miércoles, 26 de octubre de 2011

La soledad compartida

Algunos días ni siquiera intercambio una palabra con otra persona directamente. El trabajo me mantiene atada al ordenador y sólo salgo de madrugada para correr. Últimamente ni siquiera encuentro al señor pegajoso que aseguraba que le gustaban las chicas sudorosas. Cuando Guille o mi madre me llaman por teléfono, al principio mi voz suena rara, como si acabara de despertar, un poco ronca y seca. Pero, no me siento sola. Estoy en constante conexión con los estudios de Barcelona y Málaga. Es casi adictiva la presencia de otras personas en la red, respondiendo a dudas, dando sus opiniones o solicitando respuestas. Por la noche, cuando ya todos se han desconectado, cuando ni siquiera queda mi hermano o mi cuñada de Londres (allí es una hora menos y se acuestan más tarde que el resto) añoro la presencia de alguien. Antes me sobraba con los chats (solía entrar a los de la Cadena Ser) pero ahora ya no conozco a nadie y cuando vuelvo la gente me parece mucho menos interesante que antes. Es curioso lo mucho que cambiamos en poco tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario