jueves, 14 de agosto de 2014

El precio del dinero

En arquitectura son muy importantes los colores. Ya no recuerdo en qué asignatura nos trajeron a un psicólogo publicista para que nos hablara de ellos; aunque sí recuerdo qué dijo. Era más publicista que psicólogo y terminó hablándonos de los pequeños trucos que hacían en los anuncios, sobre todo de televisión, para que en la mente y la memoria del sujeto perdurara el recuerdo de los escasos segundos que había visto; como cambiar de color la ropa de los personajes (nos puso un anuncio antiguo de detergente donde un niño hablaba con su madre, había un cambio de escena; primero el niño llevaba una camiseta a rayas rojas y blancas y luego eran blancas y azules) o cambiar los objetos del atrezo (de ejemplo trajo un anuncio de estropajos, en una escena un ama de casa fregaba platos pero cuando se volvía para hablar de las maravillas del estropajo, en el escurridor del fregadero había un montón de sartenes). 

No veo mucha tele, pero eso no evita que me trague una ingente cantidad  de anuncios. Aunque presto atención, no he descubierto ninguno que utilice los trucos que el psicólogo-publicista nos enseñó. Parece que el único truco que hoy día funciona es el escándalo. Creo que a nadie le sobra la suficiente ingenuidad para pensar que un publicista curtido (o recién salido del horno) es incapaz de sospechar que no se armará un revuelo si utiliza la violencia de género o el machismo para hacer propaganda de cualquier cosa.

¿Cuánto cuesta un anuncio en una televisión a nivel nacional? ¿Y en la mayoría de cadenas? ¿Y en casi todos los periódicos?... El último escándalo (léase propaganda gratuita)  ha sido las camisetas que repartían en una discoteca de Mallorca, en las que se hacía, con tanta evidencia que hasta un crío podía percatarse de ello, apología de la violencia de género.

Aunque yo soy más torpe que un niño pequeño y al ver la fotografía de la camiseta, sin haber leído el artículo, pensé que hacían propaganda, con bastante brutalidad, de una discoteca de ambiente gay. 


3 comentarios:

  1. La publicidad, aquel arte que el vil y vulgar capitalismo volvió todo una ciencia; piscología, geografía, necesidad creada,.. No niego que algunos anuncios publicitarios son extremadamente creativos, recuerdo un anuncio sobre preservativos durex sabor a chocolate, otro sobre un desodorante llamado "axe", e incluso una sobre un medicamento para prevenir hígado graso; otros pues muy "estereotipados" por la marca del producto (Coca-cola, Mcdonalds, Cervezas; y las de siempre, las que no dan pie con bola.

    Respecto al anuncio, de tu entrada, yo la verdad no le veo violencia de género, veo es un anuncio de "viva la homosexualidad". Espero que no sea porque es lo que quiera ver, pero es que los colores, los muñecos... Es que si no está el tercero, podría pensar algo sobe violencia de genero, pero es que el tercero lo descuadra todo!!!

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    1. Los de Axe suelen tener bastante gracia, aunque algunos son tachados de machistas (pero creo que es lo que buscan). El último de la paz mundial está muy bien.

      En el anuncio de la discoteca, el tercer dibujo ha sido cosa mía. Las camisetas de la discoteca sólo tenían los dos primeros (creo que es la conclusión a la que llegaríamos la mayoría de mortales: no se quiere mujeres, es un ambiente gay masculino -aunque ese no era el caso de la discoteca en cuestión-).

      Ya puestos a hacer propaganda de algo, podrían haberla hecho contra el balconing (costumbre que se da mucho en los lugares turísticos de España y que consiste en tirarse desde un balcón a la piscina, demasiadas veces con bastante mala puntería).

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  2. ¿¿¡¡Balconing!!!??? ayer, precisamente charlaba con mi jefe sobre esas palabras que no figuran en la real academia española, ejemplos: tanquear (llenar de combustible el tanque sin ningún instrumento de medición que te indique que haga falta o no, típico de los transportes), radiar (no confundir con irradiar, contactar por radio), trimear (hacer " trim" en autocad), verguear (verbo universal, para una acción claramente definida, de acuerdo al contexto). Creía que eso sólo era típico en mi ciudad.

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