martes, 31 de enero de 2012

Peor, imposible

Mi psicopedagoga quiere que, si sigo con la absurda idea de aprender inglés, escriba al menos 1000 palabras en castellano todos los días (nunca había contado las palabras que escribo, y ahora tampoco lo estoy haciendo, pero escribo siempre que tengo algunos minutos libres -cosa más aburrida debe ser eso de contar hasta mil palabras-). Cuando era pequeña tenía un CD con dictados. La voz del hombre que leía las frases que yo debía escribir (aprovechaba también para mejorar mi caligrafía, que era bastante nefasta, tipo niña de colegio de monjas, ampulosa, con adornos superfluos y enormes º en las is) era  la misma de algunos documentales que veía por la TV. Era una voz muy nítida y clara, perfecta en su pronunciación, algo metálica, bonita; pero como yo la asociaba a la pesadumbre de los dictados interminables -mientras mis compañeras de habitación lo dedicaban a hacerse trenzas o a hablar de chicos- terminé odiándola. 

Ahora es mucho más divertido escribir este blog, que no los interminables dictados de frases absurdas: "La araña aletea airada por sufrir aerofagia". Siempre que leía esa frase, imaginaba a una bolita negra con ocho patas y alas como de mosca que se desplazaba en su vuelo gracias al metano que le servía de propulsión.

En este mismo momento, por ejemplo, estoy escuchando el Réquiem de Mozart mientras en una de las pantallas del mismo ordenador se calcula una estructura y en la otra pantalla, tengo abierta la ventana desde la que escribo esto. Cuando se termine de calcular la estructura, saldré a correr durante una hora, volveré, una ducha rápida, esperaré a que se me seque el pelo mientras respondo algunos correos electrónicos, echo un ojeada a los nuevos comentarios de Solo Arquitectura y si tengo suerte, antes de acostarme podré leer la nueva entrada en el blog de Antonio Muñoz Molina. 

Si tuviera imaginación podría escribir sobre lugares lejanos o me inventaría personajes extraños, sofisticados, llenos de carisma... pero como no tengo ni un ápice, sólo puedo escribir de lo que me ocurre día a día, de lo que veo o de lo que pienso.

Doce palabras por reglón, aproximadamente, 23 reglones, eso son unas míseras 276 palabras... va a ser complicado. Vaya, al final sí que he contado las palabras... aunque a grosso modo.

4 comentarios:

  1. Esto me interesa mucho, BK. ¿Te ha dicho tu psicopedagoga (iba a abreviar esto en pp, pero no me ha parecido apropiado, ji, ji) por qué quiere que escribas mil palabras en castellano si quieres aprender inglés? ¿Cuál es el efecto de ello? ¿Cómo te ayuda? Me pica mucho la curiosidad. Por cierto, si puedo ayudarte en algo con eso del inglés, aquí estoy. Lo mismo te puedes hacer una excursioncita a esta parte del mundo para practicar.

    ResponderEliminar
  2. Las palabras que sé escribir están en mi memoria. Si una persona "normal" olvida cómo se escribe cualquier palabra simplemente tiene que identificar los sonidos con las letras. Yo no puedo hacerlo. Para poder escribir algo nuevo o algo que he olvidado, tengo que buscar a alguien, decirle la palabra y volver a memorizarla cuando me la escriba.



    Escribir 1.000 palabras diarias me ayuda a no olvidarme del español, pero no me sirve para mejorar mi inglés. Si tengo dos grafías que sirven para la misma palabra, ejemplo apple y manzana, al no identificar los sonidos con las palabras, puedo llegar a olvidarme de cuál corresponde a cada idioma. (Aunque existen truquillos: en inglés se apelotonan las consonantes y utilizan más la letra W). También me resulta más fácil cuando identifico las letras con números.

    De momento voy bien con el inglés, forzosamente lenta, pero bien. Muchas gracias por ofrecerme tu ayuda.

    ResponderEliminar
  3. Jopé, me has dejado turulata, estoy pensando y pensando, tratando de comprender cómo funcionas tú con las palabras. Y digo yo, si tú no identificas los sonidos con las letras a las que corresponden, serás incapaz de escribir al dictado, ¿no? Dices que te resulta más fácil cuando identificas letras con números. Y eso, ¿cómo demonios se hace? Esto es interesantísimo, de verdad.
    Por mi parte, puedo hablar y escribir en inglés, pero cuando tengo que trabajar con números, tengo que hacerlo en español. Puedo decir números en inglés, porque los uso como palabras, pero cuando los uso por su valor, en español. No puedo sumar o restar en inglés.
    ¡Qué raritos somos! Anda, que estaría bueno que aprendieras inglés y se te olvidara el español, con todo el esfuerzo que te ha costado aprenderte las palabras. Las cabezas son un misterio.

    ResponderEliminar
  4. Puedo escribir al dictado, pero todas las palabras que escriba debo haberlas aprendido a escribir antes. A veces no puedo identificar el significado de una palabra si tiene un error ortográfico (cosa que no suele ocurrir al resto de personas).

    Es algo genético, en mayor o menor medida, le ocurre a toda mi familia materna.

    El valor numérico de las letras: a=2; b=0062; c=0063; ... etc. El valor de las vocales lo impuso mi cerebro, el de las consonantes, la psicopedagoga.

    Sí, tienes toda la razón: el cerebro es todo un misterio.

    Me ilusionó mucho el artículo de Millás que pusiste. No para mí (que ya me manejo más o menos bien con esto de las palabras escritas); pero si tengo un hijo con el mismo problema, me gustaría que no se tirara la mitad de la infancia encerrado entre cuatro paredes intentando memorizar palabras.

    ResponderEliminar