domingo, 11 de septiembre de 2016

La gran ballena blanca

¿Cuánto duran los sueños? Por lo general, mis sueños son breves momentos -o al menos, eso es lo que recuerdo al despertar-. La mirada de falso reproche de mi padre al ver el desorden de sus libros; la imposibilidad de alzar el vuelo -aunque en el sueño lo hago con facilidad- cuando un toro me va a cornear; la carta de la universidad recordándome que debo terminar alguna asignatura... 

Pero el sueño de hoy ha sido interminable, creo que comenzó inmediatamente después de cerrar los ojos y terminó al abrirlos. Ha sido como una película anodina y aburrida. Sólo tenía que enfrentarme a la molesta presencia de un compañero que se creía Dios. Un compañero que tuve en la vida real y que sólo recuerdo de tarde en tarde como prototipo de mosca cojonera. 

No dormía muy profundamente. Cuando Guille salió de la cama a las seis y media para reunirse con sus amigos para entrenar con la bicicleta, desperté y de inmediato volví a dormir y el sueño siguió. Algo exterior me despertó a eso de las nueve y media, supongo que algún ruido de la calle, pero volvía a dormir y a seguir con mi sueño insulso. Hasta las diez, cuando apenas llevaba cinco horas en la cama (los domingos me gusta dormir hasta hartarme). Llamaban con insistencia al timbre. Eran dos chicas del Opus Dei que venían a hacer proselitismo. 

Una de ellas es recurrente. Creo que soy su Moby-Dick. Me agrada esa chica, por el esfuerzo que hace. Parece muy tímida. Su voz tiene un timbre extraño cuando se dirige a mí, como si estuviera nerviosa o a punto de llorar y su rostro oscila del encarnado pálido al rojo brillante por culpa del rubor. 

Hoy venían a reivindicar a la Virgen María como icono de la lucha del feminismo (¿eing?). Les dije que no me encontraba bien y no podía atenderlas. Ahora me arrepiento de no haber escuchado su argumento. No me molestaban ellas -son chicas agradables y educadas-, tampoco el que me hubieran despertado, tampoco deseaba volver a la cama para seguir con el sueño aburrido. Pero en el perchero de la entrada está colgado el guardapolvo que contiene las chaquetas de Guille, preludio de su marcha esta tarde, y no quería verlo. 

¿Cómo pensarían justificar el feminismo de la Virgen María si le han quitado hasta la sexualidad? ¿Qué tiene de feminista ver morir a tu propio hijo pasivamente? Mi madre le dio dos sonoras hostias a la mujer de un superior cuando acusó de mi hermano mediano de haberle robado el reloj; aunque en mi familia somos bastante cobardes y de soslayar los problemas. Pero no imagino a mi madre quedándose de brazos cruzados si alguno de nosotros estuviéramos a punto de morir, aunque en ello le fuera la propia vida. 



Espero que mi capitán Ahab vuelva pronto y me explique. 

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