domingo, 6 de abril de 2014

Estoy enternecida

Soy muy buena guardando cosas, pero pésima encontrándolas. Si no tuviera el don de perder casi todo lo que se pone a mi alcance, podría haber hallado la mamografía que me hicieron hace dos o tres años (quería comprobar la fecha). Ese día aprendí de Ángela (B3 en Miembros), que necesitamos que nos necesiten

A mi hermano no le gustan los hospitales. Ya ha demostrado que prefiere un dolor de úlcera durante meses a permanecer en uno de ellos un par de días. Cuando le dijeron que tenía que quedarse en observación, me pidió que no me fuera. En la sala de observación no pueden estar los familiares, pero sí hay cerca unas sillas. Durante tres horas y pico estuve entretenida, tecleando en mi tableta (me doy palmaditas en el lomo, que en la tableta no tengo corrector ortográfico y no cometí muchas burradas). De vez en cuando escuchaba a alguna de las enfermeras o enfermeros que entraba, informarle de mi presencia en  la cercanía de la sala de observación. Luego me dijo que se sintió mejor al saber que estaba allí. 

4 comentarios:

  1. ¡Has escrito tanto con una tableta! Yo en lo personal no soy muy amante del teclado de la tableta, probablemente porque no soy muy delicado al respecto. Imagínate que uso los dos pulgares para hacer zoom, como si de un gameboy se tratara. Por otra parte, dudo que alguien le guste un hospital, pero de allí a que prefiera soportar dolor por más de tres meses... Cada quien tendrá su manera de pensar. Por cierto, cuando vi el aluvión de entradas, noté una palabra en común, el cual me inspiró hacer una poesía. Como siempre, mi lado poco romántico, lo hecho a perder con un post-data nada sutil. Aunque el enunciado está un poco repetido.

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    1. Mi tableta es grande. De diez pulgadas. No tiene tanto mérito. Donde no soporto esos teclados, es en el móvil. El mío es tipo liliputiense, intento darle a una tecla, y señalo cuatro. Es complicado escribir ahí.

      Además, en los hospitales, sobre todo en las salas de espera, el tiempo se dilata.

      A mi hermano, la úlcera, por supuesto, no le duele constantemente, pero sí le impide comer lo que le apetece. Dos veces le han programado la operación, y dos veces la ha cancelado por fuerza mayor (la primera por cosas del trabajo, y la segunda por tener un viaje previamente fijado -a Eurodisney-).

      Ya he leído la poesía en tu blog. Me ha gustado mucho. (Siempre he admirado mucho a quienes tienen el don de conseguir hacer que rime más de una frase -yo soy inútil total para eso-).

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  2. Se por experiencia lo desesperantes y angustiosas a veces, las horas de espera en las urgencias de los hospitales, pero cierto es que a su vez dan ánimo a los pacientes al sentirse arropado por sus allegados. Lo impotante, es que no fuera por nada de gravedad.

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    1. Por fortuna no fue nada, y, también por fortuna, mi experiencia de estar pegada a un enfermo en el hospital, no es muy amplia. En los hospitales es como si el tiempo no se moviera.

      En el pueblo de mi madre suelen soltar: Pobre, fue bueno hasta morirse. Se fue sin hacer ruido ninguno. Se refieren a que el difunto murió de forma rápida, sin largas estancias en el hospital. Puestos a escoger, me gustaría una muerte de ese tipo. También hay personas del otro tipo: quienes prefieren una muerte anunciada, para poder dejar todos los asuntos mundanos bien atados.

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