domingo, 10 de agosto de 2014

¿Un espejismo?

Tengo el trasero de tres colores: blanco, como el de un bebé; moreno, como el resto de la piel, y chamuscado, porque el último bikini que he comrpado tiene menos tela que los anteriores. Ha sido divertido no hacer prácticamente nada durante tres días.  Permanecer tumbada bajo una sombrilla y alimentarme como una foca: sólo a base de pescado. Durante los últimos días únicamente he estado dos horas ante un ordenador (era complicado pillarse en el hotel los dos únicos ordenadores que tenían para uso de los clientes). Las tres últimas entradas las escribí antes de marcharme, las configuré para que se publicara nautomáticamente cada 24 horas (plot, plot, plot), pero algo fue mal y se salieron todas de golpe: ¡PLOT! 

El miércoles, antes de salir, tuve que darme una vuelta por los alrededores para hacer algunas compras. A eso de las cinco y media de la tarde, parecía una ciudad fantasma. Aunque vivo en el centro y suele ser un lugar bastante concurrido, recorrí media docena de calles sin ver a otro ser humano. Pero me asombró descubrir que muchas tiendas estaban abiertas, sin el cartel de Cerrado por vacaciones. Paradójicamente, esta falta de descanso en los establecimientos indica todo lo contrario de lo que parece. El año pasado muchas tiendas cerraron durante el mes de agosto porque significaba un ahorro en previsión de las pocas ganancias que se esperaban (les hubiera costado dinero permanecer abiertos). 

Me marché con la idea de que la crisis comienza a desfallecer, a morir lentamente, a necesitar una buena eutanasia; en parte, también porque en el último mes hemos conseguido dos proyectos de nueva planta (parece que la gente vuelve a edificar). Pero al llegar a Salobreña encontré a mi sobrina acompañada por una amiga. La conocía. El padre era un viejo amigo de mi familia. Un tío muy estirado, de esos cuya marca de su reloj cuesta más que mi utilitario. Bueno, eso ocurría antes de que hicieran un ERE en el banco que trabajó desde que se le cayeron los dientes de leche; un banco que tuvo unas vergonzosas ganancias el mismo año que lo despidieron a él y a la mitad de la plantilla. Ahora hace suplencias en un centro geriátrico. En teoría, cincuenta euros por una jornada de cuatro horas; pero eso sólo es para engañar a la seguridad social; en realidad son 8 horas. 

7 comentarios:

  1. Aunque nada tiene que ver con lo que comentas, esta noticia es más divertida que simplemente curiosa.

    http://blogs.elconfidencial.com/sociedad/espana-is-not-spain/2014-08-07/juan-ramon-jimenez-se-enamoro-de-dos-hombres_173168/

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    1. Pensaba que eso de toparse con gente que no es lo que parece sólo ocurría en la actualidad y gracias a Internet (me ocurrió hace años, con un supuesto médico de Valencia de 27 años que resultó ser un celador de 48 años).

      Es curioso el artículo y parece interesante el libro. Gracias por el enlace.

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  2. Con el permiso del Señor José, aunque la relación no es directa, la noticia compagina adecuadamente con el título de la entrada, e incluso con la idea que mi mentora postula: hay signos, síntomas de una mejoría, cual ilusión en la que ha caído el poeta de su noticia, pero que a diferencia de él, somos más incrédulos.

    Debo, convenientemente, pedirle disculpas por abusar de su confianza al acceder a dicha información, que si bien es público no estaba pensado a ser destinados a terceros. Respecto a la noticia, pues muy entretenida, porque le pasó algo similar a una amiga: Corría el año 2001, el auge de los chats y el messenger por estos lares, un primer pretendiente nos llega al trabajo (que es la casa de mi amiga y en aquel entonces jefa, la dueña del ciber, no quisiera malinterpretaciones), pizza, gaseosa y rosa en boca, todo un galán. Antes de que la pizza llegase a la mitad, (estaba presente, pues había trabajo pendiente), aparecen cinco pretendientes más, que le echaron dientes a la pizza. De esos cinco, cuatro son buenos amigos, uno es su actual pareja, y el joven de la rosa... no volvimos a saber de él.

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    1. Todo mi permiso, por supuesto, y mi satisfacción por el hecho de que le haya resultado oportuna la curiosidad. Verdaderamente mi comentario era abierto a todos, solo que lo singularizaba en BK como respuesta. Ahora añado, como copa de sobremesa, esta preciosa entrada de mi admirado Trapìello. Espero que también resulte sabrosa.
      http://hemeroflexia.blogspot.com.es/

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    2. Ltenio00 tu amiga tuvo buena suerte. Sé de casos con un final no tan feliz: durante un año y pico -cuando me trasladé de Granada a Barcelona, antes de mantener una relación estrecha con Guille- entraba mucho en un chat porque me sentía sola. Era muy normal leer encuentros fallidos, de gente que había quedado y una de las partes no aparecía o eran muy diferentes a lo que habían hecho creer-.

      José Cancio, en Granada ha ocurrido como en el artículo de Trapiello: montones de tiendas pequeñas y de hace mucho tiempo (como la pastelería Flor y Nata, que tenía mucha solera por aquí) han cerrado.

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  3. A pesar del alto ritmo de estas entretenidas entradas, ya me extrañó esa tirada de tres seguidas. Ahora veo que ha sido algo parecido a lo que a veces me pasa a mi con la impresora, "cacharro" que no domino, pues a veces le doy a imprimir y cuando me doy cuenta tengo impreso hasta el Catecismo Ripalda de los años 40.
    Ojalá esos proyectos sean el signo de recuperación económica, aunque sea lenta.
    Como decía Serrat en una de sus canciones (Me refiero al tipo estirado): Entre esos tipos y yo hay algo personal. No los soporto, a pesar de mi carácter tolerante con casi todo.
    Tengo idea de que son frecuentes esos contratos engañosos, de cotizar por cuatro horas y trabajar ocho y otros similares. Algo que me indigna, pues no deja de ser corrupción y además en la base.

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    1. Iba a decir que el tipo estirado ha dejado de serlo, pero hoy he cenado con él y el nuevo trabajo y situación económica, no lo ha cambiado un ápice. Cuesta un poco comprender que no teniendo dinero para llevar a su hija al cine, se gaste un pastón en tabaco (un paquete y medio todos los días).

      La crisis, el montón de parados dispuestos a trabajar por un sueldo mísero, permite que esos contratos de la mitad de paga por una jornada completa, afloren. Se aprovechan de la enorme demanda de cada puesto de trabajo. Y lo malo es que resulta comprensible que los trabajadores no denuncien situaciones así porque se quedarían sin el escaso sustento del que disponen.

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