jueves, 25 de septiembre de 2014

Un piélago de almas

Somos como un río: parecemos los mismos, pero estamos cambiando constantemente. Puede que quien nos conozca hoy no sea capaz de reconocernos al cabo de una década o dentro sólo de unos pocos días, aunque nuestro aspecto físico no haya cambiado ni un ápice. Andrés Neuman cuenta en su blog  que en una de las actividades programadas en el último PEN World Voices Festival, le hicieron a Martin Amis una entrevista con las mismas preguntas que había respondido 25 años antes. El locutor sugiere: Volver atrás, revisarse y corregirse. Andrés Neuman le da unas palmaditas de consuelo a la inocencia, o ignorancia, del dueño de estas palabras con la frase: El locutor parecía creer que somos una sola persona a lo largo de toda nuestra vida.

Cambiamos, casi todo nos cambia. Influyen en nosotros las personas con las que estamos, las películas que vemos, los libros que leemos, todo lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que conocemos por terceros. A veces, mientras corro, me gusta imaginar cómo sería mi vida si mi padre no hubiera muerto tan pronto, o si me hubiera casado con mi primer novio, o si no hubiera podido cursar la carrera de arquitectura, o si nunca hubiera ido a Barcelona y conocido a Guille. Ninguna de esas personas que imagino se me parecen. Algunas serían mejores, otras peores, pero ninguna sería mi yo actual, y tampoco el yo que seré dentro de unos años. 

5 comentarios:

  1. Creo que, solo el avance en el tiempo va cambiando a la persona, tanto en el aspecto físico como en el mental.
    Me decían en clases de biología que desde los 33 años comienza la pérdida irrecuperable de neuronas, aunque al principio es como si van talando un bosque y las copas de los demás árboles van cubriendo los huecos. Finalmente el deterioro no va teniendo remedio. Desde luego, yo ni siento ni pienso igual que con aquellos lejanos 33 años. Aunque procuro no pensar que hubiera sido de mi vida si hubieran cambiado las circunstancias, porque son ucronías.Lo pasado ya no tiene remedio. ¡Joé!, que rollo filosófico me ha salido.

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    1. Como un adicto a los videojuegos, entiendo perfectamente esa sensación de requerimiento ucrónico, el querer pasar todos los días por el mismo camino hasta conseguir la forma perfecta de recorrerla. Por otra parte, como adulto que soy, al menos cronológicamente hablando, (mentalmente eso está en duda) entiendo la irreversibildiad de los acontecimientos. Como todos, a veces pienso, que pasaría si en esos puntos ucrónicos de mi vida, hubiese hecho la otra elección o que los acontecimientos no hayan ocurrido de la manera como la conozco, pero eventualmente llegaría a la conclusión, de que sólo quedará en la ilusión y la fantasía.

      Hablando del tema biológico, con su permiso Señor Manuel, las neuronas en efecto se dañan y no son reparables, pero se puede reducir al mínimo dicho daño, con una dieta saludable, ejercicios físicos y mentales en su justa medida, e incluso hay medicamentos que inhiben el deterioro. Espero que dentro de unos treinta años, en este mismo espacio, usted pueda aconsejarme lo mismo. Sería un hecho muy,,, memorable.

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    2. Aaaaaaaaaaah, qué disgusto me acaba de dar, don Manuel: ¡Dentro de unos días comenzaré a perder neuronas!!!! (con el aprecio que yo les tengo a las pocas que pueblan mi cerebro).

      Yo creo que cambiamos la forma de pensar por las experiencias que tenemos. Aunque me pregunto si dos personas sometidas a las mismas experiencias, terminarán pensando lo mismo (ejemplo: mis hermanos mayor y mediano, laboralmente han llevado unas vidas paralelas, al principio sus ideas políticas eran de derechas, luego se fueron hacia el centro y últimamente prácticamente son de izquierdas).

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    3. Por favor, ¡ ni la menor preocupación!.No era mi intención. Esa edad es plena juventud. Además, estoy de acuerdo con la explicación del señor Ltenio00. Hay esos remedios, aunque recuerdo que el biólogo fue taxativo en aquella clase. De hecho, aún no me encuentro muy oxidado, pero eso si, algo "apapostiao".
      Gracias por el deseo de que pueda dar consejos dentro de treinta años (norma que no sigo ni ahora), pero para entonces yo, como se suele decir en España, estaré criando malvas o "jarto de jaramagos".

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    4. Lo de la preocupación por la muerte de las neuronas era una exageración. En realidad, no me preocupa ni me llena de traumas eso de cumplir edad (peor sería no hacerlo y haberme quedado eternamente en los 30 -qué tétrica me estoy poniendo, será porque por aquí ya aparecen los disfraces y caramelos de Halloween en los comercios; una pena no haber importado esa costumbre norteamericana mucho antes: para los niños es muy divertido-). No le ocurre lo mismo a mi pobre Capitán Guille, que ni siquiera quiere que lo felicite el día de su cumpleaños.

      No creo que andemos por aquí dentro de 30 años, pero no porque estemos criando malvas, sino porque seguro que Internet se ha reducido a un microchip que se implantará en el cerebro, o que llevaremos en la oreja como si fuera un audífono. Puestos a imaginar... puede que el cuento de Ltenio00, el del viaje astral de Jesucristo, deje de ser ficción dentro de poco.

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