jueves, 24 de enero de 2013

Tocada del ala

Creo que estoy un poco borracha debido al cansancio. Llevo un porrón de horas (mejor no contabilizarlas), trabajando en una estructura. No es un trabajo nuevo, es la estructura del Campus de la Salud que, de repente (¡oh, sorpresa!) debe cumplir otras prestaciones diferentes a las que originalmente se diseñaron. Ha aparecido de la nada una maquinita que pesa tres toneladas en 1.50 m² (¡la leche con el trasto!) y va sobre un forjado de uso administrativo (carga: 300Kg/m²). No habría ningún problema si la estructura estuviera aún sólo sobre papel, pero está medio hecha (siete forjados de diez). Así que ando re calculando y metiendo refuerzos. 

Al menos me he divertido bastante. Veinticuatro horas han pasado en un pestañeo, tan rápidas, que ni me ha dado tiempo a ducharme (qué asco me doy). Y ahora sólo estoy cansada, tanto que sé que no podré dormir si me meto en la cama. Me ducharé y esperaré al medio día para acurrucarme junto a Guille y quedarme completamente KO. Él es como mi mantita, esa que los bebés necesitan para conciliar el sueño y sentirse seguros. 

Seguro que el cansancio hace que exista alguna desconexión entre mis neuronas, porque llevo un rato partiéndome de risa con el careto de los japoneses de este vídeo (sobre todo con los que quedan en segundo plano en las imágenes del principio). 


2 comentarios:

  1. Yo creo que, los orientales portan siempre en su semblante una sonrisa pasiva.

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    1. Estaba bastante perjudicada por el cansancio cuando escribí esta entrada (la verdad es que ahora ya no me hace tanta gracia el cara de los nipones -aunque me siguen pareciendo personajes escapados de un manga-).

      El dependiente chino de la frutería a la que suelo ir es una de esas personas a las que sobra saludarlas con más de un simple "hola" para incitarlas a la conversación. Le gusta hablar mucho. El otro día me reprochaba que los europeos tendemos a meter a todos los asiáticos en el mismo saco, respecto al aspecto físico, cuando son muy diferentes un japonés, de un coreano o un chino. Yo, la verdad, soy incapaz de diferenciarlos. Mi hermano mayor, quien viaja mucho por esa zona, sí es capaz de ver la diferencia. Pero lo que no cabe duda es que casi todos portan esa "sonrisa pasiva"(qué bonito) de la que habla.

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