domingo, 1 de marzo de 2015

Depende de la luz

Hoy ha tocado barbacoa. Debería haberse celebrado en la casa de uno de los compañeros de fútbol sala de Guille, pero su mujer ha alegado dolor de cabeza, supongo que producido al imaginar la cantidad interminable de vajilla que debía lavar. La solución ha sido fácil: platos y vasos de plástico, y una bolsa de basura como lavaplatos. Temía que se murieran de frío, porque la falta de espacio nos ha obligado a comer en la terraza. La sala de los ordenadores es suficientemente grande, pero es complicado montar y desmontar la red. Había preparado mandas de viaje, a la vez que mi pérfida imaginación me llenaba de miedos: estaba convencida que el aire arrastraría alguna hasta el fuego de la barbacoa y habría un accidente. Pero ha hecho un día cálido, con apenas viento, a pesar de la altura. 

Es curioso cómo ha virado los temas de conversación en las reuniones. Hasta hace muy poco lo normal es que se hablara de las series de tv más vista o de alguna película famosa (descontando el monotema de Guille y sus amigos: el fútbol). Ahora, lo normal, es que se hable de las noticias y chorradas que se ven en Internet. Hasta hablamos del vestido de marras. ¿De qué color es? Curiosamente ninguno lo veíamos azul y negro o blanco y dorado. Lo veíamos celeste y marrón u ocre. 


Al final no me enteré qué celebrábamos. Puede que nada, puede que sólo el principio del buen tiempo o la posibilidad de estar juntos. 

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