lunes, 18 de julio de 2016

Ideas durmientes

Qué hijos de puta somos (los arquitectos y los promotores).

Fotografía robada a El País digital

Existen miles de formas para hacer accesibles los vidrios desde el interior de los edificios pero por comodidad, por respetar la intimidad de los habitantes y porque siempre se ha hecho así, seguimos obligando a que operarios, por lo general mal pagados, se jueguen la vida para que nuestros rascacielos brillen. Aunque reconozco -tal vez porque soy algo masoca- que es un trabajo que me gustaría hacer, pero no más de un par de días. Parece un trabajo demasiado monótono.

Durante la carrera nuestros cerebros estaban saturados de ideas. Un compañero y yo inventamos un limpiacristales que, al menos el prototipo, funcionaba. Era simple. Dos escobillas semejantes a las de los lavaparabrisas, una interior, otra exterior, con un juego de cuerdas como las de un paralex. Si la ventana no era accesible, hasta llevaba un pequeño depósito que se llenaba de agua jabonosa. De abajo a arriba, la escobilla enjabona el vidrio, hacia abajo, la limpiaba de residuos. Arrumbado en el despacho de algún profesor o bajo toneladas de basura, estará el prototipo.

Tuvimos muchas más ideas, ciento de ellas, miles; pero llenar la cabeza de efímeros datos aprendidos de memoria, nos impidieron desarrollarlas. ¿Dónde se irán las ideas que tenemos y olvidamos? ¿Desaparecerán del todo o dormitan en nuestros cerebros? 

2 comentarios:

  1. Pues algo habría que hacer para evitar esos peligrosos trabajos, además, como indica, mal pagados. Siento vértigo ajeno cuando veo a esos hombres colgados cual arañas. Recuerdo esa tarea de cuando vivía en Bilbao, en el edificio del Banco de Vizcaya, entonces el más alto de la ciudad. Edificio por lo demás feo, de cristales rojizos a la vista.
    Otro problema es la limpieza externa de las persianas. Escuché hace años el invento español (como dicen que la fregona), de un sistema reversible que hacía posible la limpieza de ambas caras desde el interior de la vivienda. Pues yo no he visto tan práctico sistema por sitio alguno.
    La semana pasada llegamos, entre otras ciudades, hasta San Petersburgo. Ciudad preciosa, pero que horror de arquitectura las colmenas de pisos de los extrarradios de cuando la URSS.

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    1. La tecnología existe para limpiar los edificios desde fuera sin que ningún operario tenga que poner en riesgo su vida. Un robot, como los que pintan la carrocería de los coches, sobre un andamio que puede ser manejado desde la azotea. Pero como sigue siendo más barato pagar a un sujeto a pesar de poner en riesgo su vida, me temo que seguirán utilizando ese sistema.

      En el estudio, cuyas persianas son muy viejas, las limpio desde dentro quitando la tapa del capialzado y voy limpiando a medida que se van recogiendo las lamas. Lo hago de higos a brevas porque es un poco molesto.

      Se supone que los edificios deben tener una vida, como mínimo, de 50 años; pero algunos son tan deprimentes y dañinos a la vista, que tanta longevidad parece una ofensa para los sentidos.

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