domingo, 7 de septiembre de 2014

El placer

Creo que me ocurre como a la mayoría de mortales: cualquier placer, después de una larga abstinencia, vuelve más intenso, orgásmico (con el sexo, esta palabra, sería una redundancia). Si el placer es cotidiano y accesible, la monotonía consigue esconder el verdadero valor que tiene. Me ocurría con las entradas que casi a diario hacía Antonio Muñoz Molina en su blog. Temía su final, pero pensaba que estaría lejano. Las leía con interés y curiosidad, pero sin darle el verdadero valor que aún tienen. La desaparición de ese pequeño regalo diarios se vio agravado por el obligado letargo del verano, periodo en el que sólo se mueven las alas de las moscas: en el periódico tampoco publicaban sus artículos semanales.  

Por fortuna (o por desgracia) el tiempo transcurre y con septiembre ha llegado su nuevo artículo. Lo leí con avidez, por la noche, poco antes de salir a correr. Hasta entonces no me había percatado que en mi cerebro, cada uno de ellos, es como un árbol: la idea principal que relata (en este caso nos da a conocer a un inglés que fue espía soviético) y multitud de ramificaciones que se derivan de alguna de sus frases. Como soy incapaz de un pensamiento múltiple y simultáneo, fue una suerte que comenzara a trotar por las calles solitarias de Granada, cuando sus ideas aún viajaban por mis neuronas porque por primera vez en mucho tiempo, he conseguido regresar a casa sin ser consciente de los nuevos carteles de Se Alquila o Se Vente, que aparecen constantemente pegados a los escaparates de las tiendas que hasta hace muy poco frecuentaba.

2 comentarios:

  1. Una sensación similar, aunque de seguro con una intensidad mucho menor, sentí cuando volví a leer al Señor Antonio Muñoz, de la misma manera que me pasa cuando te ausentas por largo tiempo. Respecto a tu caso en particular, de quien soy más seguidor que del Señor Antonio Muñoz, cuando "desapareces" la incertidumbre se hace evidente ¿Visita familiar? ¿Trabajo fuerte? ¿El capitán Guille está de regreso? ¿Algún incidente inesperado? ¿Algún accidente grave? Menos mal, que siempre de una larga ausencia, la entrada coincide con un relato suficientemente informativo como para despejar todas esas incertidumbres.

    Ahora respecto a los placeres abstinados en general (que la RAE no vaya a demandar) comparte tu punto de vista. Por ahora, mi única abstinencia es el café, que aún no se me pasa el efecto, pero cuando deje de ser una adicción, y lo requiera de nuevo, de seguro que lo disfrutaré (como lo he hecho en otras ocasiones, pero sin menos adicción).

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    1. Ja, me he apoderado del apodo que le das a Guille y ahora yo también lo llamo Capitán. Él cree que es por haber sustituido durante unas semanas al capitán en el equipo de fútbol sala en el que suele jugar (ya le contaré la verdad e intentaré que lea tu relato -es muy perezoso para moverse por Internet-).

      La última ausencia ha sido un poco por todo: visita obligada a mi madre (es incapaz de estar sola los 8 de septiembre -el día que murió mi padre-), un proyecto que había que entregar con urgencia -lo habíamos hecho entre tres compañeros, a mí me tocaba la última parte y me estuvieron azuzando durante un par de días para que me apresurara en terminarlo para que lo visaran y poder cobrarlo (el cliente estaba en la lista de morosos) y también porque hemos estado de obras en el piso (asombroso la facilidad con que los montadores especializados son capaces de levantar una pared de cartón-yeso y lo complicado que resulta en al realidad).

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