miércoles, 31 de agosto de 2011

Metarmorfosis

Estoy mutando, estoy percibiendo cambios demasiado rápidos (no, no soy una cucaracha gigante, de momento). Supongo que será la crisis de los treinta (los cumplo en octubre). Hace muy poco, al principio del verano, me entusiasmaban las películas de casquería fina, las de miedo, las de monstruos. Esta tarde entre cita y cita del médico tenía más de dos horas y en lugar de volver a casa, entré en el cine. Destino final 5. Creo que nunca he bostezado tanto, ni me ha parecido tan tonto un argumento ni tan sosa una historia. Y yo que pensaba ser una viejecita de 70 años compartiendo con los amigos películas gore en el asilo. Claro que cuando era pequeña también me prometí a mí misma que siempre me gustarían los dibujos animados

Por un puñado de euros

Pobre de mi compañero Carlos. Hace dos meses y medio se le mató un obrero en su primer trabajo. Lo de "se le mató" es literal. Se suicidó, aunque en los partes de los seguros aparece como un accidente laboral  y todas las consecuencias las está pagando él.

Una obra debe ser un lugar seguro. Debes poder caminar por medio de ella sin correr peligro de ninguna clase, pero en este caso, en lugar de luchar contra la fuerza de la gravedad o cualquier otra fuerza de la naturaleza, se estaba luchando contra la voluntad de una persona que, simplemente, quiso dejar de vivir. Dos días antes del suicidio, unos compañeros del obrero lo vieron discutir acaloradamente con su padre. El hombre le estaba pidiendo dinero para pagar la hipoteca y el hijo, que estaba a punto de quedarse sin trabajo porque era encofrador y la estructura del edificio se estaba acabando, dada la falta de oportunidades incluso para los mejores, le aseguró que, muy a su pesar, no podía hacerle el préstamo. Cuando desencofraron la cubierta del castillete del edificio, el hombre se subió a ella, cogió carrerilla para evitar la red de seguridad e hizo vuelo libre hasta el suelo, 24 metros más abajo... Ahora la familia del encofrador destrozada, sobre todo el padre, y mi compañero destrozado por la responsabilidad de haberse producido una muerte en su obra. Y todo por un puñado de euros.

domingo, 28 de agosto de 2011

El nombre de la rosa


Mi suegro biológico me ha regalado esa perrita (el bicho no se deja sacar fotos fácilmente). Él la cuidará (dice que es una excusa para que vayamos a verlo con regularidad). Quiere que la bautice. No sé si tiene pinta de llamarse Lara (por el doctor Zhivago) o Tula (por la Tía Tula de Unamuno). 

sábado, 27 de agosto de 2011

Castigo divino

Aaaaaaaah, que dolor de cabeza. Son las 1:16 de la madrugada y hay una procesión delante de casa (manda huevos!!!). Es un castigo divino, sin duda. Por decir ayer que no me gustaba la música de las procesiones. Hasta llega a esta altura el olor a incienso. Qué malos son!!!! Qué crueles!!! Cómo se creen con derecho de interrumpir el descanso de quienes quieren dormir o, simplemente, escuchar otro tipo de música tranquilamente?

viernes, 26 de agosto de 2011

Cosas inútiles que no necesitas saber

Cuando te machacas un dedo la uña se suele caer porque entre la carne y la uña se forma una película de sangre reseca que no es adherente entre ambos elementos. Fuera de nuestro sistema ocular, todo es oscuridad. El cero absoluto según la escala Fahrenheit, es de -273º C. Si un árbol se cae en mitad del bosque, claro que hace ruido, aunque no haya nadie para escucharlo: sabemos que las leyes de la física son de las pocas cosas que estamos seguros.

Cosas pequeñas

La ternura menos evidente se encuentra escondidas en las cosas pequeñas, en los detalles insignificantes que nos hace felices minuto a minuto. Guille me escuchó quejarme del cine el viernes. Fui acumulando la visión de una sucesión de películas pésimas, hasta que terminé declarándome enemiga del 7º arte. Guille conoce mis gustos y ha estado comiéndose el coco hasta dar con una película que sabía, me iba a gustar. Ni siquiera tuve que molestarme en alquilarla, él lo hizo por mí online, y ayer por la tarde, cuando pasaba junto al vídeoclub al que estamos suscritos, el encargado, que me conoce de vista, me gritó: Eh, oye, que ya la tengo!


Es un poco rara, pero, como Guille sospechaba, me entusiasmó. 

jueves, 25 de agosto de 2011

La capacidad de ser invisible

Me gusta ser invisible. Creo que es algo que me viene de pequeña. Nos llevaban al colegio en furgones militares. Atraíamos las miradas. Me sentía importante; hasta que un niño le preguntó a su madre si éramos niños de la cárcel. La madre no lo desmintió, sólo exigió que se callara después de dedicarnos una mirada suspicaz.

Es fácil ser invisible en esta ciudad. Debes mimetizarte con cada uno de los barrios por los que te muevas. La capacidad de ser invisible es directamente proporcional a la cantidad de carne que cubras (siempre que no sobrepases unos límites). Si llevas mangas largas en pleno mes de agosto, dejas de ser invisible y te conviertes en sospechosa de ser drogadicta o una indigente que no dispone de dinero para cambiar el vestuario con la estación del año. Ser invisible también es inversamente proporcional al tamaño de tus tacones y al número de abalorios que te cuelgues. El color más apropiado para ser invisible es el gris. Llevar incrustados en las orejas los auriculares del ipod, también ayuda a la invisibilidad. 

miércoles, 24 de agosto de 2011

La avaricia lo mandó al paro

Decepción. Esta tarde me han informado que el encargado de una de las obras que llevo la dirección facultativa, ha sido despedido porque se llevaba material de la obra para venderlo a terceros. Era un señor agradable, de trato fácil, moderado, sin las pedanterías insoportables de quien se cree importante por dar órdenes, ni las impertinencias de quien está obligado a hacerse obedecer. Por lo visto vendió más de tres pales completos (manda huevos!!!) de ladrillos (cuando la obra es relativamente pequeña). 

¿Qué pasaría si... se produjera en Málaga un terremoto de mediana intensidad?

(Desde la perspectiva de los conocimientos de una arquitecta). 

En la provincia de Málaga los edificios deben estar preparados para soportar terremotos de una intensidad igual o inferior a 8º en la escala de Richter. Esto no significa que en esta zona no exista la posibilidad que se produzcan terremotos de mayor intensidad. Sólo que la relación coste de la estructura / posibilidades que se produzca un terremoto mayor (debido a los datos históricos), es bastante baja. Muchos de los edificios de Málaga son antiguos, anteriores a las normativas sismorresistentes. Muros de carga con forjados simplemente apoyados, pilares sin arriostrar y escaleras que suelen ser bóvedas realizadas con rasillas. La mayoría de los edificios del centro de Málaga terminarían colapsando con un terremoto de intensidad media. 


Edificios del centro de Málaga que seguramente colapsarían con un
 terremoto de mediana intensidad

Pero es posible que, como sucedió recientemente en Lorca (Murcia), hasta los edificios cuya estructura ha sido preparada para resistir sismos de intensidad mayor a la media, produzcan más muertos y heridos que los edificios antiguos. Se calculan estos edificios para que sus estructuras soporten la aceleración de las ondas de un sismo, pero no para que sus elementos exteriores (antepechos de azoteas, balcones, cornisas, incluso paramentos exteriores o revestimientos de losas...) se mantengan firmes con una pequeña sacudida. Si nos dedicamos a mirar arriba, a la cúspide de los edificios más altos de nuestras ciudades, no será difícil toparnos con un antepecho agrietado horizontalmente, recorriendo la unión con el forjado. Ya están sueltos, ahora sólo hace falta la fuerza de la naturaleza (terremoto o viento) para tirarlos al suelo. 

Sin embargo, ni los edificios antiguos con estructuras deficientes para resistir un sismo, ni los edificios modernos, con elementos constructivos que se desmigarán con un pequeño esfuerzo exterior, son el mayor peligro que corre la ciudad de Málaga. Esta ciudad tienen un terreno sedimentario, arena, por lo general disgregada, con una capa freática en casi toda su extensión. A los 5-10 metros encuentras la capa freática, en algunos puntos incluso llega a ser casi superficial. Los edificios mejor construidos están apoyados en micropilotes o pilotes hincados en las capas más profundas del terreno, por debajo de las arenas disgregadas y de la capa freática. Pero no todos los edificios tienen estos elementos portantes y, simplemente, han endurecido el terreno de cimentación con inyecciones de hormigón y sobre este terreno mejorado, han construido losas armadas. Las condiciones del terreno de Málaga son las más apropiadas para que se produzca, ante un terremoto, el fenómeno de la licuefacción del suelo: el terreno sólido se convierte en líquido. Los edificios no tienen sustento y terminan hundiéndose. Edificios casi intactos que se caen como piezas de dominó o se inclinan como si fueran Torres de Pisa. 

Si fuera creyente, pediría una oración para que no haya terremotos en Málaga. Ante mi condición de atea, sólo me queda poner todo mi esfuerzo porque los edificios que hago y diseño yo, al menos, tengan el mejor comportamiento posible ante un terremoto.

martes, 23 de agosto de 2011

Mala bestia

Yo, y mi manía de hurgar en las hemerotecas. Noticia del 15 de junio de 1.886



Hoy día ahorrarían los improperios, compensándolo con la idea de que sufre una grave enfermedad mental (cosa que debe de ser verdad, dada la aberración). Siempre intento ponerme en el lugar de quien comete un delito o una barbaridad para intentar comprender, pero en esta ocasión ni siquiera merece la pena. 

No he tenido muchos novios ni rollos, supongo que eso me ha librado de toparme con alguien con una desviación sexual. Lo más raro que he encontrado en mi escasa experiencia, fue un compañero en la facultad, que a los 24 años era virgen. Era una de las personas más inteligentes que he conocido, aunque tenía algo de sobre peso y eso le hacía ser inseguro. No duró mucho nuestra relación, por mi culpa, por frívola. Me fijaba entonces demasiado en el físico. Ahora me arrepiento. 

lunes, 22 de agosto de 2011

Qué asco me doy

Puaaaaaag, he llegado a casa después de una hora y pico corriendo, aunque es una noche de temperatura suave, 21ºC, estoy empapada en sudor. Hasta me gotea el pelo plot, plot, plot, y siento gotas avariciosas recorriendo mi espalda hasta quedarse en la cintura de las bermudas. La barbilla, el cuello, entre los pechos... descienden las gotas y hacen cosquillas. La camiseta pesa el doble del sudor que la empapa. Es sudor recién derramado y aún no huele. Lo malo de la situación es que no me puedo duchar porque han cortado el agua del bloque por alguna avería. Lo estaban intentando arreglar cuando llegué; pero parece que la cosa va para largo. (Tengo 6 botellas de litro y medio de agua mineral Lanjarón... será un último recurso) 

Bichos raros


Aye aye (es tan feo que resulta gracioso)

Hace pocos días, gracias al blog de Antonio Muñoz Molina, conocí ese bicho tan feo de la foto. Es un lemur originario de Madagascar. Lo utiliza una de las personas asiduas a ese blog de avatar y, además de satisfacer mi curiosidad por el bicho tan raro, me ofreció el título de un nuevo libro para leer: El cuento del antepasado, de Richard Dawkins; así que le estoy doblemente agradecida.

Es curioso, estoy casi todo el día metida en el foro de Solo Arquitectura, pero es el blog de dos escritores de los que soy asidua, de los que aprendo más cosas interesantes.

Pero, aunque esta entrada se llama Bichos raros, en realidad no quiero hablar de animales (al menos de animales irracionales). Este fin de semana hemos estado en la provincia de León, invitados por unos amigos (una excusa: íbamos a ver una carrera urbana que hay en su pueblo). Nuestros amigos son dos hermanos gemelos que aún viven en la casa de sus padres (aunque rondan os 30 y muchos). La casa es enorme, algo destartalada, con un pasado lustroso, sin duda, pero necesitada de una buena rehabilitación. De principios de los años 70. La habitación de invitados estaba empapelada con un papel de margaritas amarillo pálido sobre fondo rosa, también pálido. Después de cinco minutos mirando el dibujo del papel, se te encendía la vena pirómana y lamentabas no tener un mechero para chamuscarlo. Lo que me ha llamado la atención es la distancia que existe entre los hermanos, entre sí, y entre los padres. Es como si cada uno de ellos viviera en un universo aparte, independiente y aislado. Aunque la madre cocina para todos, cada uno almuerza en una habitación diferente (curiosamente, ninguno en el comedor). La madre en la cocina, el padre en su despacho y cada uno de los hijos en sus respectivos dormitorios. Y todo ello sin estar enfadados. No quiero decir que esta familia tan extraña sean "unos bichos raros". Puede que la familia a la que yo estoy acostumbrada, sea la realmente extraña. A Guille le resulta chocante que cuando nos vemos mis hermanos y mi madre y yo, no nos besemos (ellos se besan constantemente; incluso Guille y su hermano se besan). Y a mí me resulta chocante que Guille se pueda pasar semanas sin hablar con sus hermanos o padres, o que en su casa cada uno de los miembros se compre la comida de forma independiente (sobre todo las bebidas y chucherías). Supongo que cada familia es un universo y visto desde fuera resulta extraño y llamativo por ser diferente al nuestro.

Canario incestuoso con tirantes rosas sobre fondo marrón

Qué raritos son los asiáticos. Últimamente me he aficionado a las series asiáticas (japonesas y coreanas, principalmente, alguna que otra china y tailandesa, también). Son cortas, de menos de 20 capítulos, simplonas y, por lo general, bastante bien cuidadas en la ambientación, aunque con actores algo mediocres (en los actores prefieren que predominen la belleza física y en las actrices la sosería). La trama suele ser repetitiva: chico y chica se odian a muerte por alguna razón; chico y chica se terminan conociendo y enamorando; chico y chica tienen algún impedimento en su amor y finalmente, chico y chica terminan juntos (o alguno de ellos muerto). Son en los pequeños detalles, en los argumentos secundarios, donde radica lo extraño de las series asiáticas. En casi todas ellas se incluye un momento escatológico ("Vi que eres fan de tu propios gases" -le dice en Heartstring uno de los actores principales, a la chica de la que se acaba de enamorar y a la que ha estado espiando durante un rato), un momento vergonzoso para alguno de los actores (en el que se queda desnudo, es sorprendido en la ducha o utilizando el baño), los actores masculinos suelen ser entre sí demasiado cercanos, rayando la homosexualidad y en más de una serie se insinúa relaciones incestuosas (siempre entre el género masculino, es como si las mujeres asiáticas no necesitaran mantener relaciones sexuales). En fin, sigo cultivando mi faceta friki. Algún día sentaré la cabeza.



Ahora estoy siguiendo La espía Myung Wol (imposible verla de forma legal en España).

viernes, 19 de agosto de 2011

La alucinación de una vidriera de colores

La visita del Papa ha levantado mucha polémica entre la gente que conozco. En un momento de crisis, con el Cuerno de África muriéndose de hambre, se han gastado 50 millones de euros (de mis impuestos) en demostrar un boato y riqueza desproporcionadas para la carencia de creyentes y seguidores que tiene la Iglesia Católica hoy día. 

Se me podría llamar intolerante y demagoga si no nos echaran en las noticias día a día la imagen de niños de enormes ojos y moscas en la boca, con barrigas infladas por el hambre. Si esos niños no estuvieran muriendo de desnutrición, incluso vería bien el derroche desproporcionado en esta visita papal que sólo importa a unos pocos. 

¡Es tan injusto todo!! Se nos impone los ideales católicos (que no cristianos) aunque somos un país laico (y todo basándose en la historia). España no fue un país católico voluntariamente durante 40 años: se le impuso por la dictadura de Franco. Y que "haya sido así de toda la vida", no significa que sea algo bueno. La Iglesia Católica impone la desigualdad entre géneros y entre heterosexuales y homosexuales (y una esforzándose por pensar que todos éramos iguales). 

No al aborto, incluso cuando la madre esté en peligro de muerte. No a la eutanasia, aunque alargar la vida durante unas horas o días sea imponer una agonía insoportable, no a la investigación con la células madres, aunque avanzar en ese campo sea darle movilidad a montones de personas que ahora están en silla de ruedas o salvar la vida a muchos otros que tienen enfermedades raras... No los comprendo. ¿Es que no ven a las personas? ¿No les importa el sufrimiento ajeno? Jesús fue progresista en su tiempo. Es una pena que, en lugar de seguir sus enseñanzas, se hayan puesto a adorar al vellocino de oro. 

jueves, 18 de agosto de 2011

Grita!!!

Esta mañana he tenido sobredosis de estulticia propia y ajena. Apenas había despertado, recibí la llamada de la señora que está molestando a mi madre por tener las cenizas de mi padre en casa. En concreto, las tiene en su dormitorio, sobre el tocador, en una urna de cerámica blanca y azul, con un cordel lacrado y el nombre y la fecha del fallecimiento en una placa metálica. La señora es mono temática y quería convencerme de que es inapropiado tener un cadáver en casa, además de ser muy macabro (creo que macabro es su palabra favorita, porque la mencionó al menos una docena de veces durante nuestra corta conversación). Le dije que se metiera en sus asuntos, y colgué. (Mi número de teléfono seguramente se lo habrá dado la vecina que hace medianería con mi madre y con esta señora -no la culpo, es como un martillo percusor-). Volvió a llamar y antes de darle pie a que insistiera sobre el tema, le insulté. La llamé entrometida, a gritos. No volvió a insistir, y lo lamenté en esta ocasión porque inmediatamente después de gritarle, me arrepentí. Si bien es verdad que estoy convencida que la señora es una entrometida, sé que las cosas no deben hacerse de esta forma. Aunque, para ser sinceros, el grito fue un desahogo. Llevaba unos días excesivamente tensa por el trabajo (ahora estoy mucho más relajada, aunque también convencida de que antes de mañana la llamaré para disculparme). 

miércoles, 17 de agosto de 2011

Cruce de caminos

Guille, en Barcelona, es voluntario en un centro de enfermos de distrofia muscular. Dos veces por semana y algunos sábados por la mañana, pone a disposición de los chavales que lo necesiten su tiempo, para acompañarlos donde quieran ir o para enseñarles informática e inglés. También se ocupa de buscar el material necesario adaptado para la minusvalía de cada uno. En tres ocasiones ha ayudado a que tengan su primera (y seguramente única) relación sexual -facilitándoles el contacto con prostitutas-. Este último detalle se lo debe ocultar a los padres porque, para ellos, la minusvalía de sus hijos los convierten en "angelitos" que no tienen más necesidades física que las de bebé. Son adultos, 20-30 años, sus cuerpos no funcionan, pero sus mentes y sentimientos están intactos. Tienen la misma curiosidad que cualquier persona, la misma necesidad de sentir amor físico que cada uno de nosotros, la misma rabia si se les impone la abstinencia. Y ellos ni siquiera se pueden masturbar.

martes, 16 de agosto de 2011

Animalico mío

Pobre, pobre, pobre Guille. Hoy la vecina del segundo lo ha confundido con mi padre (Jaaaaaaaaa!!!). La señora debe de estar muy mal de la vista porque, si bien Guille es 8 años y 9 meses mayor que yo, ninguno representamos ni más ni menos edad de la que tenemos. Supongo que será más bien culpa de la ropa. Guille se suele entrajetar si tiene que ir a alguna institución o a hablar con los clientes. O tal vez se deba a los deseos de la mujer, que querría que Guille estuviera viudo o divorciado, aunque esa señora le dobla la edad a mi Guille. Me pregunto cómo se explicará las muestras de cariño que nos dedicamos en público (¿incesto?). No es que Guille y yo seamos muy efusivos delante de la gente: él por respeto a los demás, yo por mi condición de arisca. Pero, a pesar de ello, solemos paseas abrazados o tomados de la mano: yo con la mano metida en el bolsillo trasero de sus pantalones, él con el brazo sobre mis hombros. No hemos podido sacarla del error, llegaba el cartero con una carta certificada para nosotros... creo que me voy a divertir bastante con este malentendido. 

Desconocidos íntimos

Cuando era pequeña me resultaba muy fácil hacer amigos. Hola, chicos. ¿Queréis ser mis amigos?, era la frase que solía soltar. Sólo le tenía respeto a los grupos muy numerosos o a los niños que eran bastante más mayores que yo (en ese caso siempre recurría a mis hermanos). Pero ya no tengo ni recuerdo de cuándo fue la última vez que hice amigos tan directamente, sin esperar a que las vicisitudes de la vida me los impusiera al chocarme con ellos en el camino: por compartir clases, cursos, trabajo...

Por donde vivo hay un señor, unos treinta y muchos, con el que me encuentro muy a menudo. Yo lo llamo Robinson Crusoe por su aspecto desaliñado: flaco, siempre con ropa muy holgada, barba larga y descuidada y pelambrera igual. Me lo encuentro en el supermercado (tiene un carro de la compra morado, como el mío -al que tuve que colgarle un muñequito para diferenciarlo-) en la librería, en el parque que hay frente a mi casa -pasea con una señora mayor que debe de ser su abuela-, en la Plaza de las Paciegas -durante uno de los conciertos gratuitos que daban  el mes pasado todos los viernes por la tarde-... Sé que tenemos muchas cosas en común y me gustaría hacerme su amiga, pero he perdido práctica. Si le suelto lo de "Hola, ¿quieres ser mi amigo?" seguro que lo espanto (me tomaría por una loca). Guille me aconseja que lo aborde en el supermercado.... Es curioso, cuando era niña deseaba hacerme adulta para tener más seguridad en mí misma.

lunes, 15 de agosto de 2011

La Isla del Tesoro

He estado un par de días fuera, cuidando a mi madre que tiene un herpes Zóster (comúnmente, culebrilla). Ella vive en un pueblo de Málaga: Villanueva del Rosario; en una casa bastante hortera de dos plantas y, por lo general, en compañía de mi tía Ana. Pero mi tía Ana es muy aprensiva y en cuanto escuchó que era contagioso (por contacto y si no se conserva un mínimo de higiene -lavarse las manos-), salió por patas, dejándola sola. 
La casa de mi madre es como un museo de historia contemporánea. Como mis hermanos y yo nos movemos mucho, todo aquello que no queremos perder en los traslados, lo vamos dejando en cajas en los cuartos que ella nos conserva en su casa (por si nos encontramos en algún momento en alguna dificultad o enfermamos, dice). 

Como la medicación que toma para el dolor la deja en estado de duermevela, me aburrí bastante; hasta que se me ocurrió hacer un investigación superficial en mi habitación, en la que no he dormido ni media docena de veces. Entre alguna ropa metida en fundas, como mi vestido de comunión, había una caja con la etiqueta de "Recuerdos" (mi madre etiqueta todo; el regalo por su último cumpleaños de uno de mis hermanos, fue una máquina para poner etiquetas). 

Si alguien la abriera sin saber de qué se trata, imaginaría que es una caja de pruebas de un asesinato. Hay ropa interior, un casquillo de bala, diversos restos orgánicos (puag, qué asco) y cinco mechones de pelo estropajosos. Los mechones de pelo son de mis hermanos, mi padre y mío. El casquillo de bala corresponde a la primera bala que mi padre disparó. La ropa interior, sólo he preguntado por la mía: mi primera menstruación (creía que la había guardado yo, pero ella me lo ha desmentido: la lavó y guardó de inmediato. Por aquel entonces me compraban la ropa interior mis hermanos. Si veían que algo era correcto, me compraban cuatro o cinco prendas del mismo modelo, talla y casi siempre, color. Una bolsa llena de diversos objetos: canica, ojo muñeca, cuenta roja de collar, soldadito de plástico, algunas monedas antiguas, un pimiento de juguete (todo eso estuvo en algún momento en el interior de nuestros cuerpos -el de mis hermanos o el mío- ellos tendían más a tragar, yo o meter en las fosas nasales). Los restos orgánicos: un trozo de avellana con el que mi hermano más pequeño se atragantó y estuvo a punto de morir, una esquirla del húmero de mi hermano mayor cuando tuvo un accidente con la bicicleta y cuatro dientes de leche (los primeros que se nos cayó a cada uno de mis hermanos y a mí). Menos mal que se enteró de mi operación de apendicitis cuando ya estaba dada de alta: capaz hubiera sido de requerir el apéndice putrefacto para guardarlo como una reliquia. 

Lo extraño es que mi madre haya podido guardar esa caja hasta hoy. No porque algunos recuerdos le deben ser muy dolorosos si no por la cantidad de mudanzas que hicimos cuando vivíamos todos juntos. A veces ni siquiera teníamos muebles, otras éramos incapaces de recordar el nombre de nuestra calle. Todo un milagro que no se haya perdido con la cantidad de mudanzas que hicimos. 

viernes, 12 de agosto de 2011

El arte de darle la vuelta a la tortilla

Mis vecinos de enfrente han superado con creces la duración de cualquier discusión que yo haya presenciado u oído con anterioridad: llevan peleándose más de 24 horas (no sé si habrán parado para dormir -al menos, a las 4:30 de la madrugada continuaban haciéndose reproches). Ayer a estas mismas horas ya estaban gritándose. Son un matrimonio joven (veintipocos).  Él es administrativo en una inmobiliaria bastante importante de Granada; ella monta collares y pulseras en su propia casa, que luego vende a los bazares asiáticos o a particulares directamente -de comprarle bisutería es de la que la conozco-. Gritaban tanto a primera hora de ayer que Guille, siempre prudente y respetuoso con los asuntos ajenos, se alarmó y estuvo dudando en si sería adecuado intervenir de alguna forma para que se calmaran. Los primeros reproches se los hacía ella a él. El martes él había salido de copas con los compañeros del trabajo y no la había llamado para que fuera con ellos. Él alegaba que ninguna esposa ni novia los había acompañado y que había sido no premeditado, como una despedida porque él cogía las vacaciones. Durante todo el día continuaran haciéndose reproches de todo tipo. Creo que se han vomitado hasta la más insignificante de las molestias que le produce el otro. Al principio daba pudor escucharlos (el verano, tener las ventanas abiertas por el calor, es contraproducente para la intimidad). Luego, después de tres horas escuchándolos como una banda sonora fastidiosa -él tiene voz aflautada que se convierte en el chillido de un cerdo en el matadero cuando grita-, cualquier respeto por la intimidad ajena desaparece. Guille estuvo casi toda la mañana fuera, tramitando la documentación de nuestro proyecto en el Ayuntamiento. Se asombró de que aún estuvieran peleándose cuando volvió. Salimos a comer y al volver seguían gritando. Guille intentó dormir, yo concentrarme en terminar un final de obra, imposible con sus gritos (para entonces ella ya se había desgañitado y su voz femenina y dulce se había transformado en el alarido de un camionero al que le hubieran cortado los testículos). Mientras cenábamos las quejas eran tan cómicas, que ni siquiera nos molestamos en poner música, como solemos: ellos eran más divertidos. Entre otras cosas se lamentaron de que ella no le dejara a él que defecara en la casa de sus padres porque los gases que suele expulsar son como una ametralladora. Ella se había gastado 90 euros en un bono para depilación láser de barbilla para su suegra y ella se lo había devuelto de malas maneras alegando que no lo necesitaba, "cuando la vieja bruja tiene más barba que el Rajoy". 

Esta mañana Guille, más en serio que en broma, ha apuntado el número de teléfono de un abogado que tramita divorcios en un post-it y se lo pasado por debajo de su puerta. 

jueves, 11 de agosto de 2011

Divagaciones 4

Todo está cerrado por vacaciones. Algunos documentales y libros son nocivos: te hacen querer saber más y más. Creo que Guille está más enfadado por lo tontos que han demostrado ser los ladrones que nos han robado en el estudio de Málaga que por el propio robo. En las aseguradoras también están la mayoría de quienes saben de vacaciones y me temo que eso les perjudica. No me gusta Javier Marías como escritor, pero sí como articulista y como conferenciante. Ayer vimos otro documental sobre las bombas atómicas. Yo, que lo único que he lamentado no ser más inteligente, por una vez me alegré de mis limitaciones intelectuales. Los genios también pueden cometer burradas, como los padres de la bomba atómica y la de hidrógeno. A Guille le sienta bien tener la piel atezada. Duerme con la ropa interior, dejando al descubierto la piel blanca que no llega a tocar el sol. Dan ganas de morderle el cachete. Cuenta mi tío Fermín que con cada golpe que un padre da un hijo, no crea un maltratador en potencia, como afirman algunos tratados de psicología, si no una persona medrosa. Esta mañana nos han llamado del diario El Sur, de Málaga; han entrevistado a Guille porque están preparando un artículo sobre los robos en la ciudad en época estival. ¿Puede la policía hacer eso: Proporcionar el teléfono de un particular a un periodista? ¿Y si hubiera sido un caso de violación? De todas formas, no nos ha molestado. En el documental de ayer hacían explosionar una bomba atómica bajo el agua. El acontecimiento estaba muy bien documentado, lo que demostró a posteriori lo zotes e ignorantes que eran los científicos que se ocupaban del desarrollo de la bomba atómica. Un locutor decía lo que NO iba a pasar. Pasó exactamente lo que negó que iba a pasar. ¡Qué miedo da! Tiraron las bombas atómicas y realmente no conocían ni la potencia ni las consecuencias (aterrador!!!)

miércoles, 10 de agosto de 2011

La sombra de la ignominia

Ayer fue un día aciago, con un bombardeo constante de malas noticias y a pesar de ello, fui consciente de que soy afortunada. Por la noche, cuando volvió Guille, bajó al videoclub a alquilar una película (le pedí que sirviera para levantarme el ánimo). Volvió con un documental de la BBC, con la colaboración de TVE, sobre Hiroshima (bromeé con él: Pretendes hacer que me deprima y me suicide para cobrar el seguro). En el documental supervivientes de aquella masacre relatan -sin rencor- sus experiencias. Un doctor que volvía a la ciudad después de haber estado tratando durante toda la noche a una niña con insolación y se topó con el primer herido  al que no supo cómo tratar porque estaba todo quemado. Una chica que se salvó junto a su amiga por estar resguardadas en el banco donde trabajaban (la amiga tenía la columna vertebral rota y murió una semana más tarde, a los 18 años de edad). La madre que oye los lamentos de sus dos hijas sin poder acercarse a ayudarlas porque todo estaba ardiendo...

Recurriendo a la hemeroteca de la Vanguardia, leyendo lo que los periódicos decían los días 7, 8, 9, 10... de agosto de 1945, una pone en duda lo que siempre había leído y escuchado: la bomba atómica acortó la guerra y salvó más de un millón de vidas. Pero, sobre todo, me convence de que la segunda bomba atómica, Fat Man, arrojada sobre Nagasaki el 9 de agosto de 1945, fue un simple asesinato en masa.

La bolsa en Wall Street bajó cuando tiraron la primera bomba atómica por temor a que la guerra terminara de forma inminente. De no estar el moderado y sesudo Obama en la Casa Blanca, ¿habrían inventado un conflicto para salir de esta crisis económica?

A pesar de la crueldad del documental, me gustó mucho. Y comprendí que mis pequeñas miserias -el robo en el estudio de Málaga, el que una tita de Guille no deje de incordiarme con la frase "se te va a pasar el arroz", clientes pesados que no comprenden que cualquier documentación necesita una serie de pasos que es imposible acelerar...- no significan nada si las comparo con lo que sufrieron personas cuyo único delito fue nacer en un país con un conflicto armado.

martes, 9 de agosto de 2011

Un mundo feliz



He salido a comprar fruta. Hay una frutería del barrio que me gusta mucho, está regentada por un matrimonio de chinos. Puedes seleccionar la fruta y verdura a tu gusto. Son simpáticos -sin llegar a ser empalagosos-. Regalan perejil y hierbabuena. Hoy en uno de los laterales de la furgoneta que utilizan para traer fruta del mercado han escrito: Boicot a los chinos.

Mi suegra me llama para que convenza a Guille para que exagere en el valor de los objetos robados en el estudio de Málaga. (Esta señora no conoce a su propio hijo!!!). 

Dos de las cinco constructoras a las que le habíamos pasado las mediciones y presupuestos del proyecto del Campus de la Salud han quebrado.

El señor mayor que suele regalarme libros -los que trae los periódicos o alguno comprado en las ferias del libro- de forma anónima (los echan en mi buzón) ha sufrido un colapso por el calor y está hospitalizado. 

Ayer acompañé a una señora desde la parada de autobuses que hay junto al Callejón del Jaque hasta Mercadona (unos 300 metros). Era media tarde y todo estaba desierto. Temía la mujer que alguien le robara si iba sola. ¿Cómo se puede vivir con tanto miedo?

[Espero que se note que el título de esta entrada era sólo un sarcasmo]

El mundo en llamas

El menor de mis tres hermanos vive en los arrabales de Londres, en un apartamento de planta baja: dos dormitorios, una sala de estar, una cocina minúscula y un cuarto de baño. Cuando hemos ido a su casa nos ha chocado dos cosas: que viviendo en planta baja ninguna de sus ventanas tengan rejas, y no porque tenga un sofisticado sistema de seguridad o vidrios blindados, si no porque, simplemente, según él, nadie entra a robar en las casas; también choca mucho que el baño esté enmoquetado. Según mi hermano, palabras literales suyas, basadas en la experiencia de cinco años, los ingleses son bastante marranos, de ducha semanal los más higiénicos; pero inmediatamente sale en su defensa, y alega que debe de ser cosa del clima. Tanto frío y humedad no invita a empezar el día con una ducha (como ha sido siempre nuestra costumbre, la de mi familia, al menos desde que tengo memoria). Aunque, de mis tres hermanos es el más proclive a disfrutar del clima cálido, se ha adaptado sin dificultad a esa ciudad, la que le entusiasma, en la que, según él, pasa todo y nada a la vez. Todo, porque es un poco el ombligo del mundo, y nada, porque se vive una vida tranquila, sin incidentes que perturbe su tranquilidad; al menos hasta hasta dos noches, cuando comenzaron los disturbios por la muerte de un hombre a manos de la policía y en su calle, donde nunca pasa nada, saquearon primero un supermercado y luego lo quemaron. Creo que mi hermano se ha quedado aún más conmocionado porque era donde solía hacer sus compras semanales. 

Esta mañana Guille salió muy temprano para Málaga (le gusta mucho madrugar). A veces él se levanta cuando yo aún no me he acostado. Hace un rato me llamó. Lo raro no es que me llame (lo hace media docena de veces al cabo del día si estamos separados, a veces para nimiedades), lo raro era su tono tono de voz. Estaba alterado, pero no enfadado, creo que más sorprendido que molesto: nos han robado en el estudio de Málaga. En la sala grande del estudio hay un trozo de paramento de pavés que da a la escalera. Son losetas de vidrio de colores (azul, marrón, verde), unidas entre sí por gruesas juntas de cemento blanco y con un redondo del 6 en su interior para darle seguridad y rigidez. Los muy brutos, demostrando bastante estupidez, han abierto un agujero en ese trozo del paramento (habrán llevado incluso un oxicorte para cortar el metal). Si hubieran abierto el agujero en el paramento opaco, se habrían encontrado con una citara de ladrillo hueco doble enlucido a ambas caras (habría sido como cortar mantequilla en lugar de cortar mojama). Nos han robado (Guille ha tenido que hacer el recuento para entregarlo a la policía): cinco pantallas planas (ay, mi pantallón de 22", al que conectaba el portátil cuando iba a trabajar allí), tres torres (más viejas que Atapuerca, todas con contraseña, y dos de ellas con programas que únicamente trabajan con pastillas). Dos impresoras, una de ellas estaba estropeada, la otra para plotear hasta formatos A3; y media docena de pens, de esos que suelen regalar como propaganda los de Oficervice cuando compras mucho material. Curiosamente, el plotter, lo único realmente valioso de ese estudio, lo han dejado. Es un armatoste, pero se puede desmontar. Plotea hasta formatos A0. Lo compramos el año pasado y es relativamente nuevo. 

El butrón de la pared, teniendo en cuenta lo difícil que es cortar el metal y romper las losetas de vidrio, le llevaría, al menos, tres horas de trabajo duro (imaginan que fue durante el fin de semana, cuando no había nadie ne el edificio). Por el material robado, teniendo en cuenta que es material obsoleto (cualquier elemento informático deja de ser interesante casi antes de su fabricación porque sale algo mejor, más rápido, más potente) no creo que saquen mucho -por los ordenadores nada, a no ser que lo vendan por piezas. Las tarjetas gráficas sí son buenas, el resto normalito-. Mucho esfuerzo por casi nada, al menos material. La alteración de Guille, que hoy ya tiene el día perdido entre policía y seguros. ¡Qué pena de todo! 

domingo, 7 de agosto de 2011

Los muertos vivientes

Hoy me he encontrado con Juan Pedro, un antiguo novio de la facultad. En realidad no fue una historia muy profunda, de esas que sólo recuerdas cuando algo exterior interviene, como su presencia repentina hoy, en la cola de la pollería (ni Guille ni yo teníamos ganas de cocinar después de un viaje tan largo). Tardé en reconocerlo. En realidad se tuvo que presentar. ¿Te acuerdas de mí? ¿Eing? Pues no, lo siento....  Ha cambiado tanto físicamente, que podría hacerse pasar por su padre. Me enamoró de él su pelo largo, liso, rubio; su expresión de "niña buena", tal vez excesivamente femenina para alguien que había dejado atrás la adolescencia, su tórax cóncavo, no excesivamente musculoso, curtido por el deporte eventual de los fines de semana. Ahora de su pelo sólo queda un corte casi al cero para disimular una calvicie evidente en las partes brillantes de la coronilla. Me pregunto si yo también habré cambiado tanto. Ahora tiene barriguita de preñez de primeros meses; con lo agradable que era sentir su estómago plano pegado al mío (lamentable para su pareja actual). Que él me haya reconocido y yo no a él, no significa nada porque soy muy mala fisonomista. Y para colmo iba de "trapillo", con una camiseta ancha de Guille y unos pantalones cortos de fabricación casera, que me hice cotando unos vaqueros viejos que se habían manchado de pintura. 

Su cambio físico es la segunda conmoción que me produce. La primera fue cuando estábamos enrollados, jugando al escondite del beso. Se juntan cuatro o cinco parejas en una habitación más o menos grande, se apagan las luces y se busca a tientas una pareja. En cuanto pillas a alguien, gritas: pillado.Las últimas dos personas que se quedan sin pareja reciben el castigo. No importa la pareja que sea. Te tienes que conformar y darle un beso sin hacer trampas. Si te niegas o el beso no es considerado como bueno (por darse en la barbilla o con los labios cerrados), te ganas una yoya de cada uno de los participantes. Nos gustaba mucho cuando coincidían dos tíos, aunque casi siempre se negaban a besarse. Mi amiga Victoria y yo, si veíamos que el juego estaba excesivamente soso, hacíamos trampa y nos forzábamos a coincidir. Podíamos estar besándonos durante más de cinco minutos, sin nada de pudor, perdiendo todas la inhibiciones. (Cuánto se cambia cuando se madura!!). Durante uno de aquellos juego, Juanito me golpeó con el codo en la mejilla. Vi las estrellas (bueno, se parecía más al chisporroteo de una bengala). Durante unos minutos estuve aturdida, y luego me salió un morado donde me golpeó; tardó en desaparecer una eternidad.

Cuando se iba, Juan me preguntó que si había conseguido olvidar a Passolas (eing??). Passolas era un profesor de la facultad, sus clases eran especialmente aburridas. "Es muy injusto que te hiciera eso". ¿Hacerme el qué? Pero si aprobé su asignatura sin problemas. De repente no quise que me diera explicaciones. Dije que me tenía que ir, que me esperaban en casa para comer. Que viviendo tan cerca, seguro que coincidíamos muy a menudo. A veces me olvido de esa parte de los años de la carrera: las mentiras, las falacias que inventaban de unos y otros para justificar envidias o rencores o sólo una pereza excesiva que los llevaba una y otra vez al suspenso. 

jueves, 4 de agosto de 2011

El presente del pasado

A menudo me gusta sumergirme en las hemerotecas para leer las noticias, lo que es historia, en el mismo momento que estaba sucediendo. Hoy buscaba algo bastante trillado: el hundimiento del Titanic, y lo encontré en la Hemeroteca Nacional, en el periódico El País del 17 de abril de 1912. Sin embargo, mis ojos pasaron a la sección de Sucesos porque algo me llamó la atención:


Un intento de suicidio es dado como noticia importante. Me ha chocado porque 99 años después, un suicidio real ni siquiera fue digno de mención en un periódico local. Hará dos meses, en la calle Pintor Zuloaga de Granada, en un edificio de ladrillo visto de color blanco del que ignoro el número, un chaval, tan joven que rondaba la minoría edad, se arrojó al vacío desde una planta 5ª. El padre había muerto unos meses antes y él fue incapaz de superarlo. La madre no lloraba. Se dejaba guiar por la policía en un estado absoluto trance. Supongo que ignoraba por completo la ternura con que el policía que la atendía le pasaba la mano por la espalda para intentar consolarla. 

miércoles, 3 de agosto de 2011

La cabeza en la almohada

Dice Guille que soy una de las personas más solitarias que conoce. No creo que sea verdad. Su presencia se ha convertido en algo imprescindible. Necesito que esté a mi lado, incluso cuando duerme (me encanta mirarlo), o cuando vemos una de esas series raras que le gustan a él (de polis o gangsters), necesito tener la cabeza apoyada en su bicep. El ejercicio y arrastrar la estación total por el campo se lo ha desarrollado como si fuera un atleta. Me gusta sentir sobre la mejilla la dureza de su carne, a pesar del calor. Aunque puede que en parte tenga razón: desde la muerte de Nacho soy más antisocial. A los amigos hay que cuidarlos y yo soy muy egoísta con mi tiempo. Me sobra con él: es mi marido, mi amante, mi amigo, mi hermano, mi padre. Vivir con él significa ser feliz sin esfuerzo. Nunca discute, todo lo razona, todo lo perdona. A veces me gustaría que pidiera algo difícil de conceder para demostrarle que él es muy importante para mí. 

Encuentros en la tercera fase

No sé si es verdad o una leyenda familiar. Cuenta mi madre que su primo Currichi murió en un accidente de tren después de haber sobrevivido a un descarrilamiento ese mismo día. ¿Pero cómo no creer en las casualidades? Mi propio nombre y primer apellido los he encontrado escritos en una novela. Mi mejor amiga del internado ha terminado casada con mi mejor compañero de la facultad (sin que yo haya tenido nada que ver). O esta canción, ahora me persigue por todas partes:

La escuché por primera vez este mismo año (aunque creo que es del siglo pasado), en el patio de vecinos del estudio de Granada. Me costó trabajo encontrarla en internet, porque había identificado a Sting, pero nada más (me daba vergüenza bajar al piso de mis vecinos y preguntarle por el título -supongo que lo hubieran considerado una impertinencia-). Luego, la escucho en el ipod de Guille (30 gigas de música, ni el mismo sabe lo que tiene ahí metido). Y finalmente, ayer, buscando una serie que sustituya a City Hunter, me topo con Yasha una serie japonesa que tiene como banda sonora la misma canción -si fuera un tío, tendría que ponerle una denuncia por acoso (ja!)-.

Vuelvo al Sur

Vuelvo al Sur y apenas he tenido tiempo de recobrar los recuerdos y las costumbres de esta casa. Pero a todo se acostumbra una. Es como si ya no tuviera casa, sólo una serie de habitaciones donde dormir. Me recuerda esta situación un poco a dos semanas que pasé durante la carrera. Doña Vomititos (ya ni siquiera recuerdo su nombre) se había apoderado del piso que teníamos alquilado entre cuatro compañeras, en la calle Pedro Antonio de Alarcón. Era un tía insoportable. Siempre creando polémica y problemas. Incluso era capaz de convertir en discusión un saludo. Cualquier comentario que se hiciera, por inocente que fuera, aunque no fuera dirigido a ella, lo toma como una afrenta. En una ocasión pidió permiso para invitar a su familia durante el fin de semana. Unas primas suyas que venían de Marruecos. Eso era algo normal y todas dijimos que sí. Las demás también lo habíamos hecho, con novios o amigos. ¿Qué podría ocurrir? El domingo y el lunes, cuando todas volvimos, nos quedamos perplejas. Sus primas no sólo no se habían ido aún, si no que había invadido nuestras habitaciones (algo con lo que éramos muy respetuosas las unas con las otras: nada de tocar lo que no era de una, y menos entrar sin permiso en los dormitorios). El domingo hubo tal bronca que los vecinos llamaron a la policía, pero ellos sólo nos pudieron aconsejar que pusiéramos una denuncia. Ese mismo domingo decidí dejar el piso. Recogí mis cosas y gorroneé un lugar donde dormir durante dos semanas. Dormía en cualquier parte, incluso en el pasillo del piso de unos compañeros o bajo la barra del bar donde trabajaba. En mi casa no dije nada por temor a que mis hermanos, que siempre han sido muy proteccionistas, se enfrentaran a doña Vómitos (era bulímica, por eso se ganó ese mote). Al final del mes cobré y mi madre me ingresó lo correspondiente al alquiler y pude buscarme otro piso. [Con lo mal que lo pasé a ratos durante la carrera, es increíble que recuerdo con cariño, hasta con ternura, aquella época]

martes, 2 de agosto de 2011

Relaciones de familia

Hoy Guille se escapó con alevosía y nocturnidad. Iba a sacar la linde de dos fincas. Sabe que me gusta ir a ayudarlo a medir, y a él le gusta que le acompañe, pero se ha contagiado del proteccionismo de mis hermanos. Creía que algo malo podía pasar y ha querido mantenerme alejada. A veces Guille se parece más a un padre que a un marido. La finca, tierra de regadío y frutales, pertenecía a una señora que tenía dos hijos (la mujer debía de ser muy vieja porque los hijos ya lo son). Dejó testamento: la mitad de la finca para uno de los hijos, la otra mitad y el piso donde vivió, para el otro hijo, que la cuidó hasta su muerte. El hijo con menos herencia trazó la nueva linde a su antojo, quedándose con 3/4 de las tierras, la acequia y una casa de aperos que en realidad es como una casa solariega. Ya hubo un juicio, donde ambos hermanos llegaron a las manos (y tienen ambos más de 70 años). En el juicio se exigió que un perito topógrafo (mi Guille) trazara la nueva linde, de forma que la casa quede dividida en dos y las tierras en partes iguales. Cuando las fincas estén perfectamente delimitadas, habrá una vista donde, por concurso, le dirán a cada uno de los hermanos qué parte le corresponde. (Manda huevos, y eso siendo hermanos!!!).

Los expedientes de los juicios tienen números correlativos/año en que se inician. Este que parece tan arcaico y añejo, tiene fecha de 2009.