sábado, 4 de abril de 2015

A un lado y a otro

Soy muy buena martirizándome, imaginando qué puede salir mal, sin tener fundamentos para ese temor. Apenas acepté hacerle un favor a nuestra antigua limpiadora, comencé a sospechar que algo saldría mal, que metería la pata y mi buena voluntad llevaría a Nieves -la limpiadora- a la ruina. 

El plan era sencillo: hacerme pasar por ella durante una jornada de trabajo. Nieves es rubia, una cuarta más baja que yo y sus pechos son, sobretodo ahora que está embarazada, enormes, gigantescos, desproporcionados. Sólo necesitaba un día de descanso por el embarazo del que, supuestamente, no saben nada en su empresa; aunque me parece increíble porque ha cambiado bastante físicamente. Todo su cuerpo, incluida su cara, se ha vuelto más redondeado, mantecoso, blandito. Puede que viéndola día a día los cambiaos hayan pasado desapercibidos. 

Jueves santo (sí, día de fiesta para la mayoría de mortales en este rincón del mundo), seis de la madrugada, un edificio de oficinas en el centro de la ciudad, sobre un banco. Debía hacer que el vigilante me viera al entrar (fácil, era quien debía abrirme), cambiar las bolsas de basura de las papeleras de las oficinas, pasar la mopa, limpiar el polvo, fregar y tirar los cajones de papel reciclado a los contenedores de basura que estaban en el sótano. Al irme, cuatro horas más tarde, debía hacer que el vigilante me viera de nuevo. 

En realidad tardé seis horas y no ocurrió nada, no hice ningún destrozo que implicara problemas para Nieves. La palma de mis manos están despellejadas y con un par de ampollas negras de sangre coagulada por culpa de la fregona (no estoy acostumbrada a fregar más de 1.200 m²). Pero sí se ha producido una pequeña rotura. Mientras limpiaba, mientras recogía los gurruños de papel fuera de las papeleras o llevaba las tazas sucias al fregadero de la cocina de la oficina, agradecía que no hubiera nadie por allí que me viera hacer ese trabajo porque yo sentía que estoy al otro lado, como si existiera una barrera invisible que separa los trabajos a un lado y otro de las mesas. 




4 comentarios:

  1. Dejando aparte (o no) el aspecto psico-social del título y las últimas cinco o seis líneas de esta entrada, esta historia me parece la base de un guión para una buena película o la idea para una novela corta. En serio, es una historia tan... especial. Y con el añadido del Jueves Santo.
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    ¿Y si hubiese ocurrido algo?
    Alguien de edad, como yo, se atrevería a decirte (como te dijo el otro) "que te quedan todavía muchas cosas por aprender". Sobre todo si te metes en "líos" como el que cuentas.

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    1. Habría sido una película (o novela) cómica porque los pantalones del uniforme me llegaban a media pierna y bajé a oscuras (menos mal que la luz de la luna entraba por las ventanas de la escalera y se veía algo). En el segundo piso tengo a una vecina muy cotilla y de oído muy fino que se suele acongojar por todo. No quería que pensara que estaba tan desesperada económicamente que necesitaba ponerme a trabajar de limpiadora. Cuando llegué al desembarco de la escalera recordé que mi vecina está en su pueblo pasando la Semana Santa.

      Tienes razón: tengo que aprender a decir NO. Pero, ¿cómo negarse ante semejante situación? Nieves está embarazada de tres meses, tiene la tensión alta y había perdido sangre. Necesitaba tres o cuatro días de reposo; pero no quiere decir en su trabajo que está embarazada porque en cuanto lo sepan, la echan. Y para tener una baja médica necesita un parte médico. Ha conseguido que sus compañeras le hagan los portales, donde hay mucha gente que la conocen, y entre su hermana, su prima y yo le hemos hecho el trabajo. Mañana sí tiene descanso legal (un solo día a la semana). El lunes empezará a trabajar.

      Cuando llamé a Nieves para decirle cómo había ido la cosa, me tranquilizó. Dijo que, de haber sido pillada, el castigo no habría pasado de ser una multa de cinco días de paga.

      (Aaaaaah, no me menciones a CarlitosBrown. Qué frustrante. En cuanto escribe más de cuatro líneas son incapaz de comprenderlo, ya ni me esfuerzo).

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  2. No entiendo "na de na". ¿Hacer permutar, como favor, el trabajo de arquitectura por seis horas de fregoteo?. Aunque por el día no me importa, prefiero el trabajo en Jueves Santo a seis horas soportando pasos cofradieros. La verdad que tiene su mérito.
    Pero... ¿He leído bien?. ¿1200 metros cuadrados?. Eso supone como pasar la fregona a 10 pisos muy amplios. ¡Que barbaridad!

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    1. Hacía un favor a una amiga. Sólo fue esa mañana. Comprobé lo que me suele soltar muy a menudo mi madre: no sé qué es trabajar de verdad (trabajo físico, del otro sí que lo sé).

      Tres plantas de 400 m². Por fortuna los baños, la cocina y las escaleras pertenece a la comunidad y no había que limpiarlas. Una de las plantas estaba completamente libre de muebles y divisiones (cosa de la crisis), y fue un gusto pasar la mopa y fregar. En la última planta, como me di cuenta que me había excedido en el tiempo, hice un poco de trampa y sólo pasé el trapo por las superficies oscuras donde se nota el polvo. Es mucho más complicado y molesto el trabajo de limpiadora de lo que parece desde fuera. No es lo mismo limpiar para otros que para una misma.

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