lunes, 27 de abril de 2015

Somos niños

Me gusta mucho Internet, pero no las redes sociales. Hace siglos (en realidad seis años) que no tengo Facebook ni ningún otro perfil semejante. Iba a decir que lo debería achacar a mi desconocimiento, pero en realidad no fue así. En el trabajo lo llamábamos El Caso la Familia: un compañero o compañera nos robó a unos cuantos algunas fotos personales e inventó su propio perfil convirtiendo a nuestros allegados en su propia familia. Mi sobrina se transformó en la hija del (o la) desarmado/a. No quisimos indagar. Quien cometió esa molesta tontería, era uno de los nuestros, alguien con quien debíamos convivir a diario y, de mutuo acuerdo nadie ahondó en el caso, aunque todos sospechábamos quién era. A pesar de tener el perfil nombre masculino, creíamos que se trataba de una compañera solitaria, quejumbrosa y extraña. 

Sin embargo, adoro este blog, el que, demasiado a menudo, me hace confesar cosas que sin duda me harán sonrojar dentro de pocos años. He aprendido la lección y no suelo colgar fotos personales porque, directa o indirectamente, siempre implican a terceras personas; pero escribo mucho, tanto que inevitablemente algunas entradas antiguas es probable que se contradigan con las nuevas porque estoy llena de dudas y pocas cosas (como que me gusta la sandía y me encanta correr) no son algo inamovible en mi pasado y mi presente. Seguro que entre tantas palabras he soltado bastantes barbaridades. Los pocos que me leéis sois amables y me habéis hecho notar algunas con cariño y respeto y he rectificado pidiendo disculpas.

Sin duda, soy afortunada. Hoy El País digital publica un artículo: Los nuevos inquisidores acechan e la red. Hordas de energúmenos que reprochan, por medio de las redes sociales, el comportamiento de otros usuarios. A veces las consecuencias son nefastas y quien deja un comentario racista o una evidente falta de respeto a los caídos en combate, pierden su trabajo. Algunas reacciones son excesivas, desproporcionadas, tan incoherentes que inevitablemente se les achaca a trolls. Pero supongo que el resto, serán moderadas y simplemente reprocharán unas ideas hiriente para algunos sectores. El artículo reprocha que las redes sociales se enriquezcan cuando estos ataques y contraataques se convierten en virales, reprocha las reacciones excesivas de algunos usuarios, reprocha que la memoria de Internet sea infinita (se le olvidó poner el gran alcance físico) y también reprocha la sensibilidad de quienes nos escandalizamos con estos comentarios que originalmente pudieron ponerse como una ironía o una gamberrada.

Pero, independientemente de quién se enriquezca, yo quiero seguir escandalizándome. No con comentarios que buscan claramente la provocación, como el estúpido que aseguraba que se alegraba del reciente accidente de avión alemán porque no iban personas, sino catalanes; pero sí con un señor que cree comprensible que un hombre cobre más que una mujer porque no falta al trabajo la mitad de los días por culpa de los niños o del mentecato que piensa que cualquier fotografía de una mujer es una diana para soltar burradas.

Tal vez el problema está en que muchos aún no se han dado cuenta que Internet no es un juguete.

5 comentarios:

  1. Escribe mucho y muy bien, aunque por ahora me mantengo bastante desconectado. Estoy muy ocupado aun con la fase final del árbol genealógico, mejor dicho un resumen de historia familiar que abarca unos doscientos años. Esperamos darle término en breves meses.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mediados del año pasado tuvimos que buscar una documentación de mi bisabuelo (cosa de una herencia). Apenas conseguimos nada. Pero, a principio de este año, para nuestra sorpresa, y gracias a una encargada del ayuntamiento bastante apañada y con mucho tiempo libre, obtuvimos un registro detallado de los familiares que habían muerto en Villanueva de Algaidas. Incluso había una tal Dolores Rubio Caballero, fallecida en 1.918 y media docena de personas más (Gallardo, Cruz, Galindo, López... apellidos que nada tienen que ver con nosotros en la actualidad). Me dieron ganas de empezar el árbol genealógico. Pero luego me acordé de las dificultades que tuve para conseguir la partida de nacimiento de mi padre, y eso me retuvo (sería un árbol muy poco equilibrado, muchos datos de mi madre, casi ninguno de mi padre).

      Espero que su dura tarea llegue a buen puerto.

      Eliminar
    2. Muchas gracias: Ha llegado a tan buen puerto, que hemos conseguido reunir a una 150 personas de diversos puntos de España, Portugal y EE.UU. en el pequeño pueblo extremeño, cuna de la familia. Muchos hasta desconocían su existencia. Una jornada realmente emotiva.

      Eliminar
  2. Por supuesto que habrá cosas que te harán sonrojar dentro de unos años. Pero ello no tiene porque ser algo negativo. Tengo yo el desván repleto de cajas: unas con las sonrojeces, otras con los arrepentimientos, varias con fotos en las que apenas me reconozco... Y qué. C'est la vie.
    Sigue escribiendo que ya tendrás tiempo para sonrojarte de lo escrito. Y para alegrarte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Antes el olvido era más fácil: te dabas una leche por la calle y en cuanto te ponía de pie, accidente olvidado. Ahora si te caes, miras a tu alrededor para comprobar que no te han grabado con el móvil, teniendo la convicción que te encontrarás tarde o temprano en Youtube. Lo mismo ocurre con lo escrito. Antes cualquier majadería dejada en una hoja de papel apenas tenía trascendencia. Hoy día lo escrito puede llegar a montones de personas y las meteduras de pata pueden ser criticadas por mucho. Pero tiene su contrapartida porque se suele poner más cuidado y, a la larga, se consigue que nuestros escritos sean más claros (o, al menos, eso espero).

      Gracias por tu comentario

      Eliminar