domingo, 24 de julio de 2011

La semilla del diablo - Anders Behring


Parece un Madelman. Los Madelmans eran juguetes para niños, una especie de Barbie pero en chico y aguerridos, con muchos uniformes y ropa diferentes, incluidos complementos de armamentos (yo heredé algunos de mis hermanos -terminaron siendo víctimas de una escopetilla de plomos-).

¡Menudo cobarde! ¿Qué puede discurrir por la mente de semejante hijo de puta para que haya cometido tal barbarie? Dicen que le gusta leer. Incluso leyendo manuales de armamento aprendes a tener empatía con las víctimas. Dado lo que ha demostrado que aprendió leyendo, bien podría haber aprovechado ese tiempo en otra cosa más productiva (en suicidarse, por ejemplo, si tan en contra de este mundo está).

Veintiún años de cárcel a cambio de haber cercenado 93 vidas (de momento). ¿Buscaba sus 15 minutos de fama? ¿Quiere pasar a la historia como el mayor asesino de Noruega? Si lo mataran, no serviría de nada. No creo que eso dé consuelo a los padres que han perdido a los hijos que apenas comenzaban a vivir. Espero que no tarde en darse cuenta de la atrocidad que ha cometido (dicen que no se siente culpable de nada -menudo salvaje-). Que tenga que vivir con su culpa durante una larga vida, siendo consciente de ello, lamentando cada una de las vidas con las que ha acabado. ¿Cómo se puede castigar a alguien que ha hecho tal salvajada? Me daría miedo comprender, aunque fuera remotamente, qué lo empujó a cometer esta masacre. Sólo ruego que no dejen que consiga lo que quiere: justificarse ante el mundo y exponer sus teorías. Deberían aislarlo porque es un peligro para la sociedad.

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