sábado, 14 de noviembre de 2015

Con el sudor de tu frente

Ayer fue un poco cruel mi madre: le dije que iba a recoger aceitunas al campo de un amigo que no podía pagar a jornaleros, y me espetó, Ahora aprenderás qué es trabajar. Considera que sólo el trabajo físico reúne todos los requisitos para ser considerado un esfuerzo real (supongo que será consecuencia del: ganarás el pan con el sudor de tu frente). 

Ha sido interesante. Había que sacudir las ramas de los olivos con unas varas muy largas para que se cayera el fruto a unas lonas extendidas a sus pies. Luego, de rodillas, se retiraban todas las ramitas y hojas para que sólo quedaran las olivas, que iban a parar a puñados a los cubos que se vertían en el remolque de un tractor. 

Desde las siete y media  a las dos de la tarde. Se me han amoratado las rodillas a pesar de los vaqueros largos. Se me ha quemado el cogote porque me había hecho dos trenzas y esa parte del cuello quedaba completamente expuesta al sol cuando me agachaba. Se me han raspado las últimas falanges y llenado de padrastros los dedos; pero me he divertido. Aunque, sin duda, si en lugar de una novedad y una experiencia pasajera fuera un trabajo fijo, seguro que maldecía mi suerte. 

Mi amigo nos ha prometido una garrafa de aceite por ayudarlo. Dice que es oscuro, verdoso y amargo; y aunque yo soy más de aceites de oliva refinados y de color oro, seguro que ese me sabe a gloria. 

2 comentarios:

  1. Estoy seguro que si fuera un trabajo por necesidad y prolongado maldeciría su suerte. También, en mi infancia fui más de una vez a recolectar aceitunas, aunque me lo tomaba como una excursión campestre, solo dura algunas horas.
    Pero cuando más infante, escuchaba en las madrugadas desde la cama, pasar grupos de aceituneros, casi más de aceituneras que tenían necesidad de ganarse un sueldo, recogiendo las aceitunas hasta de los suelos helados y sin guantes y, seguro que en aquellos tiempos, hasta mal abrigados y no muy bien comidos, supongo que maldecirían su suerte.
    Será porque era ese aceite, oscuro, verdoso y amargo el que consumía, mi paladar se acostumbró y es el que me sigue gustando. Cuando viajaba por razones laborales, en los pueblos de Jaén por mediación de algún amigo, compraba en los molinos y cuando me advertían que era tan reciente que aun tenía posos, les decía que no me importaba, que en los posos yo mojaba pan.
    En cambio a mi mujer también le gusta el color oro y con menos graduación. Solución: Un tipo de aceite para ella y otro para mi.

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    1. Terminé tan cansada que, como se dice por esta parte del mundo, ejerciendo esa exageración tan típica andaluza: terminé con agujetas hasta en las pestañas. Me divirtió porque fue casi ir al campo de paseo. Además, aunque madrugamos, el día fue muy bueno, incluso caluroso a eso del mediodía. Perro es fácil imaginarse el mismo olivar con la escarcha del frío de la noche y la tierra dura, congelada. Me alegra tener un trabajo tan cómodo como el mío.

      Recolectamos muchas aceitunas, nos cundió bastante. Han sacado más de 300 litros en la almazara. En este momento se está decantando. No sé cuánto tiempo llevará ese proceso.

      Nosotros también usamos dos tipos de aceites. Oscuro, Guille. Dorado, yo.

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