miércoles, 21 de enero de 2015

Los bosquejos

Esta ciudad sorprende. Los árboles, las luces y las sombras hacen que sea muy diferente de una estación del año a otra. Hacía tiempo que no pisaba la Gran Vía de Colón, tal vez dos o tres meses. Hoy me parecía diferente a la última vez que la vi. Tardé en darme cuenta de cuál era el cambio. Los árboles, por fin en este invierno tan cálido, han perdido las hojas. Eran como bosquejos, como trazos de lápiz rápidos y nerviosos dibujados en una imagen que el frío de la mañana hacía parecer muy nítida y limpia. Apenas entorpecían la vista de unos edificios, pertenecientes a otro tiempo y un presupuesto de riqueza, que merecen la pena ser contemplados.

Los árboles que rodean mi casa son de hoja perenne. Naranjos, sobre todo. Si alguien los llenara de guirnaldas brillantes, parecerían atípicos árboles navideños cuajados de bolas rugosas. Los podan al inicio del otoño y final de la primavera, pero este invierno de temperaturas erróneas -sólo ha hecho frío los últimos cuatro o cinco días- hace que se burlen de los jardineros y sus copas ya han perdido la forma redondeada que le imponen. Parecen niños despeinados. Me pregunto hasta dónde llegarían las ramas que escapan de la parte superior de la copa, y que parecen querer alcanzar el sol, si los dejaran crecer en libertad. 



4 comentarios:

  1. Que lugar más bello. Si es en donde vives me da envidia. No hay basura en la acera, no hay huecos en la carretera, de seguro el alumbrado público funciona... En mi ciudad ya es casi imposible salir de noche, a pie, muchísimo menos.

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    1. Ay, pues el partido que está a punto de gobernarnos siempre pone como ejemplo económico a tu país. Pero vosotros tenéis petróleo, nosotros sólo servicios (aquí se vive principalmente del turismo).

      La calle de las fotos es del centro de la ciudad. Yo vivo cerca, pero no ahí. Suelen estar limpias las calles, y las farolas suelen funcionar, pero también tenemos una persona pidiendo cada 100 metros y hay tanto cambio ornamental de las plantas en los jardines y las calles, que sospecho que alguien del Ayuntamiento debe de estar enriqueciéndose a costa de nuestros impuestos.

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  2. Créeme, mi padre solía decir que en Venezuela puede que nunca te hagas rico, pero jamás morirás de hambre. El comercio informal NO está penalizado en lo absoluto, e incluso se organizan lo suficientemente bien como para hacerle frente a las autoridades públicas.

    Tenemos petróleo es verdad, pero la mitad de la producción por unos diez años ya está pagada y el dinero ya fue despilfarrado. La petrolera a duras penas se logra autosustentar para producir, y aún así la están desangrando disque con misiones sociales.

    Esa petrolera le debe a mi compañía (yo trabajo en ella, y me siento identificado, como decir mi religión) dos proyectos desde el 2009, que con la inflación, no alcanza ni para comprarme la moto, cuando en aquel entonces, iba a ser el pago para tres ingenieros por seis meses e iba a quedar dinero para alquilar una oficina de verdad. Aun nos siguen debiendo.

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  3. Aquí cada vez se tiene más la sensación que si quieres hacerte rico tiene que ser por medios ilegales. Y por desgracia, debido a la crisis, ha habido gente que ha pasado hambre.

    No pierdas la esperanza: a nosotros tardaron tres años en pagarnos unos trabajos la Junta de Andalucía, y eso que la minuta era ridícula.

    Espero que la noticia que venía hoy en el periódico, sea un sistema de aumentar la natalidad en tu país, o una mentira amparada en la lejanía (la noticia parece una broma, pero puede tener consecuencias graves,, sobretodo, de salud pública):

    http://www.ideal.es/sociedad/201502/06/caja-condones-cuesta-dolares-20150205115739.html

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