Dentro de unas semanas nos habremos olvidado de él, pero en este momento el uniforme del equipo femenino de ciclismo de Bogotá es un viral (se puede encontrar hasta en la sopa -o acompañando a la tostada de la mañana, como me ha ocurrido a mí, en el periódico impreso que va de unas mesas a otras en el bar en el que suelo desayunar-).
Como me suele ocurrir, primero miro la foto, inmediatamente saco conclusiones, luego leo y, simultáneamente, me percato de lo equivocada que he estado minutos antes.

Al ver a las seis mujeres enlazadas, vestidas con ropa deportiva, pensé: el equipo nacional de tiro femenino debe de estar haciéndolo bien (explico las razones de mi equivocación: los colores del uniforme son los mismos que la bandera española, en Granada se está celebrando el mundial de tiro en estos momentos y no tengo ni puñetera idea de cómo es la equipación de las participantes en esa competición). Poco a poco, reglón a reglón, fui desgranando la polémica existente con el uniforme de las ciclistas. Me habría sido completamente indiferente (las vestimentas ajenas me importan un bledo, siempre que no hayan sido costeadas con mis impuestos), y no habría sentido la necesidad de escribir este post, si el presidente de la UCI (Unión de Ciclistas Internacional), el británico Brian Cookson, no hubiera soltado: Inaceptable bajo cualquier estándar de decencia. ¿Da a entender que las ciclistas son impúdicas o que en su imaginación se antepone la sexualidad a la condición de deportistas de estas mujeres?
Hay que tener en cuenta que:
- El uniforme cumple las normativas que se exigen en este deporte (habrían sido descalificadas de no ser así).
- Quienes deben sentirse cómodas con la equipación son las deportistas, y parece que lo están (no hay ninguna cubriéndose la zona de los genitales con las manos para entorpecer imaginaciones ajenas).
- Ha sido una misma de ellas quien ha diseñado el maillot (Tatiana Rojas).
- Sea más o menos bonito el uniforme (eso depende de los ojos de quién lo mira), hay que admitir que es original (de no ser así, no se habría escrito y hablado tanto sobre él).
- Y, sobre todo, lo más importante: ¡Lo afortunado que son los patrocinadores de estas mujeres al recibir tanta propaganda mundial gratuita! ¡Bien por ellos!
Esperemos que la próxima vez que salgan en los papeles (así llamaba mi abuela al periódico) sea por llevar una medalla al cuello.