martes, 17 de septiembre de 2013

La indigestión de las Magdalenas

Mi madre tiene un grupo de amigas, casi todas viudas, a las que apodamos el Grupo de las Magdalenas porque se reúnen de vez en cuando para contarse sus penas y atiborrarse de pasteles que ellas mismas preparan. En una ocasión hicieron un pastel de limón con unos yogures caducados (no le dieron importancia, ya que Cañete se los comía) y en menos de 24 horas todas fueron cayendo enfermas (puag, puag, puag... seis mujeres vomitando como si fueran las dobles de Linda Blair en El Exorcista). Seguramente no fueron los yogures (al menos eso dijo el médico) pero como nada más estaba caducado o malo, a ellos se lo achacaron. Fue una indisposición leve. En menos de dos días, alimentándose con dieta blanda, todas estaban recuperadas. 



Dice el refrán: Si las barbas de tu vecino ves cortar, pon las tuyas a remojar. En Grecia permiten la venta de productos caducados para el consumo humano. Me pregunto cuánto tiempo tardarán en permitirse también en España; con la excusa de la crisis. Pero, ¿a quién beneficia realmente esta medida? ¿A la familia con problemas económicos que antes le eran dados de forma gratuita en Cáritas o los comedores sociales -o los recogía de los contenedores de basura de los supermercados- o a los empresario -por enésima vez- que ahora pueden sacar un beneficio de lo que antes tenían que tirar o dar?

Un grano más del montón de barbaridades y burradas que se están haciendo, el montón de derechos que nos están cercenando, con la crisis por excusa. 

2 comentarios:

  1. Me asquea la corrupción y esos hechos no dejan de serlo.
    Claro, aun peor era en los tiempos de mi niñez, los escasos productos no tenían fecha de caducidad, simplemente se consumían antes.
    O si llegaba el caso se aplicaba aquel dicho: Cuando el pobre come jamón, o está malo el jamón o está malo el pobre.
    Me alegro que todo terminara en un padecimiento pasajero y que sigan disfrutando de sus pasteles caseros.

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    1. En este país últimamente sólo se está beneficiando a los grandes empresarios y a los banqueros. Esperemos que esta crisis no derive en una nueva hambruna como la de la posguerra civil.

      Por fortuna todas volvieron a estar sanas en poco tiempo, aunque han pillado miedo a comer shawarma porque el médico lo atañó a eso, y no al pastel. Lo habían comido cuatro de las seis mujeres el día anterior (las otras dos, supuestamente, habían enfermado por simpatía.

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