lunes, 28 de noviembre de 2011

Divagaciones no sé cuántas y una más

Esta mañana hemos estado buscando local en Granada. La situación se alarga aquí y es incómodo vivir y trabajar en el mismo sitio (principalmente porque no existe una frontera clara entre el momento de trabajo y el de solaz, terminas trabajando más de lo debido y con remordimientos de conciencia por no trabajar incluso más). De los siete locales que hemos visto todos tenían algo en común: eran excesivamente caros -incluso más caros que en Barcelona-, seis tenían cuarto de baño incluido, cinco habían sido inmobiliarias, en cuatro aún había una fotocopiadora -las que ya no quieren ni para chatarra-, tres eran exclusivamente interiores, dos no cumplían la normativa de minusválidos, uno tenía una rata muerta (el de la inmobiliaria incluso se puso rojo de ira) y cero patatero, ninguno nos gustó.... seguiremos buscando.

Nos hemos librado de los vecinos ruidosos. Han durado lo que un caramelo a la puerta de un colegio: nada (qué suerte!). El domingo entraron en el sótano del edificio para acceder a un patio interior donde a uno de los niños de una vecina se le había caído una pelota. Detectaron una gotera en el techo del sótano y sólo podía ser del piso de los ruidosos. Intentaron acceder al interior del piso y los inquilinos se negaron en redondo (Aquí no entra ni dios, porque no me sale de los cojones -fue la respuesta exacta que dieron-). Llamaron al dueño del piso que vino con la llave y permitió el acceso. Alucinaron los que entraron. En el salón de la vivienda todos los muebles estaban desplazados, junto a las paredes, y en el centro habían colocado enorme macetas con plantas de cannabis. El agua de las goteras del sótano era la que se filtraba del riego de las macetas. No han querido denunciarlos (creo que por miedo). Pero todos estamos contentos por que se han ido.

2 comentarios:

  1. Ay, el miedo, cuántos destrozos causa. Miedo a qué, me pregunto yo.

    ResponderEliminar
  2. Lo malo es que en esta ocasión existía fundamento para tener miedo: cuando se fueron, rayaron con una llave los buzones, intentaron escribir una palabra malsonante, aunque se quedaron en "Gilip" y rompieron a patadas unos maceteros que hay a la entrada del portal con unos arbolitos escuálidos (¿la culpa que tendrán las plantas? -las ornamentales, las de cannabis sí que fueron las culpables de la situación-). Tampoco por eso quisieron poner denuncia (aunque hubiera sido difícil demostrar que fueron ellos los culpables, y como el valor material de lo que han roto no supera los 300 euros, sería considerado como un delito menor). Sé que no es lo correcto, que debería haberse denunciado, pero mis vecinos sólo querían deshacerse de este grupito. Ahora respiran más tranquilos y, sobre todo, duermen (se tiraban de la una a las cinco zapateando y cantando -y cataban muy mal-)

    ResponderEliminar