martes, 17 de junio de 2014

El sueño del obrero

Hoy en la obra olía a feria, a pinchitos morunos, en realidad, y a cerveza y manzanilla. En las películas norteamericanas celebran los funerales irlandeses emborrachándose: esta mañana los hemos imitado. Teníamos más motivos para estar tristes que de celebración; pero más de uno ha terminado necesitando un taxi para llegar a casa, olvidándose del coche en el polvoriento aparcamiento de la obra. La excusa era la feria del corpus que ya ha empezado; tan lejana en la distancia y las apetencias de casi todos, que parece que estuviera celebrándose en otro continente. La razón real, era la despedida de una de las cuadrillas con la que hemos trabajado más de un año. El azar, la posibilidad de que volvamos a trabajar con ellos dentro de poco, ni siquiera nos permite tener la tristeza de un duelo definitivo. Algunos son muy buenos en sus trabajo, con una agilidad y destreza que sólo se adquiere con la experiencia. Otros empezaron novatos, con callosidades en las manos que sólo producen un bolígrafo (o el pene, según el encargado de obra -bueno, sus palabras literales son: manos que sólo tienen callos de menearse la polla-. Sí, es muy burro), y han terminado pudiendo levantar un muro o enluciendo una pared sin nadie que los dirija. 

Preguntarles por el futuro, por lo que piensan hacer dentro de unos días, después de un merecido descanso, es recibir la misma respuesta: un encogimiento de hombros. Muchos han buscado trabajo, y ninguno ha encontrado. Interesarse por sus sueños, es diferente. No son sueños fantasiosos e irrealizables, son sueños que muchos hasta consideraríamos un castigo: trabajar de camarero en algún lugar con playa, conseguir una beca y entrar en la universidad, trabajar en un taller de mecánico... Sólo uno parece separarse un poco de la realidad. Se ha afiliado a Podemos y quiere pringarse en la política de verdad, hacer cosas, cambiar el mundo. Uno de sus amigos le quitó la cerveza de las manos, dando a entender que había bebido mucho, y le dio unos golpes de compasión en el hombro. 


Foto: El País Digital (el aro debe de ser un fallo de la fotografía, aparecido al insertarla en el blog)

2 comentarios:

  1. Pues que consigan un adecuado puesto de trabajo, sobre todo esos novatos que, con su interés por la enseñanza, se hicieron buenos profesionales.
    Creo recordar que ya conté lo de un ingeniero de mi empresa en Bilbao quien, llegado el caso, repetía con admiración: Yo soy doctor ingeniero industrial y no entiendo como un albañil es capaz de hacer una ventana "cuadrá"..

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    1. A mí lo que realmente me asombra, por haberlo intentado más de una vez, es cómo consiguen enlucir una pared y dejarla más o menos lisa sin más ayuda que la llana y unas reglas de madera.

      El sueño del novato es ser mecánico. Lo malo es que tampoco en eso tiene experiencia, pero se le da bien aprender. Yo también espero que lo consiga. De momento, he corrido la voz entre mis hermanos que están muy metidos en el mundo de la moto y conocen muchos talleres.

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