefieren callar su pecado a impedir que dos hermanastros se casen... no eran las más apropiadas para que las escuchara una niña de cinco años, pero yo las recuerdo con mucho cariño.

miércoles, 11 de enero de 2012

Heridas de guerra (Oooooh, ya lo sé!!!!)

Guille trabaja de topógrafo. El trabajo principal de un topógrafo es pasar la orografía de un terreno a un plano. A Guille le gusta mucho su trabajo -le da la oportunidad de estar al aire libre la mayor parte del tiempo y le exigen ir a lugares remotos (Guille tiene espíritu aventurero)-.

Siempre han existido problema de lindes entre vecinos (a veces justificadamente, otras por simples rencillas). Si hay juicio, suelen nombrar a un perito topógrafo y Guille lo es (además, con una disposición mórbida a atraer los peritajes más peligrosos). Ya le han apuntado con un arma, le han golpeado en el antebrazo con una muleta y le han apedreado el coche.

En cada una de esas ocasiones en las que Guille, según sus palabras "Ha sentido los huevos en la garganta" ha dibujado en una de las patas del trípode de su estación total, con rotulador indeleble, una diana. Ya lleva cuatro. De la última, hasta hoy al medio día, mientras comíamos, no me ha contado nada. Supongo que le habrá quitado bastante hierro para no asustarme.  Un matrimonio con bienes gananciales que se van a divorciar. Entre sus pertenencias, una finca en el pueblo malagueño de Estepona. Ayer tenía que medirla Guille. Le había dado permiso la esposa, y las llaves de  las puertas de la cerca que la perimetra. Cuando Guille y Juanma (un chaval de nuestro mismo bloque que lo ayuda de vez en cuando, en los trabajos más importantes) estaban midiendo, se les acercó el marido. El marido: Que no tienen derecho a estar aquí. Esto es una propiedad privada. Guille: Que sí, nos manda el juzgado. El marido: Que no... Guille: Que sí... Así un rato. Hasta que Guille le pidió que llamara a los municipales. La documentación que llevaba Guille de los juzgados, está en catalán -es una pericial de los juzgados de Barcelona, Guille está colegiado allí-. Dice que los municipales tenían bastante buena voluntad, pero que no sabían qué hacer. Levantaron un atestado de lo ocurrido. Esta mañana estuvo hablando el juzgado, pero aún no le han dado respuesta. Mismo país, diferente idioma (aunque se entiende perfectamente) y todo se complica... qué cosas (al menos, en esta ocasión, la integridad física de Guille no ha corrido peligro). 

Divagaciones 9

Nos informan por e-mail que la moto que estábamos haciendo para la Universidad de Jaén no se va a concluir por falta de presupuesto.

Rebajas: No suelo ir, pero mi cuñada quiso que la acompañara y caí en la tentación. Dos pares de zapatos, uno de ellos regalados, 30€. Tres camisetas de cuello alto y sin mangas (colores gris, rojo y blanco, respectivamente) 5€ cada una. Falda gris, muy simple, casi minimalista, 15 €.

Hasta ayer Guille tenía en una de las patas del trípode de su estación total, dibujadas tres dianas. Hoy tiene cuatro. Las otras tres corresponden: una a un tío que lo apuntó con una escopeta de caza, la segunda, a un tío que le golpeó con una muleta y la tercera a un tío que le apedreó el coche, rompiéndole una de las lunas trasera (un pastón porque son lunas especiales, tintadas, que aún no ha conseguido que le paguen porque habrá juicio por daños y perjuicios, y los seguros no querían hacerse cargo). ¡Para que digan que la profesión de topógrafo es tranquila!!! La última diana, aún no me la ha querido contar. 




martes, 10 de enero de 2012

Tres, fueron tres... ¿nos estamos deshumanizando?

Tres sucesos. 

El primero: Mes de agosto, calle perpendicular a la Diagonal de Barcelona. Un edificio con muchos vecinos en invierno, pero sólo la mitad en verano. Tres niños que suben llamando a las puertas, informando que en el bajo hay un señor sangrando porque se ha caído y golpeado. Nosotros estábamos en la planta 14. Por supuesto Guille bajó a auxiliar al señor (por fortuna no fue nada).

El segundo: Mes de diciembre, finales (y eso que en esta época la gente se siente más sensibilizada). Gran Vía de Madrid. Semáforo que hay cerca del MacDonal. Una señora de mediana edad, unos 40 y pocos, tropieza y cae al suelo. Más de una docena de personas pasaron junto a ella indiferentes, sin que nadie le prestara ayuda. Al final un señor con bastón se paró a preguntarle y la señora se puso en pie. Por fortuna, también sin consecuencias.

El tercero: Hoy. Calle Pintor Zuloaga de Granada. Yo. Iba de la calle Alhamar a la calle Agustina de Aragón, donde está el vídeo club en el que suelo alquilar las películas. Junto a una panadería hay una boca de riego con la tapadera rota. Metí la pata (bueno, el pie, pero con muy mala pata) y caí. Tengo como un resorte que me hace levantar en cuanto beso el suelo (cosa que me ha ocurrido en más de una ocasión). A pesar de ello, y sin saber de dónde habían salido, me encontré rodeada por media docena de personas intesándose por mi estado. Hasta me querían acompañar a casa (¡la leche, qué solícitos!!!). 

Interrogaciones: ¿Las grandes ciudades nos vuelven insensibles? ¿Ocurre lo mismo en otras partes del mundo? ¿A qué tenemos miedo? ¿A implicarnos demasiado en las vidas ajenas? ¿A perder parte de nuestro apreciado tiempo? ¿A ser responsabilizados de lo que le pueda suceder a esa persona accidentada? ¿A no mostrarnos fríos e indiferentes como el resto? ¿Llegará el día en el que, ante una persona tirada en el suelo, moribunda y agonizante, nos limitemos a procurar no pisarla? 


lunes, 9 de enero de 2012

¡Pero qué cara dura!!!

¿Cómo se puede ser tan tonto? Hoy navegando por la red, me he topado de bruces -en realidad me lo ha enviado una compañera del trabajo- con una página web que da vergüenza ajena. En esta página una señora de unos 50 años, después, supuestamente, de un tratamiento muy económico, consigue aparentar 25 años (Jajaja!!!!).



El antes y el después de Émily -sí, así se llama la señora, si hay que hacer caso del nombre que le han dado a la fotografía. 

Supuestamente, por el módico precio de seis euros -al menos el timo es pequeño- te mandan una muestra gratuita de un par de productos, los que han logrado hacer el "milagro" con Emily. (La supuesta Emily, con ese nombre y esa pinta, es granadina). Me temo que en cuanto atrapan tu dirección o tu teléfono, te acribillarán a propuestas para que compres más "productos milagro", por supuesto, en esta ocasión, pagando más pasta. 

Pero, ¿cómo se puede considerar que la gente es tan rematadamente tonta? ¿Es que no canta el photoshop? Al menos no deberían haber cogido la misma fotografía. Pero claro, se trata de un producto "milagro". 

Los ladrones de tiempo

Los hombrecillos grises, los ladrones de tiempo, del cuento de Momo de Michael Ende, lo invaden todo. Esta mañana, domingo, llamaron a la puerta a las 9:05. Si Guille está en casa, a esa hora, yo suelo estar aún en la cama. Me gusta esperar a que se despierte. Solemos hablar durante un rato -un rato que a veces es casi toda la mañana-. Quienes llamaban eran un par de hombres. Uno mayor, el otro más joven. Ambos muy bien vestido, traje y corbata. Antes de abrir pregunté a través de la puerta quién era. Dijeron que era algo muy importante para mí. Si Guille no hubiera estado a pocos metros de mí (aunque completamente sopa) hubiera tardado más tiempo en ceder. 
- Venimos a presentarle la palabra de Dios.
- ¿Dios? ¿Qué Dios?
- El único verdadero. 
... Os ahorro el diálogo de besugos que tuvimos. Yo algo aturdida por la inesperada y no deseada visita y él -el más joven- soltando frase tras frase memorizada y sacada de un catecismo arcaico. Tardé unos cinco minutos en decirles que soy atea y que no me interesaba. Cerré la puerta después de darles las gracias y desearle buenos días. Insistieron. Volví a abrir, temiendo que el sonido del timbre despertara a Guille. Yo, más que cualquier otra persona, necesitaba de sus charlas porque mi alma estaba en peligro mortal. Les pedí que se marcharan, o que la menos hablaran más bajo porque iban a despertar a mi marido. De inmediato el mayor se puso a farfullar. Aseguraba que estaba viviendo en pecado con ese hombre  -nos casamos por la Iglesia para complacer a nuestras madres-. Terminaron por despertar a Guille, quien los echó sin miramientos. Incluso amenazó con llamar a la policía si seguían fastidiando. Supongo que lo creyeron porque salieron como dos balas.

Casi todos los medios días me obligan a interrumpir la comida porque me llaman de alguna compañía de Internet. A todas ellas les aseguro que no me interesa, y que me borren de sus listas -pero hacen oídos sordos y a los pocos días (o a las pocas horas... o a los pocos minutos -como si tuvieran ganas de tocar las narices- vuelven a desperdiciar una llamada y a interrumpir mi trabajo o mi descanso).

¿Por qué se creen con derecho a apoderarse de mi tiempo? ¿Tienen éxito invadiendo la intimidad de las personas?

En Barcelona, durante un tiempo que estuvo rota la cerradura del portal, fue tan insoportable la invasión de extraños que Guille puso un papel en la puerta: "No compramos nada. No necesitamos nada. Ahorra tu tiempo y no nos obligues a malgastar el nuestro". El cartel sirvió de poco. Tuvimos que seguir abriendo y rechazando a quien nos ofertaba un nuevo seguro del hogar, hacernos socios de algún club del libro, a quien nos aseguraba ponernos en contacto con Dios, a las vendedoras de Avon...

Interrupción telefónica. Los de Ya.com me llaman para ofertar Internet y llamadas por 9.95 al mes (silencian que su servicio técnico es inexistente y que tengo que contratar una línea telefónica aparte). Como me entraba otra llamada a la par, he dejado al individuo con acento extranjero y muy difícil de comprender en espera. Se ha enfadado cuando, después de unos 30 segundos en espera, he vuelto para decirle que no me interesaba. Me ha sentado muy bien que por una vez, sea el otro quien se enfade. (Y que él sólo esté haciendo su trabajo, no me sirve como excusa, porque también yo intento hacer mi trabajo sin la interrupción de extraños ofertando algo que no necesito)

sábado, 7 de enero de 2012

Las tres caras de la verdad

Supongamos dos personajillos, un hombre y una mujer, llamados Didac y Àngels. Sus amigos y conocidos los consideran una pareja ideal. Si por separado atraen las miradas, cuando están juntos consiguen incitar la envidia  incluso a los más indiferentes por la belleza humana. Esta Navidad, para sorpresa de todos, Didac y Àngels han anunciado que se han separado después de año y medio de casados. (Patrimonio: dos casas, una en Barna, la otra en la costa, dos coches, manchurrones en un par de lienzos con la firma de Tapies, muebles más dignos de ser contemplados que utilizados... un pastón, vamos).

Versión de Àngels de lo ocurrido -contado con los ojos llorosos y la voz quebrada-: Fue de repente, sin esperarlo. Un buen día dijo que nos merecíamos un viaje a París. Supuse que iba a insistir con lo del bebé. Pero en lugar de eso me dijo que simplemente ya no me quería, y que era mejor dejarlo en ese momento, cuando aún podíamos ser amigos. Porque si seguíamos juntos, terminaríamos odiándonos. ¡Dios mío, con lo que yo lo quiero aún!!! ¿Cómo voy a vivir sin él? Ni siquiera me dejó hacer las maletas. Mientras estábamos en París su hermana empaquetó todo lo que, supuestamente él, me pertenecía. ¡Con lo que he aportado a este matrimonio y el muy cabrón sólo me deja con dos maletas con mi ropa. Estaban en el hall de la casa cuando llegué. Ni me dejó repasar mis cajones. Hasta se ha quedado mi ordenador. Y el muy hijo de puta metió a su ex en mi casa al día siguiente de echarme. Llevaba semanas preparándolo. Pero, ¿se puede ser más hijo de perra? Y todo ese tiempo poniéndome buena cara y tratándome de amor y cari. ¡MENUDO CABRONAZO!

Versión de Didac: Se iba todos los fines de semana con sus amigas. Eran solteras o divorciadas. A mí me dolía que prefiriera a ellas que a mí, pero como llegaba hecho mierda del trabajo y lo que me apetecía era quedarme en casa sin hacer nada, lo aceptaba con buena cara. Suponía que en cuanto aceptara lo del bebé, la cosa cambiaría. Un niño la obligaría a quedarse en casa. Pero ella nada, no quería bebé porque la gestación estropearía su figura. Le propuse adoptar, pero esa opción tampoco la aceptó. No quería criar al bebé de otro. ¡Es tan guapa y la quería tanto, que le permitía todo! Cuando Àngels y sus amigas salían de juerga, a una de ellas -soltera- solía recogerla su hermano porque bebían y el hermano tenía miedo de que tuvieran un accidente. En una ocasión el hermano no pudo ir a burcarla porque le había surgido algo en el trabajo -eso ocurrió en verano-. Me pidió que lo hiciera yo y  no me importó porque era un par de hermanos muy majos. De lo poco salvable en el grupito de amigos de Àngels. Me encontré en El Arena con la chica, pero no con Àngels. Le pregunté y me dijo que hacía rato que se había ido a casa en taxi, que la tenía muy bien domada, porque siempre se iba a casa temprano. Pero eso era falso. A casa llegaba cuando ya había amanecido. Al día siguiente fingí no saber nada. Al día siguiente le di una oportunidad para que confesara. Pero cuando le dije que había ido a buscar a su amiga a la discoteca y que lamenté no haberla visto, comenzó a soltar un rollo sobre una avería del taxi. Fingí creerla. A la semana siguiente, alquilé un coche y la seguí. Necesité verlo con mis propios ojos siete veces para asegurarme: tenía un amante. Un macarra con pinta de no tener dónde caerse muerto. Un hortera con pantalones vaqueros ajustados y chupa de cuero, que en lugar de tener una chopper, obligaba a Àngels a meterse en un claustrofóbico Smart tuneado que daba pena verlo. Lloré como un bebé durante semanas. Y lo hice sobre el hombro de mi ex. Me la encontré por un casual en el supermercado. Me preguntó cómo me iba todo y se lo vomité todo. Fue un consuelo tenerla. Le di muchas oportunidades a Àngels, pero ella nunca me quiso y yo terminé desengañándome.
Creo que fui justo. Durante el tiempo que estuvimos casados, e incluso antes, no permití que diera un palo al agua y le pagué todos sus caprichos. Se llevó toda la ropa que le compré. Toda de marca, un dineral. Y hasta las joyas. Otro dineral. Y la muy perra se niega a devolverme el anillo de prometida que perteneció a mi madre y a mi abuela.

Versión imparcial: Àngels y Didac se casaron con sólo la atracción física como punto en común. Didac aspiraba a tener una familia tradicional, con hijos y una mujer que aceptara salir sólo cuando a él le apeteciera. Àngels sólo quería disfrutar de las comodidades que la buena posición económica que su marido le proporcionaba.

No se querían, no tenían nada en común, no se tenían respeto, no deseaban estar pegado el uno al otro en todo momento -aunque sólo llevaban año y algo de casados-. El amante sólo fue el acelerante que precipitó lo inevitable. (Esperemos que ahora, ya separados, sí sean felices -y de la división de bienes, ya se ocupará el juez cuando la separación sea divorcio)

viernes, 6 de enero de 2012

El viaje astral de mi tortuga Cyrano

Ayer me salió la figurita de una tortuga en el trozo de roscón de reyes que me comí. Es graciosa. Le he puesto de nombre Cyrano. 


Según Google, las tortugas pueden alcanzar la edad de 150 años. Muchos años. Imaginad que mi tortuga Cyrano ha salido viajera, y que quiere ir a un   planeta que está a 100 años luz de la Tierra, y que, además, es capaz de viajar encima de un rayo de luz.


Inicio del viaje de mi tortuga Cyrano: Año 0, final del viaje de mi tortuga Cyrano, año 100. Imagen que ven los habitantes del Plante X cuando llega Cyrano a su destino: la del año 0 en la Tierra, y sin embargo, mi tortuga ya llegó allí. La imagen de mi tortuga de hace 100 años llega a la par que mi tortuga con 100 años más. (Ver tu yo joven -casi un viaje en el tiempo, pero si interacción-). 

Si existieran realmente agujeros de gusano y pudiéramos llegar lo suficientemente lejos para ver lo que sucedía en la Tierra hace 1000, 2000, 3000 años, podríamos presenciar la Historia en vivo y en directo -sí, en directo, aunque los hechos que estuviéramos viendo hubieran pasado muchos años antes-. 

Vaya comedura de coco, ¿verdad? Y eso sin meter la ley de la relatividad de Einstein (demasiada complicada para mi escasa entendederas). Porque en el viaje astral de mi tortuguita, en la Tierra han pasado 100 años cuando Cyrano ha concluido su viaje, Cyrano estuvo viajando durante 100 años y en el Planeta X han pasado 100 años desde el inicio hasta el final del viaje. Nada de relatividad del tiempo: línea recta, sin consideración de la curvatura del tiempo. 

Montón de preguntas sin respuestas. ¿El Universo es finito? Ahora dicen que los neutrinos pueden viajar a velocidad superior a la de la luz (lo que implicaría -creo- que no pudiéramos verlos). ¿Y si más allá de los límites del Universo conocido lo que hay es algo constituido por neutrinos? O puede que simplemente haya el inmenso vacío que pronostican algunos científicos. ¿No da un poco de vértigo imaginarlo?

Hace no muchos años se pensaba que los cuerpos humanos no estaban diseñados para soportar grandes velocidades (pensaban que se desintegrarían). Ahora nos reímos de ellos. Espero que no dentro de mucho tiempo todas estas preguntas que nos hacemos queden sanjadas y los científicos puedan dales explicaciones (los teólogos solo cuentan cuentos que no satisfacen). Pero, ¿os imagináis a un hombre sin preguntas a las que responder?

(Espero que el año que viene me toque el haba del roscón -lo que implica pagar el postre-, por que, ¿qué pregunta puede suscitar una simple y sosa haba?)