domingo, 29 de junio de 2014

Orden cronológico - La juerga

No estaba planeado. Mi cuñada me llamó cuando aún trabajaba en dividir, en el plano, la oficina en dos espacios diferentes: uno para vivir y otro para ganar con qué vivir. Ahora se mezcla un espacio y otro y resulta agobiante e improductivo. Durante la noche había saltado el magnetotérmico del sótano de la casa de mi hermano y la carne que guardaba en un arcón frigorífico se había medio descongelado. Mi cuñada es buena encontrando soluciones extravagantes: barbacoa para una docena de personas. Desde lejos, antes de llegar a su casa, se percibía el aroma a carne muy hecha, como le gusta a mi familia, y a madera quemada. El olor de las barbacoas siempre me ha recordado los crematorios, pero no por ello dejan de gustarme porque, por lo general, la comida en estas ocasiones es lo de menos. 

Mi madre, mi hermano, mi cuñada, mi sobrina, dos amigas de mi sobrina, el padre de una de ellas y la familia completa de la casa contigua. Música impuesta por las niñas. Vuelve a gustarles Miley Cyrus; aunque son muy cambiantes. Seguro que la semana que viene ya no lo hará. Mucha conversación. El chapoteo en la piscina. Y los rayos del sol que conseguían colarse a través de las tupidas copas de un par de naranjos. 

2 comentarios:

  1. ¡Parrillada! (así le decimos por aquí a las barbacoas). El secreto está en un buen marinado, un buena salsa durante el asado y una buena madera seleccionada.

    Dejando de un lado la emoción inicial ¿pero de cuánta carne estamos hablando? Unas doce personas, a 250 gramos por persona = 3 kilos. Ah bueno, tampoco es mucha. No se sí lo he mencionado en alguna, ocasión, pero tengo la mala manía de volver todo número, estadística y proporciones. Así se ven las coas más...fáciles y más objetivas, pero menos lindas, definitivamente, menos lindas.

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    1. Nooooooooooo, había mucha más carne. De chuletillas de cordero había cinco kilos. Solomillo de ternera, morcillas, salchichas de pollo, hamburguesas... había más de 20 kilos de carne (es que antes mi cuñada regentaba un restaurante y le ha quedado en la mente la necesidad de almacenar mucha comida). Yo me fui a la una de la tarde, pero las barbacoas (o parrilladas) de mi cuñada duran desde la mañana a la noche. La gente regresó a su casa ya cenada y con una fiambrera llena.

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