jueves, 23 de marzo de 2017

El pajarito que susurra al oído

Cometo muchas faltas ortográficas; las normales, como toda la gente, al comerme haches o poner una "v" en lugar de una "b", pero también cometo errores al escribir, por ejemplo, cama en lugar de cara. Este blog se llama Sin Escrúpulos precisamente porque no demuestro tenerlos al no cesar de juntar palabras y esperar que alguien sea capaz de comprender qué quiero decir.

En la última entrada cometí un error garrafal. Escribí Arcollano en lugar de Alcoyano. Pero en esta ocasión no fue la dislexia la que me jugó una mala pasada. Fue un aprendizaje incorrecto. Uno de mis profesores de estructuras, cada vez que sus alumnos demostrábamos tener esperanzas en que sucediera algo improbable, como que el examen fuera fácil, nos solía decir: Tenéis más fe que el arco llano, que en realidad es una viga y terminará colapsada. Ahora supongo que lo de mi profesor de estructuras era un juego de palabras y no desconocimiento de los orígenes del dicho: Más fe que el Alcoyano

Gracias al pajarito que me susurra mis meteduras de pata.

martes, 21 de marzo de 2017

Más fe que...

En la cafetería que desayuno todas las mañanas vemos a Donald Trump como uno de esos locos que llevan un sombrero de papel de aluminio para impedir que la CIA le robe las ideas o le lea la mente. Hace unos días un mochilero norteamericano nos reprochó que nos riéramos de su presidente de esa forma.  ¿Es que a ustedes les gustarían que se burlaran de su presiden en el extranjero? La respuesta fue un unánime: Ya lo hacen. Hoy día la política está llena de bufones. El mochilero incluso quiso participar en nuestra porra de cuánto tiempo tardará en ser destituido. Él apostó que estará en el cargo 2.922 días. No comprendió por qué, desde ese momento, el camarero empezó a llamarlo Mr. Alcoyano

lunes, 20 de marzo de 2017

Después de la tempestad

Dice mi prima Carmen que la única diferencia entre estar casada y divorciada es que la casada tiene un único hombre para todo y la divorciada tiene hombres para todo. Ella ya lleva tres maridos, sabe de lo que habla. Asegura que durante meses sentiré rabia cuando piense en él, luego un ligero resquemor y finalmente indiferencia. Yo asiento, conforme, ella es la maestra en este tema. No le digo que lo que realmente siento es una extraña sensación de libertad. Cuando estaba atada a Guille, aunque él nunca se quejó o quiso impedírmelo (lo único que le desagradaba eran mis salidas nocturnas para correr), si salía con alguna amiga cuando él no estaba aquí, me sentía culpable, y apresuraba el regreso a casa por si me llamaba al fijo y no estaba. Llegué a pensar que había cambiado, que la edad me había vuelto más casera y había dejado de gustarme tomarme unas copas con los amigos para celebrar el comienzo de la libertad del fin de semana. Me equivocaba. Lo único que no me gustaba era la sensación del incumplimiento del deber. En cinco semanas he salido y me he divertido más que en cinco años. Puede que esta nueva situación no esté tan mal.

domingo, 19 de marzo de 2017

Demasiado buena para nosotros

Me gusta regresar a casa y toparme con un camión de la mudanza a las puertas del bloque. Hay tantos pisos vacíos, que por lo general es alguien que llega. Los estudiantes viajan ligeros de equipaje; el coche de papá o mamá cargado hasta los topes les sobra. 

El último traslado vino precedido por el ruido, durante meses, de obras en uno de los pisos. Fue molesto, aunque estamos acostumbrados porque este edificio es viejo y necesita a menudo reformas. 

Una de las cajas de la mudanza se había roto y desparramado por el rellano, delante del ascensor, un puñado de libros de Tagore. Inmediatamente pensé que el nuevo vecino sería alguien interesante. Mi vecina del segundo izquierda, que se entera de todo (a veces creo que antes de que suceda), me contó que se trataba de una señora de unos 60 años que había sido secretaria en un sindicato, pero que ya estaba jubilada. 

Pronto nos permitió conocer que ser lectora de Tagore no implica ser tolerante ni comprender el funcionamiento de una comunidad democrática. Dos días después de la mudanza empezó con las exigencias. Quiere que no dejen alquilar los pisos a personas que no sean españolas, quiere que se cambie el horario en el que no se puede hacer ruido, de las 11:00 h que tenemos ahora, a las 10:00 y por las mañanas de las 7:00 h a las 8:00, porque se adapta más a su horario. Quiere que la gente no abra las ventanas cuando cocina para que no apesten el patio de la comunidad. Quiere que no se permitan las mascotas y los que ya las tienen, que tengan un plazo de un año para deshacerse de ellas. Incluso quiere que se cierre con llave la puerta del torreón de la escalera, donde tendemos, y que sólo se le dé a la gente de confianza. 

Puede que con el tiempo, cuando se convierta en una de los nuestros y se adapte a la comunidad, sea una gran persona, pero, de momento, ha caído a todos como un grano en el culo. Incluso a mi vecina del segundo, que es capaz de sentir compasión por el propio Bárcenas, le es antipática. El día de la junta de la comunidad en la que se dio a conocer, mi vecina del segundo, después de escucharla echarse flores a sí misma, le dijo: Es que es usted demasiado buena para nosotros; la nueva le dio las gracias, sin captar la ironía. 

sábado, 18 de marzo de 2017

Ni los unos ni los otros

Si mi madre fuera la presidenta de la RTVE habría muy poca variedad de programas. Ya han dejado de gustarle esos cutres de Tele5, infinitos, en los que un montón de personajes extraños comían, gritaban, se insultaban, lloraban y hacían las paces, como si fuera un bucle, constantemente. La han saturado y ya no puede verlos ni en pintura. Ahora le gusta una serie alemana: Rex, va sobre un perro policía; y algunos programas de reformas de viviendas norteamericanas o de casas de empeños. 

Si el presidente fuera alguno de mis hermanos, sería una interminable sucesión de carreras de motos, de motrocross, trial.. cualquier entretenimiento de carreras con vehículos a motor. 

Si lo fuera mi amigo Pere (se lo he terminado de robar a Guille), sólo echarían casquería fina. Por casquería se refiere a programas del corazón, pero con personajes refinados, no esperpentos tipo Belén Esteban. 

Si fuera mi cuñada, sería una sesión interminable de programas de gimnasia. Tiene la convicción de que puede adelgazar viendo hacer ejercicio a otros. 

Mi sobrina se decantaría por youtubers hablando de moda.

Y yo, por conferencias de literatos. Vetaría a alguno. Creo que la parte sobrante del cerebro de Willy Toledo está dentro del cráneo de Sánchez Dragó.

De toda la gente que conozco, creo que sólo mi vecina del segundo izquierda optaría por meter entre programa y programa alguno religioso. Le gusta ver las procesiones por la tele, aunque si se asomara al balcón, podría disfrutarlas igualmente, y olerlas. 


Soy atea. Creo que la religión perjudica más que beneficia, al menos, en este momento de la historia. Pero aún hay mucha gente que practica los ritos católicos. Si pretenden gobernar algún día este país, ¿pueden ir contra una gran mayoría de ciudadanos y negarles sus necesidades sólo por no compartir sus ideas? El fútbol también incita al odio, incluso produce heridos y muertes entre forofos de equipos contrarios. Pero no doy ideas... Tampoco creo que el fútbol nos beneficie socialmente, pero también estoy en contra de que dejen de emitirlo por la televisión pública.

Si no hubiéramos puesto tantas esperanzas en Podemos, ahora no nos dolerían tanto cada una de sus majaderías e injusticias.


martes, 14 de marzo de 2017

Lo efímero de lo nuevo

Mi compañero Nicolás me llama desde Italia con la excusa de hacerme una pregunta sobre estructuras. La pregunta es una nonada, que él puede resolver mucho mejor que yo. En realidad quería saber cómo me encontraba. La gente, desde la separación de Guille, me trata como a una viuda a la que hay que consolar. Me extraña que aún a nadie se le haya espado un pésame. 

Su pregunta y Guille de inmediato desaparecen, en cuanto comienza a contarme qué hace en Italia. Lleva desde principio de año por aquellas tierras, moviéndose de un lado a otro, estudiando los daños que los recientes terremotos han causado en el hormigón y el acero de las estructuras. Dice que toda Italia se cae de pura vieja, menos los monumentos, en un estado mucho mejor que algunos edificios recién acabados. Se duele, cree que es culpa de la corrupción. Un constructor con el que ha trabado amistad, le confiesa que el estado ha dado dinero a espuertas para la reconstrucción de las zonas afectadas por los terremotos, pero que todos los cargos y medios cargos, cualquiera que tenga un ápice de poder, quiere rebañar de ese dinero que piensan que no es de nadie. El dinero que queda realmente para la reconstrucción, cuando queda algo, no llega ni para hacer chapuzas semejantes a las que los terremotos han derribado. 

Tal vez no toda la culpa la tenga la corrupción. Ayer concluí un informe para un edificio que se terminó de edificar en 1967. El tiempo no le ha hecho ni un rasguño, exceptuando el estético por el cambio de gusto (sobre todo en los azulejos de los baños y las cocinas). Hoy, como contraste, fui a ver un edificio en la zona norte acabado en el 2000 para hacer un informe económico sobre las reparaciones que necesita. De momento ascienden a 157.354,07 € y sumando. Se han aliado la mala construcción original y la barbarie entre sus inquilinos (incluso hay un pilar al que han golpeado hasta hacerle saltar parte del hormigón que recubre las armaduras, la dureza de los materiales parece haber persuadido a la bestia que lo hizo de continuar). 



¿Estamos intentando hacer, inconscientemente, que los edificios que habitamos sean tan efímeros como nosotros?

jueves, 9 de marzo de 2017

Nos la cogemos con papel de fumar

Que un alcalde del PP suelte el día de la mujer: La mujer es capaz de sangrar sin cortarse, es capaz de dar a luz sin corriente e incluso algunos dicen que es capaz de tocar las narices sin ni siquiera acercarse, es una chorrada. Que alguien quiera ver machismo en esa frase, es otra chorrada. La verdad es que sangramos (y a veces como un surtidor) cada vez que tenemos la menstruación. La frase: es capaz de dar a luz sin corriente, incluso se puede considerar reivindicativa porque aún hoy existen partos (y sobre todo abortos) que se producen en situaciones muy precarias. Y somos capaces de tocar las narices a distancia como cualquier hijo de vecino.



Criticar a Emma Watson porque ha posado sin sujetador para una revista, es machismo. Es mayor de edad, no atenta contra las libertades ajenas ni comete ningún delito. Hace mucho que pasó el tiempo en el que una mujer debía pedir permiso al padre o marido para tener un trabajo, viajar sola o abrir una cuenta corriente. 

Pero sobre todo, machismo es que un hombre cobre más dinero que una mujer por el mismo trabajo y no exista ninguna ley que lo convierta en delito. Es machismo que sea algo tan habitual que ni siquiera escandalice. Y es machismo que el día, supuestamente reivindicativo de la igualdad, se le dé más importancia a las chorradas dichas por un alcalde del PP que a las desigualdades consuetudinarias reales en el trabajo y la vida cotidiana. 

domingo, 5 de marzo de 2017

Hinchazón del ego

Por fortuna, de la casa de mi madre ha desaparecido la habitación de los trofeos. Cualquier premio que ganáramos o diploma que nos concedieran, por insignificante y masivo que fuera, ella lo colgaba en sus paredes o se convertía en un objeto más saturando las estanterías y vitrinas. Lo malo es que regularmente me requería para que les limpiara el polvo. 

Cuando hace unos días anunciaron que un estudio catalán de arquitectura había ganado el premio Pritzker, dio la casualidad almorzaba con mi madre en su casa. No te preocupes, seguro que en poco tiempo tú también ganarás premios de esos, dijo. Algunos padres tienen tanta fe en sus retoños, que resulta enternecedor. 

No le dije que la arquitectura que hago yo no gana premios. La mayoría de los proyectos que salen de mi estudio son casitas entre medianerías con elementos constructivos estándar, para personas de una economía media y realizadas por constructores acomodados en lo aprendido hace años. Estoy cómoda en la posición que me ha tocado jugar en mi profesión. Aunque a veces, mientras proyecto algunos detalles solicitados por los clientes, susurro: Perdón, Juan Domingo (uno de mis profesores más admirados). 

Lo hice la semana pasada, mientras buscaba al marmolista para que hiciera medias columnas salomónica para adosar junto a las jambas de la puerta de un cliente de un gusto algo retorcido.  No se lo advierto a mis clientes, pero en estas ocasiones recurro a un marmolista que, principalmente, hace lápidas o pequeños trofeos de mármol. 

La primera vez que fui a su taller avergonzada con uno de esos diseños excesivos y raros de un cliente, me enseñó el trozo de mármol que estaba grabando. Un tal Jesús -no recuerdo los apellidos- había ganado el primer premio de fotografía interurbana de Liechtenstein. Aquel sujeto se solía otorgar con regularidad algún que otro premio. El marmolista pensaba que el sujeto era un engreído insoportable y un mentiroso patológico. Yo, en aquella primera ocasión, creí que el tal Jesús tenía un sentido del humor muy fino; pero la segunda vez que me topé con uno de sus auto concedidos premios, supe que el marmolista tenía razón: Premio al mejor fotógrafo en la semana de la moda de Madrid. 

Por fortuna el precio de las cosas se alía a menudo con la estética. Las columnas de mármol salían demasiado caras para el presupuesto de mi cliente. 

El tonto que vino del frío

Son divertidos mis compañeros del desayuno. Los parroquianos, como ellos mismos se llaman, del bar que tengo justo en frente de casa. A primera hora de la mañana vamos llegando, nos sentamos en los mismos lugares de siempre, a no ser que un no habitual haya invadido el espacio de alguien, y ese alguien debe buscar un nuevo sitio, sin invadir los asientos que, aunque vacíos, sabe que estarán ocupados en breve. No conocemos nuestros nombres, aunque nos vemos casi todas las mañanas. Yo antes era pitufo de jamón con té. Ahora soy la divorciada. Los dos señores de la manchada con media de tomate se han auto bautizado como Los Abuelos Cebolleta, aunque ninguno es abuelo ni viejo. Son ellos los que suelen pedir al camarero que conecte la televisión con la frase: A ver con qué majadería nos sorprende hoy el Bobo. Nadie pregunta quién es el Bobo. Ni siquiera los eventuales. 

Mi madre, que lleva media vida bregando con militares, dice: Dale un poquito de poder a un tonto y se creerá Dios. Obliga a la gente a hacer caso a ese tonto, y les hará la vida imposible. Por desgracia, mi madre conoce muy bien la jerarquía militar y se ha tenido que enfrentar a muchos de esos lerdos. 

Ahora mis parroquianos tienen la teoría de que Trump es un espía ruso, un topo que se infiltró tan bien que ha llegado a la Casa Blanca. La hipótesis de mis compañeros de desayuno tiene mucho más fundamento que algunas de las teorías de la conspiración del presidente estadounidense. Aseguran que el aspecto físico de Trump es más ruso que el del propio Putin o el de Gorbachov. Están convencidos que si lo desenroscan por la cintura, aparecerá otro Trump más pequeñito que a su vez esconderá otro más pequeño y otro y otro... Y que si le hacen un análisis de sangre descubrirán un puñado de glóbulos rojos nadando en vodka, lo que daría sentido a muchos de los sinsentidos que teclea en Twitter. 

Gracias a Trump empezamos el día con una sonrisa. Lástima que a menudo se nos congele en la cara al escuchar cosas como que piensa aumentar el gasto armamentístico un 10%.