martes, 13 de mayo de 2014

A la velocidad del viento

¿Estamos preparados? 

Ayer vi una película, The Flu. Trataba de una epidemia (de gripe aviar) de contagio rápido. 


Me gustan las películas surcoreanas o japonesas porque suelen tener un punto de vista diferente a la mayoría de las norteamericanas, de las que, por haber crecido mamando de sus historias, somos capaces de prever los desenlaces. Sin embargo, ésta, de no tener los actores rasgos asiáticos, dudo mucho que supiéramos identificar su nacionalidad. (No obstante, es entretenida verla. La actuación de la niña pequeña eclipsa a los adultos). 

Como en todas las películas de epidemias catastróficas, de inmediato se identifican los buenos y los malos. Los malos: el gobierno opresor apoyado por el representante de los países aliados que sólo pretenden atajar la epidemia sin preocuparse de los enfermos ni las personas sanas que están entre ellos. La solución: el exterminio. Y los buenos, los enfermos y familiares de enfermos que pretenden escapar a toda costa del encierro al que están sometidos.

La peste bubónica que asoló Europa durante la Edad Media, se podría comparar con estas epidemias de cuento de miedo. Por los medios de transporte más veloces, ahora la propagación sería mucho más rápida y extensa. Si fuéramos nosotros los enfermos, o nuestros familiares, ¿nos comportaríamos con la inconsciencia y egoísmo de los personajes (supuestos héroes) de estas películas? Sabiendo el daño que podemos causar, ¿no intentaríamos aislarnos y evitar el contagio de los sanos, tal vez de nuestra propia familia, de gente que queremos mucho? 

En las tramas simplistas de las películas, solemos identificar a los más débiles con los buenos, pero en este caso también serían potenciales asesinos involuntarios. No creo que sea ésta la ética que debemos aprender.


2 comentarios:

  1. Moralidad, ética, honor, son valores inculcados por la sociedad, decidido a vencer nuestro lado primitivo, nuestro instinto animal, de querer tomar por la fuerza, de destruir todo lo que no nos guste, de huir ante el peligro. Y está bien, pues gracias a ellos, nuestro mundo no está "tan sumido" en el caos interexistencial. Cuando algo de magnitud moral asecha, quienes están dentro de ese caldo de caos, dentro de los límites de la vida y la muerte, por lo general apelamos a lo que durante milenios ha conservado a las especies vivientes, el más primitivo instinto animal: la supervivencia. A esas alturas, ya no pensamos sólo reaccionamos.

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    1. Somos animales y nos comportamos (o nos debemos comportar) como tales. Supongo que tienes razón, pero es muy triste. Seguramente si la película tuviera el punto de vista que yo considero más moralmente correcto: que la gente no intente propagar la enfermedad e ir contra los gobiernos, no sería tan realistas.

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