jueves, 13 de julio de 2017

La señora de las pócimas

Madre: ¿Sabes quién ha muerto?

Poco a poco mi madre vuelve a su costumbre de llamarme por cualquier nimiedad. Después de abandonarme Guille dejó de hacerlo. Temí que estuviera enfadada conmigo, que me culpara de lo ocurrido, pero sólo la retenía su miedo a encontrarme llorando porque, asegura, no habría sabido cómo consolarme.

Yo: ¿Quién?
Madre: Paca.

El mundo de mi madre se divide entre la realidad y la ficción de los personajes televisivos. A veces me habla con tanta cercanía de gente de la farándula, que los confundo con familiares. 

Durante una tarde, por una de sus llamadas, creí que mi prima Belén y su padre Antonio andaban con problemas judiciales (tienen tierras y una tienda en común); pero mi madre hablaba de Belén Esteban y del representante de la ¿artista?

Yo: ¿Paquita Rico?
Madre: No, Paca la farmacéutica

La memoria de mi madre retiene con todo detalle los malos momentos del pasado, por muy remoto que sea. 

A Paca la conocimos una tarde de invierno en la que toda la ciudad de Málaga parecía necesitar medicamentos para el resfriado. La farmacia estaba atestada, pero en cuanto entramos nosotras, nos dio preferencia. Pero, ¿cómo la sacas así? Pobrecita, si tiene que estar ardiendo de fiebre. ¿Aspirina infantil? Mi madre asintió aturdida, le dio las gracias por habernos colado y salimos. En realidad entramos en la farmacia para comprar a mi padre, que estaba ingresado, unos caramelos de menta con forma de gominola que le gustaba chupar siempre que la quimioterapia no le había llenado la boca de quemaduras. Me llevaba cogida de la mano pero no se había dado cuenta de mi enfermedad. Yo sólo me había quejado de cansancio. Pero eso era algo muy normal en mí.

A la farmacia volvimos en otras ocasiones. Y como mi madre es de darle palique a los desconocidos, se terminó enterando que aquella mujer y mi tío Alfonso eran vecinos. 

Mi madre siente remordimientos por lo ocurrido, pero a mí no me importa. En realidad, de no ser por ella que me ha contado la historia un montón de veces, es como si no hubiera ocurrido nunca. Lo único que me importa de los hechos, saber si al final conseguimos los caramelos para mi padre, ella no lo recuerda. 

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