domingo, 27 de abril de 2014

Historias para no dormir



Voy a terminar por llegar a la conclusión que esto de ser adicta a los documentales es tan perjudicial como ser adicta a cualquier otra sustancia de esas para las que existen centros de desintoxicación. Hoy hemos visto uno sobre tsunamis. En su última parte da a conocer la formación de los tsunamis más catastróficos: grandes trozos de tierras que se desprenden y caen al mar formando olas gigantescas. Se espera que 1/6 de la isla de La Palma se desprenda en un corrimiento de tierra producido por un terremoto o una explosión volcánica y toda ese terreno caiga al agua provocando olas tan altas que pueden llegar a destruir toda la costa este de EEUU después de haber recorrido el Atlántico en su totalidad y arrasado las islas que lo salpican. 


Todo el terreno que queda a la izquierda de la línea y los puntos rojos, se desprendería


Si la probabilidad de que esto ocurra fuera real, por baja que fuera, teniendo en cuenta la seguridad de millones de muertes y del daño económico, ¿no se estarían intentando hacer esfuerzos sobrehumanos para evitarlo? El sentido común me hace creer que el documental es un cuento de miedo para adultos. Cuando éramos pequeños nos asustaban con el hombre del saco o la bruja que se comía a los niños malos y sólo dejaba de ellos los huesos, y ahora nos asustan haciéndonos creer que nuestro mundo, nuestra tranquilidad, nuestra monotonía, se puede acabar en unos segundos por culpa de la naturaleza, y los creemos porque la experiencia nos ha enseñado que los accidentes, sobre todo los provocados por negligencia y errores humanos (es un error conocer un posible desastre y no ponerle remedio) existen. 

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