martes, 23 de septiembre de 2014

¡Que viene el lobo!

Una de las pocas cosas estables en Granada, el tiempo, comenzó a desequilibrarse a mediados de la semana pasada. El primer indicio del cambio fue un viento fuerte que sacudía toldos, mareaba la basura en los patios de luces y ululaba en mitad del silencio nocturno, permitiendo temer, por culpa de la cultura cinéfila, la aparición de un enmascarado empuñando una sierra eléctrica. Luego llegó el cielo encapotado y las temperaturas que obligaban a los madrugadores a buscar las primeras prendas de abrigo (rebecas y camisas de mangas largas). Desde entonces la lluvia amenazaba, pero en muchos días no cayó ni gota, convirtiendo los paraguas, con los que casi todos teníamos la previsión de salir, en engorrosas cargas inútiles.Fueron muchos días seguidos sintiendo las nubes sobres nuestras cabezas sin que la lluvia que presagiaban apareciera. Al final la gente volvió a dejarse los paraguas en casa, o los convirtió en objetos sin dueño, olvidados en el paragüero de una tienda o bajo la barra de un bar. Hasta ayer, que cayó un chaparrón intenso, fuerte, pero tan breve que cuando me permití levantar la vista y echar una segunda ojeada a través de los vidrios de las ventanas, ya había parado. Estos últimos días he estado intentando incrustar (a marcha forzada, sin apartar las pestañas de la pantalla) 24 pisos donde sólo caben 12. Lamenté no haber disfrutado de lo que llevaba tanto tiempo esperando y lo que parece tardará mucho en volver porque el chaparrón consumió las nubes y desde entonces el cielo está casi despejado, con sólo algunas manchas blancas y algodonosas que dan intensidad al color azul. 


Foto robada a Ideal digital

2 comentarios:

  1. Dios mío, cómo harás para duplicar la cantidad de pisos a un edificio? (supongo que te refieres a nivel de edificación, planta baja, nivel 1, nivel 2...) si lo logras, pasarás de ser arquitecta a ser una Diosa, capaz de violentar las leyes de la física!!!

    Cómo se nota que en donde vives la gente está acostumbrada a la lluvia. Aquí, en mi ciudad, bueno, pueblo grande, cada vez que llueve, es un espectáculo seguro: calles convertidos en ríos, y gente empapada. No verás a nadie, absolutamente a nadie, con un paraguas o un impermeable, ni siquiera a mi.

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    1. Fue complicado, pero ya está hecho (lo de meter 24 pisos donde antes había 12). No se podían poner más plantas (he hecho un poco de trampa, y en un par de ellos he metido una doble altura que en teoría es espacio de almacén, pero en realidad es un dormitorio, por la altura, que sólo tiene 2.20 m, pero está dentro de la normativa). También, antes, las cocinas y los comedores eran independientes, ahora son un espacio único. Es lo que vende la crisis: espacios compactos y baratos.

      No creas que Granada es una ciudad muy preparada para la lluvia. En todo el verano no ha caído ni una gota, y cuando llueve fuerte, lo normal es que los bomberos tengan que salir a achicar agua a algún sótano.

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