lunes, 16 de enero de 2012

Siete segundos y... vuelta a empezar

Me estoy volviendo adicta a los documentales. Hoy al medio día tocó El Hombre con 7 segundos de Memoria. El título ya dice de qué se trata. Un director de orquesta, Clive Wearing, hace 20 años fue afectado por el herpes simple (lo que, por lo general, sólo produce una infección en los labios, pero a él se le introdujo en el cerebro -cosa que ocurre 1 c/ 1.000.000-). Confundieron su encefalitis con una gripe. Cuando se dieron cuenta de qué se trataba en realidad, era demasiado tarde -o demasiado pronto-, porque consiguieron salvarle la vida, pero su cerebro estaba afectado, destrozada la parte que se ocupa de la memoria. Es como si se despertara por primera vez después de mucho tiempo cada siete segundos. No retiene nada nuevo en su memoria, no recuerda que su hermana había ido a verlo después de pasar sólo dos minutos de su marcha, o que ha comido con su hijo, a quien es incapaz de reconocer porque en su memoria es aún un niño. "Es cómodo -dice de su situación-. Es como estar muerto y cuando estás muerto no tienes que hacer nada". 

Cuando era pequeña me decían que nuestro cerebro es como una enorme cómoda llena de cajones. En el mío, el cajón de las letras estaba cerrado bajo llave y tenía que ir a la psicopedagoga para que "hiciera un agujero en el cajón y dejara escapar a las palabras". Cuando oigo hablar de cirujano cerebral, en mi imaginación se fija la imagen de un señor con una minúscula llave, metiéndola entre los pliegues de un cerebro. Supongo que tarde o temprano ese "tipo" de cirujanos cerebrales, capaces de abrir cajones cerrados con llave, saldrán de entre las sombras.

2 comentarios:

  1. ¿Leíste ayer en El País el reportaje de Juan José Millás sobre Neil Harbisson? A mí me pareció alucinante. Si no lo has leído, te lo recomiendo.
    Ah, por cierto, para mí la memoria es un mueble de cajones. Cuando no recuerdo algo, es como si no supiera en qué cajón lo tengo guardado, así que rebusco por todos ellos hasta que doy con el que es. Con el tiempo, seguramente aquellos cajones que no se han abierto muchas veces estarán encajados tan fuertemente que no habrá manera de abrirlos.

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  2. Muchas gracias por aconsejarme el reportaje de Millás (este señor está un poco poseído por el espíritu de Sap -con él también me desternillo de risa-). La verdad que sí es alucinante. Increíble: poder escuchar los colores.

    Una se pregunta si no sería posible que utilizaran esta ciencia para capacitar a los tetrapléjicos a moverse, con conexiones directas desde la garganta, por ejemplo -todos tienen la capacidad de deglutir- hasta las extremidades, donde recibirían descargas eléctrica para hacer mover a los músculos.

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