miércoles, 9 de mayo de 2012

Game over

Han sido necesarios tres meses con pérdidas para convencer a mi cuñada que el restaurante que regenta en Loja es inviable. Continuaba abierta por inercia. La costumbre de levantarse temprano, ir al mercado, preparar los menús... Cuatro personas al paro y ella, que era autónoma, a hacerse cargo de las obligaciones fiscales del último trimestre, sin derecho a prestaciones. ¡Qué injusto! Recuerdo los días previos a la inauguración, la urgencia por encontrar el detalle que hiciera especial comer o cenar entre aquellas paredes que ella hizo pintar de color ocre claro sólo porque le recordaba a su infancia feliz. Supo adaptarse cuando comenzó la crisis. Las servilletas y manteles de hilo fueron sustituidos por otros de papel y los menús se hicieron económicos: comidas caseras, dos platos, más bebida y postre por 8 euros. Es capaz de recordar que el último fin de semana sólo entraron dos clientes a comer.

Paradójicamente, en la retorcida mente de mi cuñada el culpable del fracaso del restaurante es sólo y exclusivamente Zapatero. El gravamen de la herencia recibida, asegura, con un argumento tan manido, copiado de los políticos que ahora nos gobiernan, que ya agota y encorajina escucharlo. Es como si el arte de los políticos estuviera exclusivamente en eludir responsabilidades. 

Si mi cuñada viera la situación con perspectiva, y no estuviera tan obcecada, comprendería que la gente, con el cambio de gobierno, siente que ha quemado sus últimas naves. Tenían esperanzas que el rumbo del país cambiara, que de la noche al día la crisis desapareciera y quien está deseando trabajar, se pudiera deslomar haciéndolo; pero todo ha ido a peor porque ya ni siquiera queda esperanza. No hay salida.

2 comentarios:

  1. ¡No, no, no, no! No, BK, la última frase es un error colosal. ¿Cómo que no hay salida? Claro que hay salida. Pero esa salida no se puede ver si uno incluye en su discurso la frase "no hay salida". Quita esa frase, sustitúyela por una interrogación, por ejemplo, "¿dónde está la salida?" y a continuación, busca tu respuesta a esa interrogación.
    Tú, precisamente tú, no puedes decir "no hay salida".

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    1. Ay, estos días se suceden como en una montaña rusa. De repente estás en lo alto cuando viene alguien a comentarte su situación y llegas en un instante a lo más profundo de los infiernos. Cuando escribí eso estaba aún bastante influenciada por la decepción de mi cuñada -estado que le ha durado menos de un día-. Ahora que están llenos los escaparates del restaurante de carteles tipo "Se alquila" y "Se vende", y ella se ha dado cuenta que dispone de su propio tiempo para hacer lo que quiera (prácticamente trabajaba para cubrir los gastos que el mismo restaurante generaba), incluso está feliz. Ahora anda buscando cursillos a los que apuntarse. Ayer no había salida y hoy no hay paredes que la retenga.

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