martes, 9 de agosto de 2011

Un mundo feliz



He salido a comprar fruta. Hay una frutería del barrio que me gusta mucho, está regentada por un matrimonio de chinos. Puedes seleccionar la fruta y verdura a tu gusto. Son simpáticos -sin llegar a ser empalagosos-. Regalan perejil y hierbabuena. Hoy en uno de los laterales de la furgoneta que utilizan para traer fruta del mercado han escrito: Boicot a los chinos.

Mi suegra me llama para que convenza a Guille para que exagere en el valor de los objetos robados en el estudio de Málaga. (Esta señora no conoce a su propio hijo!!!). 

Dos de las cinco constructoras a las que le habíamos pasado las mediciones y presupuestos del proyecto del Campus de la Salud han quebrado.

El señor mayor que suele regalarme libros -los que trae los periódicos o alguno comprado en las ferias del libro- de forma anónima (los echan en mi buzón) ha sufrido un colapso por el calor y está hospitalizado. 

Ayer acompañé a una señora desde la parada de autobuses que hay junto al Callejón del Jaque hasta Mercadona (unos 300 metros). Era media tarde y todo estaba desierto. Temía la mujer que alguien le robara si iba sola. ¿Cómo se puede vivir con tanto miedo?

[Espero que se note que el título de esta entrada era sólo un sarcasmo]

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