domingo, 25 de enero de 2015

Los pecados capitales: La gula

Sigo con la pata chunga. El paredón de enfrente, bajo la claridad de la luz de la tarde, es de color verde botella y le han aparecido ventanas. No veo el interior de las viviendas. En las pocas que tienen las persianas de PVC levantadas, los vidrios son como espejos que reflejan el edificio donde vivo. 

Acabo con todo lo que Guille me trae en la bandeja. Sopa y ensalada. Comida china que trajo un chaval con aspecto asiático y acento andaluz. Guille ahora está con sus amigos. Se fue sintiéndose culpable por dejarme sola. Sin creerse realmente que no me importa su marcha.

Me queda en la boca el resabio de la sopa. Demasiado agria para mi gusto. En la actualidad, más que la gula, el pecado debería ser desperdiciar la comida. Si seguimos reproduciéndonos a este ritmo, los entendidos vaticinan una superpoblación en menos de un siglo. En ese futuro tan inmediato y cercano, las ratas y las cucarachas, los bichos que consideramos alimañas, se convertirán en manjares. 

La gula es uno de mis pecados favoritos. Los demás se pueden esconder en mayor o menor medida. No dejan rastro después de haberlos cometido. Pero con la gula, la preñez de las panzas delata el pecado. 



Al pensar en la comida, inevitable no recordar un detalle proporcionado por uno de los últimos libros que he leído: Auschwitz de Léon Poliakov. El engaño de las duchas no servía para los presos que llevaban mucho tiempo (seis meses era la duración media) en el campo de exterminio polaco. Sabían sobradamente lo que les esperaba. La mayoría no rogaba por sus vidas a los guardias. Algunos sólo solicitaban un trozo de pan antes de morir. 

2 comentarios:

  1. No sé exactamente que es la gula respecto a la comida. La adicción a internet, a ir al cine o querer estar todo el tiempo frente al celular es gula y lo entiendo perfectamente, pero con la comida, definitivamente no, pues total, uno no puede comer más de lo que el cuerpo puede procesar, Degustar con deleite la comida, comer hasta que la panza crezca un poco pues es algo que no logro considerar como pecado.

    Lo que sí es un verdadero pecado es desperdiciar comida, y peor aún es destruir comida en buen estado. Fui criado por padres que conocieron la hambruna, y para ellos, lo sagrado de la comida radica en no desperdiciarlo. Esa enseñanza la ejecuto al pie de la letra, Extrapolando el caso, lo que has hecho es todo lo contrario un pecado: si hubieses dejado la comida,lo más probable es que termine en el basurero. En vez de ello, te lo has comido, lo has vuelto energía almacenada, la cual te hará ver con unos kilitos de más que te ayudarán en el proceso de sanación.

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    1. Hay quien por comer más de lo que el cuerpo aguanta, pilla un cólico o un empacho que lo lleva a la tumba. Un castigo excesivo por algo que no se puede evitar siempre.

      En mi casa también se ha apreciado mucho el valor de la comida y no se ha desperdiciado, sobre todo desde que mi hermano mayor tuvo una novia de Canarias. Con el pollo asado hacía ropa vieja, un plato típico de Canarias. Con la carne del cocido, croquetas, con el jamón un poco reseco, tortillas francesas... aprovechaba tanto la comida, que fue un milagro que no pilláramos algo por la comida caducada.

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