lunes, 2 de marzo de 2015

Vidas inventadas

Creía que me había librado. Cuando era pequeña y nos obligaban a leer en voz alta, siempre temblaba ante la posibilidad que me tocara a mí porque si aparecía alguna palabra que no conocía, era incapaz de pronunciarla (mi cerebro es tan tonto como un ordenador: sino le metes los datos previamente, no los conoce -al menos, que un ordenador actual porque dicen que en un futuro inmediato aprenderán ellos solos-). El miedo se apaciguó durante un tiempo porque en la facultad no nos obligaban a leer en voz alta. Pero ahora el miedo ha vuelto, uno diferente, más irracional, más profundo. Lamento el instante, cuando estoy en una reunión, que salga el tema de los niños -y siempre sale-. Nos aconsejan -inocentes e ignorantes- que deberíamos pensar ya seriamente en la descendencia porque el tiempo pasa muy rápido. A veces explico con paciencia -el tema de los niños no es trauma, sólo tedio por tener que contar una y otra vez la misma historia-; pero ayer, en lugar de desmenuzar mi problema, me limité a decir que estamos en ello, creo que incluso lo solté con acento texano, y me dejaron en paz. ¿Es así como nacen los bulos? ¿Qué ocurrirá cuando dentro de unos meses me tope con alguno de ellos y se interesen? ¿Me inventaría a un recién nacido errante? Podría decir que estaba con mi madre, mi suegra o en la guardería. ¿Me sacaría fotografías con todos los recién nacidos de mis amigas para hacerlos pasar por propios? ¿Compraría una silla de bebé para ponerla en el coche? 

No, no me he vuelto majara de pronto. Sólo intento comprender los engranajes que han hecho crear a una adulta una invención. Incluso se gastó dinero en -¿o se hizo regalar?- un vestido de diseño para hacer más creíble su mentira. Ahora sólo cabe esperar que al descubrirse la verdad la huida sea hacia la realidad y no hacia la desesperación. 

2 comentarios:

  1. Tiempo sin leerte, el trabajo me está volviendo zombie, junto con el juego. Inventar... es mi especialidad, en función de quien me esté preguntando, puedo ser papá sin serlo, puedo ser comerciante sin serlo, puedo tener una amante sin siquiera tener una novia, e incluso he llegado a decir que no sé hablar español. claro está, que todo eso ante gente desconocida, y que las posibiladades de toparme nuevamente con ellos sea despreciable, y que, en todo caso mi mentira es justificable.

    La razón de ello, es para escabullirme de preguntas que no quiero responder, y me es más fácil, inventarme, que preferir decir la verdad. Dicho esto, debo aclarar, que tu para mí, no eres ninguna desconocida, y en tanto, todo lo que te comentado, publicado o narrado, contienen un 99,99% de verdad, la centésima lo dejo no vaya a ser que haya dejado algún hueco o haya recordado mal.

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    1. Yo también he estado muy liada con el trabajo y la pata que me retrasó en algunas obligaciones. Por fortuna, poco a poco vuelvo a la normalidad. Espero que a ti también te ocurra lo mismo. (Aún tengo muchas de tus últimas entradas pendientes de leer).

      Yo suelo mentir en los nombres de mis familiares que menciono, cuando el asunto que trato es negativo. Sería fácil de identificar sabiendo mi nombre y apellidos, y temo entrometerme en su privacidad, aunque a veces me olvido y termino poniendo sus nombres reales. Lo demás, procuro ser lo más sincera posible porque, primero, tengo poca memoria para las cosas inventadas, segundo, me falta imaginación y tercera, cualquier asunto inventado me parece que atufa a mentira.

      Me alegra que no me consideres una desconocida. La sensación es mutua.


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