jueves, 30 de abril de 2015

Cuando Dios nos olvide

Cuenta mi vecina que en Granada hubo un año de los terremotos. Cada noche había uno, y ella no se iba tranquila a la cama hasta sentirlo. Por aquel entonces trabajaba en La Marcha Verde, un mercadillo que aún se celebra un día a la semana en el Zaidín. Hizo su agosto vendiendo camisetas y pantalones de chándal como si fueran pijamas -por si había que salir por piernas en mitad de la noche-. Asegura que los terremotos no hicieron daño. Alguna casa muy, muy vieja caída, pero nada más. Ni grietas ni muertos por la impresión... nada de nada. Tintineaba su cristalería porque tenía los vasos pegados unos a otros, la lámpara se balanceaba y las pareces vibraban, además del ruido, que era como un camión que se acerca a gran velocidad. Dice que ella duerme tranquila porque nuestro edificio es muy resistente. No la saco de error. ¿Para qué llenarle de preocupaciones la cabeza? Sólo le pido que si hay un terremoto, busque refugio a la intemperie, lejos de cualquier edificio y del cauce del río porque tenemos algunos pantanos que se pueden romper. 

Cierro los ojos y soy capaz de imaginar las consecuencias de un terremoto mediano a pocos kilómetros de la superficie, de un minuto o más de duración. El Albaicín sería una montaña de escombros parecida a la que ha quedado en Nepal porque la mayoría de las casas tienen el mismo sistema constructivo: muros de carga de ladrillos macizos y forjados con viguetas de madera. Gran parte de los edificios del centro serían como castillos de naipes frente a un vendaval (están viejos, saturados de humedad y podredumbre -y no se les puede tocar porque están protegidos por Cultura-) y nuestros monumentos tendrían que ser reconstruidos (la Alhambra sufrió graves daños en 1.431 con un terremoto de magnitud 6.7). 

No estamos preparados para la catástrofe. 

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Para este tipo de desastre, los japoneses, por ejemplo, y, paradójicamente, algunos países de Europa del este que tienen la costumbre de edificar con madera: casas flexibles y flotantes que no se derrumban con los terremotos en lugares donde no suele haberlos.

      Pero comprendo que tu pregunta es más genérica, y, por supuesto, la respuesta es nadie.

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