martes, 13 de mayo de 2014

Descubierto el misterio, asesinada la curiosidad

Tres días nos costó dar con el fantasma de una casa encantada. Un amigo de Guille, de su equipo de fútbol sala, nos pidió que le ayudáramos con un problema que tenía de ruidos en su casa. A primera hora de la noche, en cuanto el sol se ponía, insoportables y ensordecedores crujidos les ponía a él y su esposa, los pelos de punta (o como escarpias, según sus palabras). 

Durante tres días, a eso de la caída de la tarde y hasta entrada la hora de la cena, hemos estado, Guille y yo, en el interior de la casa misteriosa. Es una vivienda unifamiliar adosada, con cuatro plantas, incluida el torreón, con más superficie de la que acostumbran a tener estas edificaciones. 

El primer día no descubrimos nada. En cuanto anochecía, efectivamente, se escuchaban espeluznantes ruidos en las plantas de arriba, las correspondientes con los dormitorios y el torreón, donde el marido tiene instalado su despacho. Eran semejantes a la rotura de ramas secas. Examinamos paramentos y techos. No habían gritas interiores ni exteriores, en ninguna planta. Y el muro del sótano ni siquiera mostraba las acostumbradas humedades por filtraciones. Yo habría dormido perfectamente tranquila en esa casa. Pero, el segundo día, se hicieron más evidentes los miedos. Cualquier otro humano estaría asustado por la posible deformación de la estructura y derrumbe, ellos no, ellos tenían miedo a lo que pudiera habitar en el interior de las paredes. Soy un ser racional -creo- e imagino que todos mis semejantes -sobre todo si se han sobrepasado la edad de la inocencia (15 años)- también lo son. Supuse que se referían a que en alguna doble pared pudiera haber encerrado un nido de alimañas y que el día menos esperado, por el sobrepeso, el falso techo cediera y comenzaran a llover sobre sus cabezas cientos de ratas o cucarachas (¡aaaaaaaaaaah!!!). Hice un croquis, por si se hacía evidente dónde estaba esa supuesta doble pared. No parecía haberla. Esa noche nos invitaron a comer. Compartimos mesa con una amiga del matrimonio bastante extraña que comenzó a hablar de la energía negativa de la casa (¿eing?). 


El tercer día, la luz se hizo (literalmente). La rayos del sol de la última hora de la tarde incidían directamente sobre los vidrios de las ventanas del torreón. Había tres, pero yo sólo recordaba dos. La tercera estaba clausurada por un enorme mueblo biblioteca. Por fortuna al amigo de Guille le gustan poco los libros. Lo tenía ocupado por todos los trofeos ganados en las competiciones de fútbol sala (pocos, porque son bastante malos). El mueble, de muy buena calidad, tenía de pared doble panel. El que pegaba directamente con la ventana estaba agrietado y roto por culpa de las dilataciones y de unas chapas metálicas que sostenían las baldas. Bajamos esa persiana y les llevé de la obra un par de recortes de aislante térmico. Hace un rato llamaron a Guille: Mano de santo, aseguran. Pero creo que todos estamos algo decepcionados. La realidad es muy anodina. 

2 comentarios:

  1. Ay dios, no seas tan duro con el equipo de de fútbol sala de Guille. No es que sean malos, sino que siempre se topan con equipos muy buenos, así como en los mundiales, todos los equipos son buenos, pero se tienen que topar que si con Argentina, con Brasil, España. el hecho de que tengan trofeos significa que no son malos. (Esa forma de expresarme lo aprendí del trabajo, di lo mismo sin ofender, nunca digas "no lo enviaste", sino "no lo recibí", no compares con los malos, sino con los buenos). En todo caso, jugarán mucho mejor que yo.

    Lo de las energías negativas, pues es algo muy estudiado por los chinos, cosas como el feng shui (distribución de aire y agua), fantasmas, espíritus, están a lo orden del día. Ahora que lo mencionas, en lo relacionado a los ruidos asociados a alimañas, pues lógicamente (eh bueno, ya entenderás), se asocian a espíritus o fantasmas. En esos casos, los rituales consisten en rezos de algún taoista, mezclado, con la quema de ofrendas (las de papel como mencioné en las entradas, además de inciensos, maderos, escrituras entre otros) dentro de la casa, en dirección contraria al viento. Tal vez lo que hace es fumigar involuntariamente el recinto, espantando las alimañas que causan el ruido.

    Qué contradicciones cargo en mis conocimientos. Por una parte el tecnicismo y enfoque científico que le atribuyo a las cosas, y por otra parte mi parte esotérica y curiosa por las existencias de cosas tan... intangibles.

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    1. Cuando digo que son malos, ya estoy utilizando un eufemismo para endulzar la cosa. En realidad, son pésimos. Cuando vuelve de jugar, no le pregunto ¿Habéis ganado? si no ¿Cuántos goles habéis encajado?. Si el número tiene menos de dos dígitos, le doy la enhorabuena.

      Tiene sentido eso de fumigar involuntariamente el recinto: así se afianzan las creencias.

      No creas que es tan contradictorio eso de tener fe en lo que se ve y en lo que no se ve (fíjate en la fuerza de gravedad, no se ve, pero estamos seguros de su existencia). He de confesar que después de descubrir qué producía los ruidos, me decepcioné bastante. Ya imaginaba la casa como una de las muchas encantadas de Granada. Por esta ciudad abundan los fantasmas (los de carne y hueso y los etéreos).

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