martes, 11 de junio de 2013

Pequeñas miserias

Hoy mismo, a la espaldas del juzgado de la Caleta, en Granada. Un hombre joven golpea a un señor que camina con muletas y lo llama a gritos hijo de puta. Dos hombre forzudos, que parecen salir de un gimnasio, los separan. La gente se congrega a su alrededor, gente que los conocen. La historia se compone poco a poco, con comentarios sueltos. Son padre e hijo. El padre maltrató a la madre hace años. Los hijos consiguieron que se separaran. Los hijos le compraron una pequeña casa a la madre y se ocuparon de ella hasta su muerte. El padre ahora que la esposa maltratada ha muerto, solicita ser heredero de la casa y de todo cuanto la mujer poseía... El cumplimiento estricto de las leyes a menudo sólo defiende a los injustos.

2 comentarios:

  1. De ser así los hechos, el calificativo a ese... hombre, resulta hasta benigno.

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    1. Sin conocer los hechos, inmediatamente se censura al hombre joven. Conociéndolos, se comprende perfectamente su enfado, los insultos parecen suaves y los golpes, algo que me da miedo, dejan de ser recriminatorios (el hijo le estaba pagando con su misma moneda).

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