domingo, 31 de agosto de 2014

Ya están aquí

Los adornos navideños suelen desaparecer de los escaparates de las tiendas con mayor rapidez de la que aparecieron. Chirrían y molestan si cuando ya se muestra la mercancía de las rebajas preceptivas de enero, aún hay arbolitos llenos de bolas, luces y guirnaldas de colores. Irritan porque nos recuerdan los días festivos perdidos y las expectativas de diversión y descanso desaprovechadas. Con los carteles veraniegos de Cerrado por vacaciones, ocurre lo mismo. El mes de agosto acaba de morir y los letreros ya han pasado a mejor vida, aunque la mayoría de las tiendas aún permanecían con las persianas bajadas este fin de semana: hubo una avanzadillas que retiró del suelo los ominosos sobres americanos donde se adivinan facturas o avisos de cobros, y limpió el polvo acumulado durante una eternidad de las estanterías. Mañana (para mí la transición de un día a otro sólo ocurre mientras duermo), por fin volveremos a la monotonía, a la normalidad, a la esperanza de que ocurra algo más que en el cielo aparezca una nube blanca y alta.

Mañana, cuando abra los periódicos y busque las novedades literarias del otoño o un evento cultural al que asistir, quién sabe, hasta puede que tenga suerte y encuentre algo más que la pasividad del verano, ese tiempo muerto que dura todo un mes y nos hace sentir que en septiembre, mucho más que a principio de año, algo empieza y nos arrastra.




2 comentarios:

  1. En verdad que detesto que dentro de poco ya empiecen las campañas comerciales y publicitarias navideñas, nada mas pasar ya anuncian la Semana Santa, a continuación las vacaciones veraniegas de nuevo. Ya de por sí que la vida transcurre fugaz, encima, por intereses, le dan un ritmo frenético que, cuando llegas a cierta y edad se vuelve odioso y preocupante. ¡Que dejen que el tiempo avance a su velocidad natural!

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    1. Recuerdo que cuando era pequeña me encantaba la navidad. Era algo que parecía suceder muy de tarde en tarde. En parte porque los dulces navideños y anuncios aparecían poco antes de nochebuena. Ahora, para santos, ya tenemos encima los turrones y mantecados, y, para colmo, donde vivo, disfruto de antemano de las procesiones porque los portadores del paso del barrio se ponen a ensayar de madrugada, y se pueden ver pocos días después de reyes, recorriendo todas las noches las calles (parecen fantasmas porque arrastran los pies y de vez en cuando suena una campanilla).

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