viernes, 7 de junio de 2013

Cosas del pasado

Plaza de las Pasiegas, Granada. Por la mañana, las diez y pico. Plano general del cielo. Un helicóptero en el cielo azul parece estático porque no hay ninguna referencia de nubes.
Traveling vertical hasta llegar a ras del suelo. 
Traveling de derecha a izquierda. La terraza de un bar con mesas y sillas de aluminio atestada de turistas desayunando. Tiendas de recuerdos que comienzan a abrir. Fachada de la catedral. Fachada del Colegio Catalino y, aunque la plaza es peatonal, un par de furgonetas de la policía están aparcadas junto a la calle que comunica con la plaza Bib-rambla. 
Plano entero de la pareja que aparece por esa calle. Él, cuarenta y pico, pelo canoso y corto, vestido con traje gris oscuro, camisa gris, sin corbata. Ella, pelo suelto, pantalones cortos, sandalias planas, camiseta de tirantes y rebeca negra calada, larga. 
Plano general de la plaza desde la fachada de la Catedral. La pareja al fondo, junto a las furgonetas de la policía. Turistas sacándose fotografías. Un grupo de japoneses siguiendo a una guía que blande un abanico de lunares rojos como un estandarte. La música, Las Variaciones Goldberg de JS Bach, que ha estado sonando hasta entonces, para.... Explosión de una de las furgonetas. Fuego. Metralla. Humo. 
Plano general del cielo. Silencio absoluto. 
Plano medio del hombre del traje gris. Está derribado en el suelo y se incorpora aturdido. Sólo tiene una herida en la sien derecha. Toca a la mujer que lo acompañaba, también tirada en el suelo. Está muerta. Acribillada por la metralla. 
Plano general de la plaza. Mesas volcadas, cuerpos desmembrados, sangre... cesa el silencio. Gritos.


Esta mañana Guille me acompañó a hacer algunos recados. A las diez y pico pasamos por la Plaza de las Pasiegas. Muchos turistas sin prisa y muchos ciudadanos acelerados. En la plaza, junto a la fachada del Colegio Catalino (a la derecha de la fotografía), había un par de furgonetas de anti disturbios de la policía. Supongo que habría alguna manifestación en la ciudad, aunque no nos topamos con ella - y tampoco he visto referencia alguna en el periódico. Instintivamente, en cuanto las furgonetas aparecieron ante mis ojos, me apretujé contra Guille. Sólo fue un segundo, porque Guille me preguntó si me pasaba algo y comprendí que era absurdo contarle que en mi instinto de conservación está inscrito el alejarme de cualquier vehículo militar o persona uniformada. Imagino, como si fuera en una película, que van a explotar. Sólo un segundo, luego, alegría. Despertarnos con la noticia de que ETA ha asesinado a otro militar, policía, político o ciudadano, por fortuna, es cosa del pasado. 

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