viernes, 13 de enero de 2012

Al otro lado del puente

Acabo de encontrarme a una amiga en el Colegio de Arquitectos. Una antigua compañera de la facultad. Al verla en el Colegio supuse que las cosas le habían ido bien ("ir bien"=trabajar para lo que se ha estudiado -ya ni siquiera exigimos unas condiciones de trabajo dignas-). Sólo estaba de paso. Al Colegio había ido a saludar a un amigo. Está trabajando y viviendo en Madrid. Vive con sus padres -a su padre, que trabajaba para una multinacional, lo trasladaron desde Málaga a Madrid- y casi inmediatamente, después de hacer todo el gasto del traslado, lo despidieron. 

Las condiciones de trabajo de mi amiga.
Horario: de 8 am a 5 pm, con una hora para la comida
Seguridad social: No. Tiene contrato de becaria.
Sueldo: 900 € al mes. No tiene pagas extra.
Vacaciones: No. Cuando llega verano la despiden durante un mes y la vuelven a contratar el mes de septiembre.
Derecho a días libres: Sí, todos los que quiera, pero le descuentan de la paga los días que no haya ido a trabajar, más un 20% de penalización, supuestamente para pagar las horas extra a quien la ha tenido que sustituir. 

Uf, una se queda sin palabras. 

Está trabajando para una empresa de publicidad. Creo que ni ella misma tiene muy claro cuál es su cometido. Duelen sus condiciones de trabajo, pero más duele al recordarla trabajando en algunos proyectos que hicimos en común: el entusiasmo que ponía, la precisión con la que trabajaba. Tenía dificultad con las estructuras. Quiso que estudiáramos juntas. Le dije que de acuerdo, a pesar de que me cuesta mucho trabajo concentrarme cuando estudio con alguien o en un lugar público que no sea una biblioteca. Pero se tenía que adaptar a mi horario (yo trabajaba en un bar y algunos días salía a las tantas). De cinco a ocho de la mañana, le propuse. A las cinco menos cinco estaba en la puerta de mi piso. Yo ya estaba despierta, no me costaba ningún trabajo permanecer con los ojos abiertos, pero, intentad levantaros a esa hora para poneros a estudiar... Creo que nunca he conocido a nadie con tanta fuerza de voluntad. 

Dice que está cansada que la gente la intente consolar hablándole del final de la crisis. "¿Y si cuando acabe la crisis, todo sigue igual?"

3 comentarios:

  1. Antonio de La Mancha13 de enero de 2012, 7:18

    En la vida hay que formarse y tener muchas competencias; sin embargo, puede no ser suficiente: el factor suerte, el momento histórico o variables ajenas a nosotros que modifican nuestros deseos también cuentan.
    Nunca fue fácil la vida para todo el mundo, el problema es que ahora nosotros somos los actores, nos repercute el resultado.
    Mientras tanto, hay que estar preparados para adaptarse a las peores condiciones y luchar para cambiarlas. Siempre que llueve escampa.
    Saludos.

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  2. La crisis no es una crisis. Una crisis dura un tiempo limitado y al final se resuelve de algún modo: el enfermo muere o se cura. Yo creo que aquí no hay enfermo, es decir, el capital goza de buena salud.
    Es muy doloroso, porque nos creíamos que las vacas iban a ser cada vez más gordas. Pero lo cierto es que esa situación de tu amiga lleva ya tiempo fraguándose, hace ya bastantes años que proliferan esos contratos basura, y nadie ha hecho nada. Nadie. Y por otro lado, ese tipo de situaciones abundan no solo en España sino en el resto del mundo. Yo, desde que vivo en los EE.UU., estoy curada de espanto.
    Alguien nos contó que el trabajo es un derecho, y nos lo creímos, pero no es verdad. Cuanto antes nos vayamos dando cuenta de la posición que ocupamos cada uno en el tablero de juego, mejor.

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  3. Uf, acabo de ver un documental de Michael Moore: The Big One, que trata de los contratos basura y de cómo las grandes empresas se aprovechan de los presos y de los trabajadores del tercer mundo para ganar aún más pasta... Después de todo, no estamos tan mal

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