miércoles, 25 de abril de 2012

Lo mismo que el fuego fatuo, lo mismito es el querer...

Una de las historias que me contaba mi abuela era que después de un día de tormenta, al caer la noche, estaban todos reunidos en una de las cocinas del cortijo donde vivían comiendo castañas asadas, cuando escucharon ruidos en la chimenea, como si alguien bajara por ella. Se quedaron  callados y expectantes, atentos al fuego, imaginando que sería alguna alimaña que andaba bastante perdida. Pero en lugar de un bicho aterrado y violento por quemarse, de entre la oscuridad salió una bola de medio metro de diámetro, azul, transparente, como de gas, que se deslizaba con lentitud haciendo un chisporroteo suave, como de tocino friéndose. La bola recorrió todo la cocina, que era enorme, salió por la puerta que daba al pasillo de los dormitorios y ya no volvieron a saber de ella. Nadie la persiguió porque, al ser una cosa muy rara, daba bastante miedo. Hubo quien no quiso dormir aquella noche en su habitación, pensando que la bola de fuego era como un bicho y que podía estar agazapada bajo alguna cama, dispuesta a quemar todo en cuanto se echaran a dormir. 

Las historias de mi abuela eran contadas in situ, donde habían ocurrido. A su mente acudían cuando pasábamos ante riachuelos, casas abandonadas o árboles medio quemados. Por supuesto, la historia de la bola de fuego fue contada en la misma cocina donde ocurrió, aunque por aquél entonces el cortijo ya no era de la propiedad de la familia. Su padre, mi bisabuelo, lo había perdido jugando a las cartas (en muchas partidas, no sólo en una). Ahora se conoce como el Cortijo del Torero. Cuando perteneció a la familia de mi abuela lo llamaban El Cortijo de las Tres Esclavas (la realidad fastidia la imaginación: tres esclavas de oro -tres pulseras de oro- fue lo que tuvieron que pagar por las tierras donde se edificó). 

Ayer vi un documental que hablaba de los rayos y algunos de los fenómenos adicionales a los rayos, un fenómeno bastante extraño pero que se ha comprobado su existencia, son las bolas de plasma, muy parecidas a las descripción de mi abuela. 

2 comentarios:

  1. La bola que vio tu abuela me ha recordado a la que liberó a Rascar Capac.

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  2. He tenido que buscar quién era Rascar Cápac (milagro de Wikipedia).

    Aquí te dejo el enlace con el documental. Las bolas de plasma o de luz están a partir del minuto 20 http://www.youtube.com/watch?v=l1ei2QqUmko

    Durante un tiempo pensé que lo que había visto mi abuela había sido un rayo que se había colado por la chimenea y atravesó la cocina por el suelo. Suponía que el miedo y el tiempo había distorsionado su recuerdo.

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