jueves, 20 de octubre de 2011

Culpables de ser víctimas

¿Somos culpables de la ignorancia ajena? Un puñado de señores bienintencionados se han reunido en San Sebastián para hacer alarde de su pacifismo en una supuesta "Conferencia de Paz" donde se exige a ETA que cese la violencia (¡manda huevos!!! Como si la imposición de los ideales de una minoría -o mayoría- por medio de las armas se pudiera justificar de alguna forma, y no considerarse directamente censurable-asesinatos de personas tan culpables como un par de señores que dormitaban en el aparcamiento de un aeropuerto o niñas que jugaban en el patio de unos pabellones de la guardia civil -como yo he hecho tantas veces a lo largo de mi infancia-). También piden a los gobiernos de España y Francia que entablen un diálogo con los terroristas. Supongo que a cambio de no seguir asesinando querrán que se acerquen al País Vasco a los presos de ETA, y seguramente disminución o anulación de algunas penas alegando que son "presos políticos". 


Me gustan las películas porque, en casi todas, al final suele vencer el bien sobre el mal, y hay justicia. En la realidad no es así. ¡Cómo enrabia que un puñado de ignorantes no sepan reconocer a las víctimas reales! Por ejemplo, la Abuela de la Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, ¿cómo puede apoyar a los etarras? ¿Sería capaz de encararse a la madre de Irene Villa? Siempre intento ser ecuánime ante cualquier situación. Intentar verlo desde, incluso, el punto de vista más desfavorable y ajeno a la justicia, para intentar comprender el comportamiento humano más desequilibrado, pero en esta ocasión no soy capaz de encontrar la justificación de quienes consideran que los etarras no sólo son un puñado de asesinos. Nadie tiene derecho a imponerme sus ideas poniéndome una pistola en la sien. A eso se le llama dictadura.

Aún así, aunque pienso que ETA ya agonizaba sola hace tiempo y que iba morir de forma "suave", como suelen ocurrir en este país las cosas, sin apenas causar estragos, sin grandes alharacas, y aunque pienso que la Conferencia de Paz de San Sebastián sólo "purifica" la imagen de los etarras, bienvenida sea si consiguen que  al menos se salve una vida (por que la vida es lo único que tenemos). Ahora sólo cabe preguntarse qué ocurrirá con los etarras cuando los empresarios vascos dejen de pagar el impuesto revolucionario y deban buscarse un trabajo legal para seguir subsistiendo. 

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