martes, 6 de mayo de 2014

El silencio de la mente

No escucho mis pensamientos. Están levantando la solería de la terraza donde solemos tender todos los vecinos y el ruido del martillo neumático es ensordecedor. Había goteras en la habitación de las instalaciones del ascensor.

En mi casa materna, allá por el lejano 1.988, teníamos sólo un reproductor de CDs portátil. Mis hermanos se peleaban por utilizarlo, y yo no le encontraba la razón porque a uno de ellos no le gustaba mucho la música (no la escuchaba voluntariamente) a otro le gustaba sólo la música pop española y al otro el jazz sinfónico (les ha cambiado el gusto con el tiempo). Pero en aquel aparato sólo sonaba un CD de Iron Maiden. Tardé mucho en comprender que sólo pretendían mantener los pensamientos a raya (acababa de morir mi padre y mi madre estaba sumergida en una depresión que la convertía en un gigantesco tamagotchi a la que había que alimentar, obligarla a asearse, hacer que se durmiera... darle la medicina). Silenciar los pensamientos con el ruido, no debió dar muy buenos resultados porque de inmediato inventaron el juego de sumar los números de las matrículas de los coches. Cualquier cosa, con tal de mantener ocupada la mente. 

4 comentarios:

  1. Se por propia experiencia que, controlar la mente es imposible cuando te acucia un problema grave o un dolor físico. Te aconsejan: ¡Controla la mente! ¡ Piensa en otras cosas!. Pues a ver quien lo consigue. Creo que ni el Dalai Lama.
    De todas formas, sumar los números y que, por ejemplo, el resultado sea 20, es entretenido para un largo viaje. También palabras que quepan en las 3 consonantes. Siempre sin demasiada concentración, o corres el riesgo de chocar con la matrícula de forma violenta e involuntaria y ya no ves ni los números ni las letras: Las palpas.

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    1. Jajaja, me ha hecho mucha gracia eso de palpar las matrículas. Por fortuna, nunca nos dimos un leñazo jugando a sumar los números.

      Tampoco creo yo, o al menos nunca lo he conseguido, que se pueda distraer la mente para evitar un pensamiento triste o un dolor físico. En la facultad tenía un novio que se ponía nervioso ante el dolor ajeno, no era capaz de comprenderlo. Pensaba que era casi voluntario. Lo suyo no era la empatía.

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  2. No sabía lo que era un reproductor de CD hasta el año 1.996. Se nota mi retraso tecnológico durante la infancia. Para callar los pensamientos, la música por lo general no ayuda. De hecho cuando el pensamiento es muy fuerte nada ayuda. Bueno, tal vez hacer ejercicio extremo hasta el cansancio o sumergirse en un estresante trabajo ayude, aunque no lo he probado. (He tenido el privilegio de no tener pensamientos que intervengan con mi vida cotidiana).

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    1. Tampoco yo lo conocía. Mi hermano mayor me ha sacado del error. El reproductor de CD vino más tarde. Casi al unísono que la muerte física de mi abuela. Lo que tenían cuando murió mi padre, era un reproductor de cintas, y no escuchaban a Iron Maiden, si no a ACDC. Reproductor al que no me dejaban acercarme porque yo tenía la mala costumbre de desenrollar la cinta magnética de la casete, como si fuera una serpentina. Casete que veía, casete que me cargaba. El reproductor se los regaló uno de mis tíos, pensando que los ayudaría con la música. La casete de ACDC fue reutilizada y grabaron encima algunas canciones pop españolas. Entre ellas, una que decía Adió, papá, adiós, papá, consígueme un poco de dinero más.... Aún se acuerda mi hermano de la letra.

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