lunes, 18 de julio de 2011

La leche!!!


Esa cosa tan antiestética de la imagen es una placa turca. Pensaba que ya no existían (al menos no en este mundo civilizado). Pero hoy, hace un rato, me he topado con una en el mismo barrio gótico de Barcelona. Un amigo me pidió que le echara una ojeada al piso de su madre, está junto a correos, cerca del puerto. Quería saber si existía la posibilidad de reformarlo de alguna forma. El piso es enooooooooorme, un dédalo de pasillos angosto y techos altísimos, de puertas labradas (cada una de ellas es una joya), suelos hidráulicos que parecen tapices desgastados y cenefas pintadas a mano, bordeando los marcos de las puertas y un zócalo de madera envejecida (por el tiempo, no artificialmente), en las habitaciones principales.

Siete habitaciones saturadas de una decoración de bazar asiático (qué terror: esconder la belleza del edificio entre tantas baratijas). Había visto un salón, una salita, un despacho (del marido difunto), un cuarto de costura y plancha, la cocina (el lavadero está en la cubierta) y varios dormitorios y habitaciones de desahogo. Pero no vi ni un baño. Tuve que preguntar a la dueña, y ella arrastró los pies hasta el final del pasillo. Disimulada con el mismo papel pintado que la pared, había un puerta que se abrió cuando la dueña golpeó con el puño la esquina superior izquierda. El baño de ese piso es un zulo: metro y medio de largo, un metro de ancho y cuatro y medio de alto). Todos los aparatos sanitarios se reducían a la placa turca y a un minúsculo lavabo (las dos manos no se podían meter juntas). Justo encima de la placa turca, una alcachofa sirve a la vez de ducha y de cisterna. Flipé. No imagino a la señora (es mayor, unos 70 años, gruesa y con problemas en las piernas, utilizando aquel aparato sanitario de la prehistoria -aunque dice mi hermano que en Japón, en las zonas rurales, es lo que suelen tener, en contraste con las ciudades, donde los inodoros tienen más posibles acciones que un microondas, hasta te calientan la zona donde pones las nalgas para que no te dé repelús (ja, qué cosas!!!)

1 comentario:

  1. :-DDDD

    De todas formas, recuerdo un modelo aún más desasosegante. En él, las huellas para poner los pies se silueteaban como suelas de toscos zapatos :-)))) Cuando niño, cada vez que veía uno de estos artefactos siempre me imaginaba al monstruo de Frankenstein en cuclillas.

    Saludos, sentraña.
    :-)

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