domingo, 9 de octubre de 2016

El regreso de Lázaro

Cuando mis hermanos utilizan el oxicorte se miran, sonríen, se ríen, sueltan una carcajada y, aún con los ojos llorosos por la risa, hacen un gesto negativo. Qué mundo más extraño este, y qué personas tan raras lo habitan. 

A Ruano lo conocemos del pueblo que consideramos el de mi madre, en el que pasó la primera parte de su infancia. El nombre de Ruano es Luis, pero entre la chiquillería que jugaba en la plazoleta del pueblo había tantos Luis que no quedaban diminutivos cuando llegó él y en los juegos le tocó cargar con su apellido como si estuviera en la mili o la escuela. Tampoco importaba mucho. Su madre lo dejaba salir a jugar de higos a brevas. Era una de esas ausencias que no se notan. 

De la bajada de Ruano a los infiernos conocemos poco. Supongo que después de deshacerse del yugo de su madre se vio abrumado por la libertad y se ató a las drogas. De vez en cuando nos llegaba alguna noticia. Pobre y desdichada Katy que tenía que bregar con su hijo drogadicto, tan alterado que pintaba las paredes con excrementos y comía insectos. Hasta que un día nos llegó la noticia de la muerte de Ruano. La madre aceptó nuestro pésame y nosotros sus frases de desconsuelo moderado: Ese ya no era mi Luisito. Mi Luisito murió hace mucho tiempo. Mi Luisito ya no pertenecía a este mundo. Mejor que Dios se lo haya llevado: sufríamos todos, él más que nadie... 

Cuando mis hermanos hicieron uno de los últimos pedidos de bombonas de oxígeno para soldar, apareció un representante con los transportistas, trajeado, cariñoso y efusivo como jamás lo había sido Ruano durante su infancia y adolescencia. La presencia de los transportistas impidió a mis hermanos interrogar a su antiguo compañero. 

Mi madre culpa a Katy de la mentira de la muerte del hijo; mis hermanos creen que esa ha sido la única forma que Ruano ha encontrado para escapar de las garras de su madre. Puede que nunca sepamos la verdad de la muerte de Ruano, como si se tratara de un asesinato auténtico, a no ser que preguntemos a bocajarro. 

3 comentarios:

  1. Parece haber una historia fascinante ahí detrás. Al margen de cotilleos, parece uno de esos casos en que la realidad supera a la ficción en inverosimilitud.

    Sandra Suárez

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  2. .
    Hay vidas que parecen plegarse como aquellas tarjetas postales servidas en acordeón. La de Ruano debe ser una de ellas.

    :-)

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  3. No creo que la vida de Ruano sea nada fuera de lo normal: un drogadicto que decidió intentar desengancharse cuando estuvo al borde de la muerte, se metió en el proyecto hombre y ahora vive bajo la espada de Damocles, con la posibilidad de caer en cualquier momento de debilidad. Lo único peculiar de su historia es que mis hermanos se toparon con él cuando lo creían muerto.

    De esta familia, quien me fascina es la madre. Sólo la falta de oportunidades o la cobardía han evitado que se convierta en una gran mentirosa, como Alicia Esteve, que hizo creer a todos que era una víctima del 11-S o el famoso Eric Marco haciéndose pasar por un superviviente del holocausto.

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