domingo, 5 de junio de 2016

Desasosiego

El cine nos miente. Los disparos en las películas tienen una sonoridad mucho más rica que en la realidad. Quienes escuchan un disparo por primera vez, fácilmente puede confundirlo con el portazo de una puerta metálica. Y la sangre nunca coagula. Siempre es roja tomate o frambuesa, brillante y líquida. No es de extrañar que mi vecina del segundo piense que un reguero de gotitas de sangre coagulada y marrón, es pintura que alguien voluntariamente -ella siempre imagina lo peor- ha vertido en el suelo, en la acera, junto al portal, por una gamberrada. Pero yo sé que es sangre porque vi a un chaval con monopatín besar el suelo al intentar salvar el escalón del bordillo con un salto, gritar, con la nariz y la boca ensangrentada: Me cago en la puta... montarse en el monopatín y desaparecer casi de inmediato, sin dar tiempo a quienes lo habíamos visto, a auxiliarlo. Pero mi vecina tiene perdón: tampoco yo identifiqué como sangre la sustancia marrón que había acartonado la camiseta de Guille. El día 24, a las 15:20, Guille y su colega tuvieron un accidente de tráfico volviendo de una exhibición de drones que habían dado a un grupo de topógrafos de Málaga. No fue nada importante, aunque la bonita cara de Guille ha parecido una hamburguesa durante unos días. Ahora todos se asombra por la suerte que han tenido. Suerte porque ambos llevaban el cinturón de seguridad puesto, porque el coche tenía airbags laterales, porque el coche chocó contra el único árbol que había junto a un talud, porque Guille iba dormido y llevaba los ojos cerrados -su socio, que conducía, también iba con los ojos cerrados y durmiendo-. 

Desde ese día tengo una extraña sensación. Estoy convencida que tanta buena suerte se tiene que compensar con un desastre. Cuando acompañé a Guille al dentista porque se le han roto un par de dientes y se los han tenido que sacar, imaginé que a la dentista, una mujer joven y escuálida, se le escapaba el punzón y le hacía verdadero daño. Tuve que salir de la consulta porque estaba tentada a detenerla. También miro constantemente la página web de los terremotos del Ministerio de Fomento, imaginando que en cualquier momento recibiremos una sacudida fuerte y brusca como una electrocución, que convertirá en escombros todo nuestro mundo.

Ya sé que es un pensamiento poco racional, pero utilizar el sentido común no consigue tranquilizarme. 




2 comentarios:

  1. Tiempo sin leerte, y aún más, escribirte.

    Volveré a tener la costumbre, devorando los artículos que dejé añejar para la ocasión.

    Respecto a lo de Guille, no te preocupes. Hay gente que siempre tiene la dicha de que un angelito enviado por Dios le cuide (ya sé que eres atea, pero de seguro has clamado más de una vez, "Por Dios que soy atea"). Y desde mi punto de vista, si Guille logró salvarse de lo que tenía que ser una muerte segura, con una cara hinchada, seguro es inmortal. (los chinos creen que si sobrevives a algo "insobrevivible", vives al menos 10 años más, pues te le safaste al Dios de la muerte, y esa es la recompensa).

    De mi parte, espero que Guille se recupere pronto. Lo bueno del caso es que está en muy buenas manos.

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    1. Muchas gracias. La cara de Guille ya está prácticamente curada. Eran pequeñas heridas, como si le hubieran pasado un papel de lija por la piel. Sangró mucho, pero fue por el labio y un diente que se le rompió.

      Estaría bien eso de estar a salvo durante diez años. Así me tranquilizaría porque ahora estoy constantemente intranquila cada vez que sale de viaje. Y lo malo es que eso ocurre cada tres o cuatro días.

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