domingo, 26 de abril de 2015

Las cargas del pasado

Es injusto que durante la carrera no nos hablen de todas las obligaciones que se nos presentará en el futuro. Aunque, para ser sincera, me temo que la mayoría de los profesores desconocen la realidad de la profesión que supuestamente nos enseñan. Si hago memoria de las lecciones más importantes, me da la sensación que nuestros profesores nos estaban preparando para ser arquitectos estrellas desde el principio, sin la necesidad de cumplir normativas o el malabarismo para satisfacer unas necesidades sin salirse de un presupuesto que siempre, sin excepción, es tan menguado que la realidad de lo proyectado se convierte en un esperpento o en un milagro. 

Esta mañana (domingo) la he desperdiciado enfrentada a casi la totalidad de los vecinos de un edificio. Es un edificio antiguo, de finales siglo XVIII, aunque a lo largo de su existencia ha sufrido tantas transformaciones que ya sólo está protegida la fachada y el núcleo de escaleras. Hace tres décadas y media el edificio aún tenía portero. La portería es un piso en el entresuelo con aspecto de zulo: oscuro, dedálico, claustrofóbico a pesar de los techos muy altos. Sólo dos de sus habitaciones tiene luz exterior: pequeños tragaluces por los que se pueden ver los tobillos de las personas que caminan por la acera. El único servicio sanitario que tiene es un retrete escondido en un recinto no mayor que un armario para escobas. 

El piso lo ha heredado el nieto del portero. Aunque es médico de familia, para sus vecinos sólo es el nieto del portero, como si se tratara de un título nobiliario del que no se puede desprender.

Esta mañana pensé que iba a tranquilizar a sus vecinos por las obras que se planea hacer en la vivienda para convertirla en habitable. Será como una matrioska: un piso moderno y seguro (un cubo de acero con un enorme ventanal que da a la fachada posterior -no protegida-) dentro de una antigualla. Pero los vecinos parecían obcecados. Ninguno quería que se hicieran las obras, sin ofrecer justificación. Podrían haber alegado miedo a que la estructura se debilitara, no querer ser molestados por los ruidos, no querer que el edificio sufriera modificaciones... Pero simplemente se negaban. Ninguna clase te prepara para enfrentarte a la sinrazón de las personas. Por fortuna, los vecinos del médico no tienen voz ni voto en la reforma de la portería, sólo se les informó por cortesía. 

4 comentarios:

  1. BK:
    Solo quiero decirte que ayer te puse un correo. Hoy parece que quien primero me lo puso a mí, un tal Marcos, intenta echar la caña en busca de no se sabe qué. Solución: desde hace veinte minutos ya es un maldito SPAM.

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    1. Lo siento, he mirado en el correo, pero no tengo ninguno tuyo. Tampoco en la carpeta de spam. Si es un correo que se envía de unos a otros, es posible que se trate de un virus. Espero que todo vaya bien.

      :-)

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    2. Es curioso porque el año pasado, si recuerdas, intercambiamos algunos. Así que a no ser que hayas cambiado de dirección es raro lo que pasa ahora. Creo, entonces, (para no mostrarla aquí indiscretamente) que lo mejor es que yo te de este otro correo mío y si quieres me escribes y te cuento la pequeña historia del tal Marcos. Nada importante, es una simple curiosidad de algún "enredador" que hasta cierto punto no disparó tan a tontas y a locas, porque ni mi apellido es tan corriente ni tu nombre tampoco, y pretendió relacionarlos.
      ercium@gmail.com
      Yo también espero que te vaya bien y que (con tu permiso) aflojes un poco la visceralidad. Ya ves que quienes hasta ayer ponían el dedo en el ojo a la humanidad ahora se lo empiezan a poner ellos mismos en los suyos. Muy comprometida la postura podemista de sacar la lupa y tirar la primera piedra. Mi diagnóstico es que la enfermedad, con diferentes grados de gravedad y podredumbre, afecta a la condición española. Sanos, sanos, poquísimos.

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    3. Acabo de enviarte un correo electrónico a tu nueva dirección. La mía es la de siempre: rebeca_osorio@hotmail.es

      No confío mucho (en realidad, nada) en Podemos. Me recuerdan un poco a los grupos en los que estaba metida cuando era adolescente: gente con muy buenas intenciones, pero poco apegados a la realidad. Algunos de esos grupos eran muy parecidos a sectas y en cuanto meabas fuera de tiesto te echaban (me pregunto si eso es lo que ha pasado con Monedero). Aunque han hecho bien deshaciéndose de él porque estaba emponzoñado por la corrupción -demasiado pronto, teniendo en cuenta que aún no han llegado al poder-. Comienzan a recular, a poner los pies sobre la tierra y a convertirse en un partido de izquierdas más. Apenas han nacido y ya huelen a rancio.

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