domingo, 25 de enero de 2015

Poniendo puertas al campo

No te aferres a ninguna fe, cuando la fe trae sangre 
(Hale a Elizabeth Procto en Las Brujas de Salem). 

¡Aaaaaaaaah! Richard Dawkins me está volviendo majarona. Estoy leyendo El espejismo de Dios. ¿Se puede venerar, admirar, incluso desear llevar a los altares a un escritor y a la vez estar convencida que se equivoca? El ataque a las religiosos resulta tan furibundo -aunque debidamente fundamentado- que es obligado preguntarse si no conseguirá lo contrario a lo que se propone con este libro. Existen algunos países, principalmente los que sufren una dictadura comunista, en los que se prohíben las creencias religiosas (parece que adorar a un Dios es incompatible con adorar a un dictador), y muchos ciudadanos, por rebeldía más que por convicción, creen. 



Yo (que me resulta imposible imaginar que alguien crea en un ser sobrenatural capaz de preocuparse de sus pormenores y que lo lleve a su lado después de la muerte, a un paraíso) siempre he pensado que la religión en pequeñas dosis es buena. Sirve para engañar a quien la idea de la inexistencia infinita abruma o para proporcionar un poco de vida social, por la obligación de salir para asistir a los ritos, a quien permanece apoltronado en su casa. 

Creo que aún no estamos preparados para deshacernos por completo de las religiones y los dioses. Es un proceso lento que necesita tiempo. Ya nos hemos librado de adorar al sol y de ofrecer ofrendas vivas para sosegar al dios de turno. Por desgracia también nos hemos desprendido de todos los dioses griegos y romanos. Parecían una marabunta muy divertida. Ahora nos toca deshacernos de los dioses iracundos y crueles que nos han tocado en suerte en esta época.


4 comentarios:

  1. La religión es la única ficción que mucha gente cree a pie juntillas. Si sigue habiendo quienes mantienen creencias religiosas después de Galileo y Darwin es porque se las inculcaron de niños, en su primera infancia, y esas convicciones se han instalado en la estructura profunda de su personalidad, por lo que ahora no les resulta nada fácil romper con ellas.

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    1. Yo estoy convencida que la mayoría de la gente que dice ser creyente, es, en realidad, supersticiosa: temen que algo malo les pase si dejan de creer en un ser superior.

      Pobre Dawkins, a él también le cuesta mucho comprender cómo seguimos siendo un mundo de creyentes a pesar de la ciencia. Me parece que tiene mucha fe en la humanidad. Es más fácil pensar que alguien creó el universo a intentar comprender la teoría de la evolución o el big bang.

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  2. El ser humano, como ente social, es más complicado de lo que creemos. Las religiones, sea cual sea, logra precisamente convocar, en mayor o menor medida, a estas distintas facetas, a estas distintas complicaciones a través de pautas comunes. Es como un medio errado que de igual forma consigue un objetivo. Te aseguro que muchos cristianos, lo son, porque creen en ese superior, y no por las supersticiones.

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    1. Yo siempre pensé que eso de creer o no creer dependía del raciocinio: se adquirían conocimientos, se pensaba, y dependiendo del razonamiento al que se llegara, se creía o no. Pero según Richard Dawkins depende de un gen. Si lo tienes crees, si no lo tienes, seguramente no creas.

      Lo que se pregunta RD y no llega a ninguna conclusión, es en qué nos beneficia ese gen que nos hace creer. Otro misterio más por resolver (aunque puede que se trate de algo residual, como el apéndice, que está pero ya no sirve para nada).

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