miércoles, 22 de abril de 2015

Setecientas cincuenta motas de polvo

Este verano conocimos a un bosnio que hablaba castellano con acento gallego. Su infancia había sido una etapa de inexistencia y miedo: vivió la guerra de los Balcanes. Nos aseguró que todas las mañanas cuando despertaba, se asombraba por estar aún vivo. Dijo que la guerra le había enseñado dos cosas, que era necesario no tener nada para no lamentar dejar este mundo, o tener mucho para poder huir de los peligros a los que nos enfrenta la vida. Viajar de Bosnia a cualquier otra parte de Europa, un viaje que hoy resulta muy fácil e incluso económico, se convirtió en imposible cuando habían cerrado las fronteras, la demanda para moverse de un lugar a otro, siempre buscando una seguridad que resultaba ficticia, elevó tanto los precios que familias como la suya, que hasta la guerra se habían considerado de clase media alta, terminaron como indigentes. Pero lo peor era no tener destino porque a personas como ellos, a pesar de las buenas palabras de algunos gobiernos, nadie los acogía. 

La historia se repite. Gente que necesita huir de la guerra, la miseria y el miedo y las puertas del paraíso están cerradas. Sólo se les presta atención cuando tragedias inconmensurables ocurren a las puertas de nuestras casas y no podemos cerrar los ojos. Los periódicos inmediatamente relegan la información a favor de noticias más cercanas y más alarmantes para la mayoría; los gobiernos se desgarran las vestiduras, los mismo que dejan alambradas inhumanas protegiendo nuestras fronteras y cuya mejor idea que se les ocurre, es asegurar que hundirán los barcos contrabandistas de almas (con lo que consiguen que mañana los desarraigados intenten salvar la inmensidad del mar en cualquier artefacto más peligroso). 


Setecientas personas, o 750, u 800 o 950... nunca se sabrá. Mañana los gobiernos se olvidarán de la buena voluntad a las que están obligados por sus cargos ante la visión de la montaña de bolsas con cadáveres. Y dentro de unos días, cuando los periódicos dejen de sacar la noticia, también nosotros nos olvidaremos de ellos. 

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